Lo que se espera de mí

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—Simon—

Tengo mil y un preguntas. Miles de cosas que resolver que aún no tienen una respuesta escrita, ni vista, ni si quiera inventada en una cabeza retorcida.

Tengo tantas cosas que decir, tanto que calló, tanto que guardo. ¿Cuándo será que explote? ¿Cuándo llegara mi momento de reventar y llevarme todo conmigo?

Vivo mil años mirando lo mismo, sintiendo los mismos pesos, viendo las mismas caras, viendo cada ser humano tal cual antes, sin detalle nuevo.

Muriendo por el oxígeno que respiró.

¿Cuándo se acaba este juego que todos llaman vida?

A veces el simple hecho de ver esos pedazos de vida tan latientes, siento que despertar sería una miseria.

Quizá el hecho de estar aquí, de sentir el agua el caliente golpeando mi cuerpo con dureza, haciendo tal vez, que tenga diferentes ideas demasiado extrañas para el resto de la humanidad.

Aquí no está Simon, está un chico que delira y que no entiende que es lo que le está sucediendo.

Troye permanece afuera, esperando que acabe y dejarme dormir en su cama, ¿por qué? Porque estoy enfermo. Si no fuera así, todo daría igual, si te encuentras enfermo eres un pobre diablo y todos se sienten bien al ayudarte.

Quizá ya sea hora de decirle la verdad. Decir lo poco que durare, que en cualquier momento pasará, mi corazón se va a detener, el aire que respiró será tóxico y la vida dejará que me vaya. Que tendrá que olvidarse de aquel que alguna vez amo.

Todo a mí alrededor se hace borroso, mis oídos pitan y el sonido se aleja abandonando mi razón. Todo da vuelto, yo no puedo mantenerme en pie. Sostengo la cortina para no caer, intento sostener cualquier cosa para no terminar en un sueño allí.

—Tr-Troye —suspiré en busca de que me ayude.

Nada.

Un silencio infinito que dolía.

—Troye, ayúdame —pedí intentando no desvanecerme.

Otra vez, nada.

—Troye —volví a llamarlo.

Pero el silencio continúo y ya se acabó el tiempo.

Caí contra el suelo, sintiendo como todo se me era ajeno y mis ojos se cerraban sin previo aviso. El agua caliente seguía golpeando mi cuerpo, a pesar de que este yacía sobre el piso de baldosas blancas como la nieve.

Cerré los ojos y deje que pasara.

Caí desmayado.


—Troye—

Escuche el ruido de algo golpeando el suelo con fuerza. Toqué la puerta para ver si Simon se encontraba bien, pero solo hubo un enorme silencio.

Enseguida todo me dio una mala espina. Abrí la puerta y lo miré.

Estaba tirado en el suelo, sabía que respiraba, pero, ¡¿Qué mierda pasa aquí?!

Enseguida tomé su ropa, comencé a ponérsela cosa que me costó bastante debido al peso muerto que tenía.

Que lindos momentos. Cuando le pones a Simon sus calzoncillo, mientras esta desmayado.

Debo admitir que me gusto poder ver más de lo que había visto alguna vez de él. Pero, también tengo que admitir que me revolvía el estómago tenerlo de esa forma, tan desprotegido.

En cuanto termine de colocarle todas sus prendas, lo tome de la cintura y lo cargue como si se tratase de un costal de papas. No sabía dónde llevarlo exactamente, si lo llevaba al hospital, ¿qué les diría que soy de él? Si lo llevo a su casa, me asesina su padre, su madre y hasta el perro del vecino. Entonces, ¿dónde llevas a un chico moribundo?

Mierda, piensa, estúpido, me dije mil veces mientras lo llevaba hasta el auto.

Lo deje sobre el asiento trasero, recostado y lo miré por un rato sin saber qué hacer.

—Haz algo, idiota —me insulté mirando a Simon.

Creo que lo mejor será llevarlo al hospital. Es el único sitio donde lo atenderán bien y sabrán que hacer, no como yo.

Subí al auto y lo miré por el espejo retrovisor.

Tranquilo, yo te sacare de está.


—Simon—

Desperté en una cama de hospital. Mi madre estaba junto a mí, me tomaba la mano con una sonrisa falsa, mientras que Holland estaba sentada en un sillón cerca de mí. Las mire a ambas, no me sorprendió que mi padre no se encontrara.

—Quiero que te alejes de mi hijo —escuché desde los pasillos. Aquella era la voz de mi padre.

Miré a mi madre, vi que ella tenía cierta aura de preocupación y miré a Holland. Ella negó con la cabeza, dando una respuesta a algo que no había preguntado.

—Yo no le he hecho nada a su hijo —respondieron. No tendría que pensar dos veces, o intentar prestar atención para saber a quién pertenecía esa voz gruesa que quería tanto. Troye.

—Déjame hablar con ellos —pedí.

—No, no será así —respondió mi madre poniéndose de pie y sin borrar su falsa sonrisa—. Tú tienes que descansar.

—Papá está peleando con Troye, ¿verdad? —pregunté a Holland sabiendo que mi madre no me respondería más que: "debes descansar"

Holland miró a mi madre antes de responder.

—Troye no es bueno para nadie —afirmó—. Es solo una mala persona, Simon. Lo mejor es que se vaya de tu vida así tu puedes curarte.

—¡Esto no se cura! —exclamé—. Ustedes saben bien que yo jamás me curare de esta mierda. Y Troye no tiene anda que ver con esto, nada. Solo me desmaye, solo fue eso.

—Simon Leslie Bell, nunca veras a esa bazofia de nuevo —dijo mi madre.

Jamás mi madre había dicho algo así, nunca había tenido la intención de dar una orden o dar por terminado algo.

—Ustedes no lo entienden... —intenté decir.

—No, lo entendemos, Simon —explicó mi madre—. Es por eso que mañana iras a una clínica sanadora.

—Espera, ¿qué? Yo no lo necesito, las pastillas funcionan bien en mí.

—Parece que ya no tanto.

Es normal que este furioso, pero lo que más estoy es triste porque sé que no podré hacer nada. Ellos tienen mi custodia, yo soy su hijo, debo obedecer a todo lo que dicen.

Pero alejarme de Troye...

—Al menos, déjeme verlo —pidió él, escuché como su voz se quebraba y temí que él estuviera llorando por mi culpa.

—No quiero que vuelvas a ver, comunicarte o pensar si quiera en mi hijo —sentenció mi padre.

Nunca esta y cuando esta, arruina mi vida.

Esquizofrenia es una palabra que da miedo. Aún no existen personas que luego de saber que la tienes, no te miran extraño, como si estuviera a punto de sacar un cuchillo y matar a todos.

¿Él se alejara como todos lo hacen? 

BAD BOY GAY (Corrigiendo)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora