doce

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—¿Por qué preguntas eso? —su rostro se tornó completamente duro.

—Y-yo... —tartamudeó el menor nervioso al sentir su intensa mirada sobre él—. Yangmi, me ha dicho algo así —el rubio regresó su mirada al frente, enfocándose en el camino—. Lo siento si te he incomodado con esa pregunta —se disculpó Seo, él más que nadie sabía lo que era hablar sobre ese tema.


En silencio llegaron al salón de fiesta donde habían dejado a Yangmi anteriormente. Felix se estacionó y estaba por bajar, mas el menor le tomó del brazo evitando su acción.

—¿Puedo ir yo por ella? —dijo en tono de súplica. Lee rodó los ojos antes de asentir levemente— ¡Gracias! —exclamó con una enorme sonrisa. Bajó rápidamente y caminó hacia la puerta del salón infantil.

El salón de eventos estaba decorado con globos de color verde y amarillo, simplemente hermoso.

Habían muchos niños y niñas corriendo de un lado a otro, pero el pelinegro no lograba encontrar a Yangmi.

—Hola —una bonita señora de ojos verdes le saludó con una enorme sonrisa.

—Hola —saludó Seo igualmente con una leve inclinación—, vengo por Lee Yangmi, pero no logro verla —informó mientras agudizaba su mirada tratando de encontrar a la niña.

—Ah, claro —volvió a sonreír—, espera que voy a buscarla —se dió la vuelta para después dirigirse hacia donde estaban todos los niños.

—¿Dónde está? —escuchó la voz de Felix detrás suya.

—Fueron a buscarla —sonrió el pelinegro y se acercó al mayor.

—¿Por qué querías venir tú por ella? —preguntó mientras su mirada se movía por el colorido lugar.

—No lo sé —se acercó aún más y lo rodeó con sus brazos.

—¿Qué estás haciendo? —preguntó dando un paso hacia atrás.

—Se llaman abrazos, Felix —dijo obvio—. No sé si los conoces —el rubio puso los ojos en blanco.

—Si sé que son, pero, ¿por qué lo haces? —volvió a retroceder tratando de liberarse del más bajo, pero no lo lograba.

—¿Por qué no hacerlo? —su barbilla estaba recargada en el pecho contrario para poder verlo.

—¿Felix? —una voz femenina se escuchó a sus espaldas— ¿Cómo has estado cariño? —ante la cara de nerviosismo del mencionado, Changbin notó que era hora de soltarle.

—Muy bien ¿y usted? —respondió con cortesía.

—También muy bien —se acercó a Felix y lo abrazó. Después se acercó al pelinegro y le saludó con una leve reverencia, al igual que el chico—. Kim Hyerin —se presentó.

—Seo Changbin —repitió la acción.

—Tu novio es muy lindo, Felix —dice la agradable mujer poniendo su mano en el hombro del chico.

—Gracias —respondió el más bajo con una enorme sonrisa tratando de no reír por el tono rojo carmesí que se había apoderado de las mejillas de Felix.

—N-no —tartamudeó—, él no es... —un pequeño grito le interrumpió.

—¡Changbin oppa! —Yangmi gritó más que feliz mientras corría hacia el chico.

—¡Hola! —contestó con el mismo tono que ella— ¿La has pasado bien? —preguntó sonriente mientras la alzaba entre sus brazos.

—¡Genial!

—¿Es Yangmi? —preguntó aquella señora y Felix asintió con la cabeza—  ¡Pero que grande está! —exclamó acercándose a ellos—. Seguro no me recuerdas —acarició su mejilla—, pero yo te conozco desde que eras una bebé pequeñita —Yangmi sonrió—. Yo era...

—Amiga de mi mami —le interrumpió la pequeña como si nada. Seo notó al instante la seria mirada de Felix— ¡Vamos, Changbin oppa! ¿me acompañas por mi trozo de pastel? —asintió. La bajó y de inmediato ésta tomó su mano para correr hacia donde estaba el pastel.

[...]

—¡Dame pastel, Yangmi! ¡Hyung, dile algo!

—Yangmi, es demasiado para tí —habló Felix—. Debes compartirle a Taemin —ordenó y la pequeña enseguida obedeció.

La luz roja hizo que Felix se detuviera, el pelinegro se recargó en el asiento y volteó hacia la izquierda para poder ver al rubio, le miraba fijamente esperando a que éste volteara. Finalmente lo hizo y sonrió. Siguió mirándole fijamente y volvió a voltear, esta vez Seo le guiñó el ojo. Lee sonrió antes de negar con la cabeza, volteándo su mirada hacia el frente.

El más bajo puso su mirada al frente al ver una luz blanca que no era precisamente del semáforo, el cual seguía en rojo. La luz blanca comenzó a hacerse mayor y con más velocidad se acercaba directamente hacia ellos.

—¿F-Felix? —tartamudeó asustado volteando a verlo. Él con el ceño fruncido trató de mover la palanca de cambios, pero no entraba. No era solo una luz, era un auto el que venía a toda velocidad en dirección a ellos.

The Game [ChangLix] Where stories live. Discover now