Anarquistas

4.7K 455 177
                                    

—Simon—

Según Liam, ella era una zorra, lo dijo unas ochenta veces.

Mi primer día en el equipo de ayuda, donde todos nos sentamos en ronda y hablamos de quienes somos, fue el peor día de todos. Estábamos en un salón, alojados lejos de la lluvia que azotaba en el exterior, pero el viento rompía contra la ventana y eso me embobaba.

Me encanta la protección que te da estar encerrado mientras afuera llueve a cantaros, el saber que estas refugiado del frío, me da una paz que amare por siempre.

Juegue con mis dedos, alejando mis ojos de la mujer que nos miraba a todos con una sonrisa al saber que ella también estaba protegida, pero su lluvia estaba dentro, los locos estaban frente a ella. Me ocultaba de esos ojos acusadores, que decían que después de todo, seguiría oyendo cosas.

—Bien, Liam ¿quieres comenzar? —pregunto la psicóloga.

—Odio a todos, son unos putos y quiero irme a mi casa. —respondió él.

Era un tipo sin expresión en su rostro, era de esos que parecen estar hechos de hielo. Se limitaba a recostarse sobre la silla y cruzarse de brazos.

—Liam, sabes que estoy para ayudarte. —murmuro la mujer.

—Váyase a la mierda.  —mascullo Liam con una media sonrisa y mirando hacia otro lado.

—Entiendo, no insistiré más.

La voz de aquella mujer se escuchó cansada, como si Liam fuera un problema bastante recurrente. Debía serlo.

Dormir escuchando su respiración no fue placentero, y me costó poder lograr cerrar los ojos sin temer que algo me atacará.

El problema con él es que insistía en ver lo negativo del lugar, como si no estuvieran ayudándolo en verdad. Y no era de esos chicos que les gusta llamar la atención, no había motivo por el cual se comportaba así, solo lo hacia.

–Simon, ¿podrías empezar tú? —pregunto la psicóloga forzando una sonrisa en mi dirección y encobrando la espalda.

Aleje mis ojos de mis manos y desanude mis dedos. Nunca había ido a un grupo de ayuda o algo así, no se bien como funciona esto. No se que es aquello que debo decir, y peor era saber que todos esperan que dijera algo.

—¿Qué debería decir? —inquirí nervioso.

—Sólo debes decirnos cómo te llamas, que es lo que tienes para haber llegado aquí y si puedes, dinos cómo te sientes. –explicó ella.

¿Cómo me siento? No se como me siento. Supongo que deje de sentirme.

—Sólo tratan de deprimir, es un lugar bastante propenso a eso. —dijo Jerome observando el lugar con superioridad.

—Soy Simon Bell. Sufro de esquizofrenia, es decir que escucho y veo cosas que la demás gente no. Mis padres decidieron que lo mejor para mí sería internarme aquí, debido a que sufrí un desmayo. Supuestamente era una efecto colateral de las pastillas que tomaba para reprimir las alucinaciones. Y... Estoy bien, supongo.

La risa de mi compañero de cuarto llego a mis oídos más rápido que el propio aire. Lo mire levantando una ceja y mis dos alucinaciones recurrentes también lo miraron enojados.

—Que lindo cuento de hadas —dijo Liam arrugando su nariz—. ¿Crees que aquí te ayudarán? ¿Crees que ellos quieren que te recuperes? Quieren demostrar que el mundo está enfermo, genio, quieren usarte. No existe eso de ayudarte a mejorar, son unos malditos anarquistas que van en contra de todo. Bienvenido a tu propio funeral, esto es una cámara de tortura...

—¡Liam! —exclamó la psicóloga.

Quería seguir oyendo lo que tenia para decirme, se que hay más, mucho más.

—Te tratan como monstruo, mientras te dan pastillas que te matan —explicó poniéndose de pie—. Quieren tu dinero y no tu recuperación.

Sus respiración se agitó y ambos advertimos que la psicóloga había tocado una pequeño control que llevaba en el bolsillo. Ese llamaba a los de seguridad por si un paciente se volvía loco.

—¿Acaso crees que algún día saldrás de aquí? ¿Crees que esto está bien? ¡Ellas no se callan! ¡Gritan, idiota!

Se puso de pie y se acercó hacia mi con el paso firme, dos guardias de seguridad se aparecieron y se lo llevaron rápidamente.

Sus gritos de lucha ante aquellos dos tipos, nunca lo olvidaré. Él lloro, peleo, mientras seguían arrastrando su cuerpo y no se adónde. No se que le harán, pero no creo que sean buenas personas, no si su desesperación era tal.

—Creo que damos terminada la sesión de hoy. —dijo la psicóloga limpiándose con un pañuelo unas lágrimas que recorrían su cara.

***

Lo espere. Espero que lo traigan sano y salvo.

Mi cabeza comenzó a maquinar mil posibilidades de que este lugar sea una mierda. De que dejarme internar fue un completo error y que debo volver a casa.

Un tipo entro a la habitación, arrastraba el cuerpo inmóvil de Liam. Temo que este muerto, que le hayan hecho daño suficiente como para dejarlo irse a quien sabe donde.

—¿Qué hicieron con él? —pregunté poniéndome de pie.

El tipo tiro a Liam sobre la cama como si no fuera absolutamente nada. Me empujó a mi cama y gruño como un animal.

—No te interpongas, niño o te irá peor. —advirtió.

Quede perplejo de su movimiento brusco hacia a mi y comencé a dudar de si este era el mejor lugar.

El tipo colocó las muñecas de Liam en cintos y los ajustó demasiado fuerte. Saco una jeringa de sus pantalones, la inyectó al adolescente y mire hacía otro lado, simplemente no puedo ver este tipo de cosas.

Liam despertó repentinamente y se desespero demasiado. Lucho contra los cinturones, admirando como el tipo se alejaba y volvía a cerrar con llave.

—¡Hijo de puta! —le gritó volviendo a luchar contra los cinturones.

Observé sus muñecas, había luz esta vez y podía ver como estas se ponían rojas por la fuerza que ejercía por su liberación.

—Vas a lastimarte. —le recordé mirando como se causaba una pequeña cortada.

—Me importa una mierda lastimarme. Oye, ¿sería mucha molestia desatar estas porquerías?

—Estas atado ahí porque ibas a atacarme. ¿Acaso lo olvidaste?

—No iba a dañarte, quería probarte que no te mentía.

—¿No te parece que hay otras formas?

—¿Qué mejor que la confirmación visual?

—¿Por qué quieres que lo sepa?

—Porque soy el único de este lugar que esta internado por error.

—Supongo que todos dicen eso...

Sus ojos me miraron fijos, estos estaban brillosos y una pequeña sonrisa comenzó a dibujarse en su rostro.

—Estoy aquí por homosexual ¿Te parece que esta bien?


—Troye—

Aun no me he rendido. He ido a todas las clínicas de la cuidad. 

Busque a Simon por cada rincón, sin parar, sin pensar, sin nada que no sea querer recuperar a mi niñito.

No me rendiría. 

Simon Leslie Bell volvería a casa conmigo. 

BAD BOY GAY (Corrigiendo)Where stories live. Discover now