BAD BOY GAY (Corrigiendo)

Los fantasmas del pasado

—Simon—

—¿Y entonces...? —insistía el policía. 

—Oí los disparos. —expliqué mirando el frente. 

—¿Y qué hizo?

Mis ojos estaban llenos de lágrimas. 

—Salí afuera y temí que lo hubiese matado. 

—¿A quién?

—A Troye, Troye Urie. 

Paso tan rápido que no sabía como explicar todo lo que había pasado. 

—Troye—

Llegué al hotel cuando ya estaba amaneciendo. Tenía demasiadas cosas en la cabeza y no sabía como resolver todo lo que estaba pasando. Ya no tenía dinero, el auto se estaba quedando sin gasolina, no sabía ya que hacer... 

Liam estaba afuera, mirándome directamente. Quería pasar de él. 

Salí del auto, camine hacía mi habitación pero él me freno. 

—Eres un cobarde. —soltó de la nada.

Paré el paso y solté un suspiro. 

—Mira, en verdad ya no tengo ánimos de discutir con un psicópata —le explique mirándolo fijamente, tratando de estar tan amenazante como él—. Solo te pido que te alejes de Simon y ya no habrá problemas entre nosotros. 

—No lo mereces. 

—¿Qué mierda te pasa a ti? Entiendo que quieras estar con él o estés enamorado, pero es su puta decisión con quien estar.

—Solo estás con él para tirártelo. 

Refregué mi cara.

—¿Puedes dejar de meterte en mi relación? —pregunté ya siendo más agresivo—. Me importa en verdad una mierda la pistola que llevas y donde mierda la conseguiste. Si quieres pegarme un tiro para estar con él, iras preso y Simon jamás dejará que si quieras te acerques a él. Yo no soy el impedimento para que estés con él, es tu puto comportamiento de idiota.

Sacó su pistola. 

—Ah, bien —solté, ya importándome una mierda todo—. Pégame un puto tiro a ver si puedes estar en una hermosa relación con Simon. Inténtalo. 

De la nada un auto nos alumbro con sus luces. Un hombre bajo de este y de inmediato lo reconocí. 

—Lo que me faltaba. —dije. 

Liam escondió la pistola y el viejo verde del bar me miró atentamente. 

—¿Liam? —preguntó el hombre sorprendido.

—¿Papá? —contesté este. 

Okey... Esta mierda se puso buena. 

—Liam—

Esto no tiene ningún sentido. Estaba muerto. Me habían dicho que él estaba muerto.

Me acerqué hasta él sin comprender que sucedía, mi corazón y rabia latían a la par. Quería sacar el arma y dejarlo como un maldito colador. 

—¡¿Cómo carajo estas vivo?! —grité. 

—Fue para protegerme, entiende... —intentó decir.