dos chicos y un niño

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—Simon—

Nada.

Sin Palabras.

No había ningunas para decir todo lo que sentí en el instante que me beso. Supongo que extrañaba demasiado hacerlo. También, me dio cosquillas en el estómago. Y por último, tenía un torbellino de emociones que me hacían entender lo que me hacía falta Troye.

A veces soñaba con un beso bajo la lluvia, como otras millones de personas más. Las películas me habían dado las ganas de hacerlo, pero no era tan divertido como parecía. Sentía que cada que tomaba aire para seguir besándolo, un poco de agua se metía en nuestras bocas y jugaba allí.

De igual forma, deseaba tanto besarlo, tocarlo, sentirlo, saber que él estaba ahí. 

—No hay nada que me guste más que dos chicos besándose —dijo Liam, haciendo que nos apartáramos—, pero, queridos idiotas, será mejor que muevan sus culos. 

Escuché a Troye bufar. 

—¿Y por qué le haría casa a un aborto de topo? —preguntó Troye apretando los labios.

 —Porque este aborto de topo, le salvó el jodido culo a tu linda putita —respondió. 

¿Debo considerar eso como un insulto? Liam los dice todo el tiempo, quiero creer que es una forma de defenderse. Que cada insulto que dice, lo protege de la verdad: Es un chico gay con padres homófobos, que lo internaron en una estúpida clínica, para poder recuperarse de algo totalmente normal. 

—No recuerdo que hayas salvado a tu madre, mi linda putita —respondió Troye con una sonrisa. 

Liam y Troye se pusieron frente a frente. Si no los frenaba, pronto iban a terminar desfigurando la cara del otro. Intenté separarlos, colocando mis brazos en sus pechos y separándolos cada vez más.

—Me gustaría que mi hicieran el puto  favor de no golpearse el uno al otro —mascullé frunciendo el ceño.

—Lo que diga el niño —mascullo Liam. 

Troye frunció el ceño. Sé lo que esta pensando, yo soy su niñito, ¿por qué Liam me decía niño?

***

Los tres en el auto de Troye Urie. 

Un silencio absoluto. 

Liam iba en la parte trasera, acostado y jugando con sus manos. Troye manejaba en completo silencio y notaba que cada tanto, tragaba saliva. Y yo intentaba callar a Jerome, quien seguía  parloteando millones de cosas sin sentido. 

—Tienes dos chicos bastante lindos, Simon —dijo el demonio, sentado junto a Liam. Asomaba su cabeza entre el espacio del asiento del conductor y el copiloto, sonriéndome de forma sádica—. Podrías... no sé... estar con ambos. 

Sentí calor de golpe. 

—Entrando y saliendo al mismo tiempo —continúo el demonio—. Sería divertido. Dos chicos bastante capaces, con un niñito bastante inexperto. 

Quería decirle que se callara, que cerrara la boca. Pero no quería que ellos supieran que hablaba con un demonio. Tengo conocimiento de que no es real, lo sé, pero ahora lo parece tanto. Parece tan vivo. 

—Dos chicos y un niño —murmuró en un tono burlón. 

Empecé a temblar. Me mordí el labio y cerre los ojos, sintiendo mi respiración agitándose. Agarre con fuerza el asiento e intente recuperar la compostura. 

—Oye, creo que algo le pasa a tu novio —escuché que decía Liam. 

—Simon, ¿estás bien? —preguntó Troye.

Las voces eran lejanas y parecían resonar en mi cabeza, como si palpitaran en ella. Mi corazón se acelero tan fuerte que creía que explotaría. Entonces, sentí que algo cálido se aferro a mi mano.

Abrí los ojos, que se llenaban de lágrimas. Miré mi mano y me encontré con la de Troye.

—Todo esta bien —afirmó con una sonrisa. 

—Lo que has logrado, Simon —murmuró Jerome—. Enamoraste a un chico perdido, eso es bueno. Pero por otro lado —dirigió su vista a Liam—, este loco y depravado social y mental, parece saber lo que es diversión. 

Miré el frente sin decir palabra. 

—Quizá sea mejor que paremos en un pueblo y compremos tus pastillas —dijo Troye—. Las necesitas, ¿verdad?

Asentí. 

—No te la darán sin una receta medica, genio —se burló Liam.

—Por eso yo les entretendré y tú vas a robarlas —contestó Troye. 

—Dos chicos bastantes malos, Simon —murmuró Jerome—, ellos podrían destruir toda tu capacidad, pero valdría la pena intentarlo. 

 Troye y Liam siguieron hablando, pero sus voces se apagaban para mi. Era el maldito demonio a quien únicamente podía oír.

—¿Podrías imaginarlo, Simon? Hay que admitirlo... dolería horrores. 

El aire se hacía denso.

—Llorarías, incluso —continúo Jerome. 

Mi respiración se agitaba y sentía que me asfixiaba. El auto se me hacía pequeño, necesitaba más aire.

—Gritaras que paren —siguió el demonio. 

Mis manos temblaban, todo yo comenzó a temblar. Quería gritar.

—Pero en el fondo, te gustara. 

Necesito que esto pare. Me tome el cabello y comencé a tirarlo con fuerza, mientras las lágrimas escapaban. 

—Rogaras que jamás se detenga.

Me mordí el labio intentando calmarme. 

—Por que sabes la verdad, Simon. 

—¡Para el maldito auto! —exclamé. 

Troye frenó de golpe. Salí totalmente mareado, sintiendo como la vista me palpitaba y todo se hacía lejano. Caí de rodillas al pasto seco y comencé a llorar. 

—Sabes la verdad, Simon —repitió la voz de Jerome. 

Alcé la vista y allí estaba. La prueba de que no soy normal. 

Negué con la cabeza y cerre los puños. 

—Sabes la verdad, Simon. Estas enfermo. 

—Cállate —mascullé. 

—Un niño con más problemas que soluciones —continuó. 

—Te dije que te callaras. 

—Un niño enfermo. Un loco, un psicópata, una amenaza...

—Para...

—Un maldito esquizofrénico.

—CÁLLATE —grité con todas mis fuerzas, desgarrándome completamente. 

Sentí las lágrimas caer en grandes cantidades. Bajé la vista y comencé a llorar con fuerza.

BAD BOY GAY (Corrigiendo)Hikayelerin yaşadığı yer. Şimdi keşfedin