c i n c o

241 30 3
                                    

—¿La conoces? —Bibbie había hecho que me sentara a un lado de ella en el sofá. Intentaba obtener información sobre Carrie.

—Yo no dije eso. —tomó un sorbo de su Coca-Cola y me miró de vuelta— ¿Por qué estás tan interesado en ella?

El interrogatorio de por qué, cuándo, cómo, dónde y quién comenzaba. Pero era tiempo lo que me faltaba.

—Solo quiero devolverle su identificación.

Ella asintió no muy convencida de mi respuesta. Dió otro sorbo a su bebida, parecía no tener intenciones de seguir respondiendo a mis preguntas. Me distraje mirando cualquier cosa que estuviera cerca. Los vasos sobre la mesa, el karaoke encendido, las luces parpadeantes, las pulseras en la muñeca de Bibbie. Comenzaba a exasperarme ante su silencio.

—No la conozo —dijo—, pero cuando Jason fue a recogerme juro que la vimos al parar para cargar gasolina, a Jason le gustó demasiado el Jeep y bajó a preguntarle cosas, yo que sé, algo sobre el trabajo de pintura —se rascó la nariz y me miró con el ceño fruncido—, una completa tontería —finalizó.

—¿No les dijo nada más?

—Se veía bastante apurada, juro haberla visto antes. —Tomó algo de botanas de un tazón sobre la mesa de centro y siguió hablando, con la boca llena de frituras— Fue algo rápido, pero era ella. Estoy segura.

—Dijiste que creías haberla visto antes. —Tenía que sacarle información a Bibbie, aunque comenzara a sonar demasiado insistente. Lograr sacarla de sus casillas y que decidiera callarse me tenía preocupado.

—Es lo que estoy intentando recordar, pero, no se le ve pinta de porrista, aunque estoy casi segura que fue en algún partido de campeonato del año pasado. —Lo que Bibbie hablaba no aclaraba para nada mis dudas. Empezaba a preguntarme si lo que decía era verdadero o simplemente hacía tiempo para tener algo de compañía, porque a decir verdad, antes de que yo llegara de curioso, ella lucía bastante solitaria. ¿Dónde estaban sus chicas? Y mirando el panorama, que lucía bastante vacío, ¿a dónde se habían ido todos?

—Podrías preguntarle a alguna de tus amigas, quizá ellas...

—Lo haría, pero no sé dónde se han metido, dijeron que irían por algo de beber y no han regresado, no contestan los mensajes. —Bibbie golpeó la pantalla de su celular con la palma de la mano, como si la falta de respuesta de sus amigas fuera culpa de su teléfono.

Caí en cuenta de que mis amigos tampoco estaban, Michael había desaparecido desde que empecé a hablar con T-Rex. Y desde que habíamos llegado a la fiesta las señales de vida de Ashton y Calum eran nulas.

—Tampoco encuentro a los chicos —le dije a Bibbie intentando hacerla sentir mejor, después de todo, nuestra solitaria situación era similar—, podría acompañarte a buscar a tus amigas, quizá ellas puedan decirme algo.

Pareció pensárselo un poco, que vieran a Bárbara Turner estando conmigo en la fiesta de su, al parecer, nueva conquista, Jason Hendricks, no era muy prometedor. Estaba a punto de levantarme del sofá, esperando su negación ante mi propuesta y preparándome para asimilar que no encontraría a Carrie, al menos no con su ayuda, cuando me tomó del hombro asintiendo, encogiéndose de hombros y preparada para levantarse del sofá.

Caminamos entre la poca gente que quedaba en la habitación, un nudo comenzó a formarse en mi garganta y un mal presentimiento me invadió el cuerpo por completo cuando los pocos chicos que estaban en la cocina salieron corriendo directo al patio trasero, caminé más rápido y dejé atrás a Bibbie, cuando llegué me paré justo a un lado del futbolito, ella me alcanzó y se paró detrás de mí, toda la fiesta estaba ahí, gritando y hablando entre ellos, no entendía lo que pasaba hasta que comencé a abrirme paso entre la multitud, Bibbie caminaba detrás sujetándome por la cintura.

Los cuerpos sudorosos y alcoholizados que nos obstaculizaban el paso se apartaron, me sentí incómodo cuando más de alguno me miraba detenidamente, rostros burlones, otros preocupados, el corazón me empezó a bombear cada vez más rápido, la angustia por saber qué pasaba y el miedo a la respuesta hacía que se me helaran las manos, me limpié el sudor en la tela de mis jeans negros.

Llegamos hasta el frente de todos, cerca de la orilla de la piscina, mi pie izquierdo se encontraba justo al filo de esta, no levantaba la mirada, siendo cuidadoso de no resbalar y caer dentro del agua cristalina, no quería mirar al frente, el ruido, la música, todo ese bullicio me tenía aturdido, las manos de Bibbie se apretaron a mi cintura fuertemente, fue hasta que un estruendoso grito llegó a mis oídos que salí del trance, el mareo se esfumó.

—¡Jason! —Bibbie gritó, juraría que si volvía a gritar de esa manera, la garganta se le desgarraría— ¡Jason, basta!

Tardé un par de segundos en reaccionar por completo. Caía en cuenta de todo ahora, ahí estaban.

Jason Hendricks, Ashton, rodando en el suelo, soltándose puñetazos, uno tras otro, la boca de Jason y el corte bajo el ojo de Ashton sangraban, manchándoles la ropa.

Bibbie me empujó por la espalda, di varios pasos torpes para permanecer en equilibrio. Ashton estaba encima de Jason, golpeándole la cara sin parar. Esto no lucía para nada como aquella pelea en la cafetería, se podía sentir la ira en el ambiente, el estrés y el odio que ambos se tenían. Eso me angustiaba aún más.

Ashton sabía defenderse solo, lo hacía bastante bien. Si seguía así Jason cedería.

—¡McGillis! —gritó con desesperación cuando cayó en cuenta que Ashton estaba ganando.

Arthur McGillis salió de entre la multitud junto a Rodolf Watson, ambos pertenecientes al equipo de baloncesto, ambos amigos de Jason y ambos, con intenciones de ayudarlo. Tomaron a Ashton por los hombros y Jason se levantó, todo pasaba demasiado rápido, cuando me di cuenta Jason ya estaba golpeando a Ashton fuertemente en el estómago.

Jason hablaba, maldecía, gritaba y escupía palabras inentendibles con cada golpe que le daba a Ashton, cuando sus ojos comenzaron a entrecerrarse supe que era momento de intervenir, la cobardía y el miedo se esfumaron tan rápido como llegaron, corrí decidido con las manos empuñadas, directo a Jason Hendricks, no supe cuándo ni cómo, pero él estaba en el suelo, cubriéndose la nariz y maldiciendo. Yo tenía los nudillos rojos y el corazón agitado, sentía el cerebro a punto de explotarme. Sentía ganas de vomitar.

Luke el cobarde, quién lo diría.

La adrenalina en mi cuerpo no me permitió concentrarme en el puño que iba directo a mi cara, el impacto fue justo en el ojo derecho. Perdí, de nuevo, el equilibrio.

Los integrantes del equipo de baloncesto salieron en defensa de Jason y aunque hubiera sido solo para sujetarme por los hombros, Ashton había quedado indefenso. Era él contra tres.

¿Dónde demonios estaban Calum y Michael?

Jason se acercó a Ashton y lo tomó por la barbilla, sus dedos se enterraban en la ensangrentada mejilla de mi amigo. Ashton se retorcía y pataleaba, pero el agarre de Arthur y Rodolf no lo dejaban hacer nada más que lastimarse cada vez que forcejeaba.

—Creo que es momento de una disculpa —escupió.

—¡Púdrete, Hendricks! —gruñió Ashton— ¡Tú y tus gorilas, púdranse!

Lo siguiente que vi fue a una Bibbie furiosa acercarse a Jason, gritaba y le decía lo imbécil que era, él hacía oídos sordos a cada palabra, al igual que a mí, dos chicos la sujetaron por los hombros. Evitándole el paso.

Jason, enojado e irritado por la necedad de Ashton y su negación a complacerlo, pateó su estómago. Sentía cada golpe, las rodillas me temblaban y mis ojos comenzaron a picar, no podía hacer nada para defender a Ashton. Eran inútiles cada uno de mis intentos por soltarme del agarre de aquellos chicos.

Tenía miedo.

Y este solo incrementó cuando Ashton me miró, por que a través  de sus ojos lo notaba.

Él también estaba aterrado.

Los calcetines de Carrie (l.h.fanfic)Where stories live. Discover now