Capítulo 5.

961 43 1
                                    

Los siguientes en entrar por la puerta de clase fueron Martín, Ainhoa, Alejandra y Victoria. Su actitud era reprochable. No sólo no hablaron con el resto, sino se sentaron en la otra esquina como si les fuese a pegar alguna enfermedad por estar cerca del resto de mortales. Noemí fue hasta los sitios donde se habían sentado para intentar dialogar con ellos. Gonzalo también llegó. Empezó a preguntarles por sus nombres.

- Gonzalo Rodríguez, señorita. Y a mí siéntame con Vicky o vamos a tener un problema - El hijo de Marina no se parecía en absoluto a sus padres. Parecía sacado de una familia rica como sus amigos. Le gustaba Victoria. Por ella se unió a la chupipandi. Era un chico tan guapo que no tenía problemas para relacionarse con nadie. Pero tampoco era metedizo como sus amigos. Él vivía y dejaba vivir. Pero cambiaba al estar al lado de sus amigos.

- Por ahora os sentáis donde queráis. No te voy a separar de tu amiga. Eso espero. Venga, siéntate que no eres el único de esta clase. - Noemí contestó tajante.

- Victoria Hernández - La hija de Agoney y Nerea ni miró a la cara a Noemí. Su ropa cara le llamó la atención a la profesora, que echó una carcajada. Entró a la clase, y se sentó al lado de Gonzalo. Él miraba para ella. Ella ni se inmutaba, no lo quería, era muy poco niño para una adinerada. Le parecía guapo, pero sabía que sus padres no la perdonarían si hace algo con él. Y le convenía tenerlo de amigo, llevaba dos cursos copiándole todos y cada uno de los exámenes que hacían. Y a él le daba igual, estaba tan enamorado que no pensaba con claridad. Nunca pensaba con claridad si tenía a Victoria delante. Pasó de ser un alumno 10 a un alumno 7 por las grandes broncas que le caían al dejarse copiar. Sus padres estaban confusos pero no sabían absolutamente nada.

- Alejandra Rodríguez. Soy la hija de su exalumna Miriam, una chica de diez, y bueno a mí me dicen que salí a mi madre. Espero que sea verdad. - Alejandra era la más simpática de ese grupo. Tenía un gran carisma, y un pelo largo y rizado como su madre. No odiaba a nadie, le importaban poco las relaciones y tan sólo era amiga de ese grupo porque ellos la conocían de toda la vida. Le parecía guapo Toni, aunque nunca habían hablado. Y sabía que Luisa se pondría celosa y armaría una gran disputa entre los populares y no populares. Y no quería perder su estatus de popular. Por nada del mundo. Le protegía de bullying. Se sentía una hipócrita. Se sentó detrás de Gonzalo y Victoria, sola. Llevaba varios cursos sentada sola y le parecía perfecto no tener a nadie a su lado.

- Martín Vázquez. Sobrino del de educación física, señorita. Más le vale ponerme un diez. - Era de los más bajitos de la clase y lucía un tupé parecido al de su padre. Tenía los ojos azules de su madre. Para todas las personas de la clase era junto a Gonzalo el más guapo. Y eso despertaba gran envidia. Cuando nadie le veía amenazaba a Gonzalo. Le decía que le iba a sacar a Victoria. Y a Alejandra. Que nunca tendría oportunidades con su Ainhoa. Pero Martín ocultaba un gran secreto que le hacía tener miedo. El mismo secreto que oculta su padre, Raoul.

Se sentó en las mesas de atrás de todo. Nada más llegar ya pintó "MxA" en la mesa para que su novia lo viese y estuviese orgullosa. Le gustaba ser el centro de atención entre las chicas de su clase.

- Ainhoa Cepeda - La siguiente en sentarse fue una de las hijas de Aitana y Luis. La chica popular, alegre, extrovertida, pija, despreocupada. La novia de Martín. La mejor amiga de Victoria y Alejandra. Estaba muy enamorada de su novio, le parecía el más guapo del instituto. Disfrutaba al hacer sufrir a Luisa. Sentía que sus padres la querían más a ella. Que al ser más humilde la querrían por encima de todo, y que la discriminaban por presumida. Nunca pensaron así. La querían hacer entrar en razón y demostrarle que su comportamiento nunca fue el adecuado. Ainhoa a veces también se sentía mal. Admiraba a Beyoncé y quería ser como ella. Se ponía a cantar y bailar, sin darse cuenta de su torpeza. Se caía. También tenía una obsesión con estar muy delgada. Siempre se veía gorda. Comía poco. Y tenía a Luis y Aitana preocupados. Ellos sólo querían lo mejor para su pequeña. También a Luisa le preocupaba. Quería que su hermana y ella se llevasen bien y su hermana estuviese feliz.

En la puerta principal del instituto estaban Raoul y Agoney apoyados en dos postes. Sus mujeres se habían ido a dar un paseo. Y ellos volvían a los viejos tiempos: Pasar muchas horas juntos. Se miraban mutuamente. Se fijaban en los cambios físicos. No les importaba lo más mínimo, se conocían en sus peores estados. Se iban de fiesta juntos. Bebían, bebían mucho. Y cuando estaban ebrios no había secreto que valiese. Se abrían en cuerpo y alma. Se dedicaban mil y una acciones. Ninguno de ellos olvida la última fiesta de fin de curso. Es un tema tabú, peor que hablar de política. Verse solos en medio de la calle, bebidos. Agoney apenas podía caminar. Raoul lo llevó a su casa. Tan solo las cuatro paredes saben lo que sucedió aquella noche de junio del 2005. Y ellos dos. Pero como las paredes no hablasen nadie lo haría. Para ellos era malo que supiesen su secreto. Eran dos hombres casados.

- Agoney. Dime que tú también tuviste ese problema. A mí me jodió vivo y no encontraba nadie más para explicárselo. Y creo que tú puedes comprenderme.

- No, la verdad. No entiendo qué me estás contando. Si me lo dijeses mejor sería.

- Pues, eso...  Que la maquinaria...  Pues...  No carbura...

- No, a mí tampoco se me levantaba follando con mujeres si a eso te referías. Y joder, qué rápido has sacado el tema. Pensaba que estabas aún más negado que yo.

- Contigo es con el único con el que hablo de esto si miedo a caras raras. ¡Esa cara es de la que te hablo! Joder, para qué te lo cuento.  - Raoul se puso muy rojo. - A mí se me levanta mucho. Mi mujer está muy muy buena. Joder! Vaya si lo está. Ella y todas. Soy hetero. No como tú.

- Raoul.  - Agoney lo miró con una sonrisa irónica. Sabía que su amigo estaba negado. Él también. Al menos Nerea tenía el mismo problema. Y se llevaban bien dentro del matrimonio, eran como una pareja de amigos. Se casaron por conveniencia. Educaron a su hija en la diversidad. Siguió mirando a Raoul. A sus ojos. A su sonrisa, a esos labios que quería besar. Siempre le había gustado Raoul aunque negarlo era lo más conveniente para seguir con vida dentro de su familia. Y verlo con ese look tan maduro le ponía. Tanto que notó que cierta parte estaba despertándose. Y llevaba unos pantalones muy apretados.

- Dime, yo no soy tan gay como tú, tío, saqué el tema para... Asegurarme - Raoul fijó su mirada en la entrepierna de su amigo Agoney. Se mordió el labio. Joder. Volvían sus impulsos. Volvía lo que intentaba ocultar a toda costa. Y le daba rabia no poder ser sí mismo. Y ocultarse detrás de la mujer más hermosa del mundo. Porque hasta a él le parecía hermosa.

- Sígueme al baño. Esto tenemos que solucionarlo.

En el camino al instituto se encontraban Mireya y Nerea dando un paseo. Ya era común para ellas irse por ahí. Estaban esperando a Miriam pero no aparecía. Nunca aparecía. Eso mismo pasó en la fiesta y estaba hablando con Amaia. Pensaron que estaba pasando lo mismo. Pero vieron a Miriam venir por el camino con una cara de felicidad enorme.

Las tres estaban otra vez juntas para dar guerra, pensaban. Eran las chicas guays del instituto. Les faltaba Mimi que hablaba con todo el mundo. Ellas llevaban el alcohol a las fiestas. Ellas llevaban también el buen rollo, los bailes disparatados, lo de meter a gente en habitaciones para hacer cosas por la noche... No se querían ni acordar de muchas cosas que hicieron cuando eran jóvenes. En especial Nerea. Desde su matrimonio con Agoney se acostó más con mujeres que con el propio Agoney.

- Qué tal tu matrimonio, Mire? - Nerea buscaba una excusa para confesarle que el suyo era más una amistad muy fuerte que una pareja - El mío... Santa viagra.

- El mío mal, a Raoul no se le levanta cuando lo hace conmigo. Siento que le gustan otras chicas y me ve fea. - Respondió Mireya, muy dolida.

- El mío de puta madre - Dijo Miriam - Él se va de putas y yo follo. Con mazo mujeres y mazo hombres. Viva la bisexualidad.

- Joder chicas, me comprendéis..  - Nerea también estaba dolida - A mí no me gustan los hombres y estoy casada con uno. A mí me gusta una persona desde que tengo uso de razón. Y está casada. Y no es ninguna de vosotras dos.

- Ya lo sabemos todo - Miriam se adelantó - estamos en las mismas. Mi kriptonita. Bueno, este tema es agua pasada. No me acerco ni loca a ese grupo y a esa persona. Suficientes dolores de cabeza me dio cuando tenía 18 años. Ahora a preocuparse de cosas más interesantes.

- Tenemos suficientemente mierda de treintonas para buscarla en el pasado. - Mireya dijo de forma muy sincera - Tanto unas como otras. Venga, vamos a la puerta del instituto a charlar con nuestros maridos. Que ellos nos estarán esperando.

La asociación de padres del instituto. | OT 2017 (CANCELADA)Where stories live. Discover now