veintiseis

10.5K 1.2K 455
                                    

—Tiene una tienda de discos, no tiene padres, se hace cargo de dos niños como si fueran sus hijos... —comenzó a enumerar la mujer—, conduce una motocicleta y, ¡qué forma de vestirse! —ChangBin cerró los ojos tratando de tener toda la tolerancia y paciencia del mundo—. No te quiero volver a ver cerca de él, ni fuera ni dentro de aquí —sentenció.

—No recuerdo haberle pedido permiso para salir con él, madre —respondió girando sobre sus talones para verla de frente.

—Pues deberías de haberlo hecho, de todas formas sería y es un rotundo no

—Creo que no me he explicado bien —cerró los ojos nuevamente—. Se lo dejaré en claro —suspiró—, me gusta Felix. Quiero a Felix y no me alejaré de él solo porque no le agrada

—Ahora dejame aclarártelo a tí, no te quiero cerca de él, no es bueno para un chico como tú

—Por favor, madre —alargó, irónico—¡Usted no sabe lo que es bueno para mí! —rió amargamente—. A duras penas recuerda que existo —añadió, la mujer abrió los ojos con indignación.

—No digas tonterías. Ya te lo he dicho, Seo ChangBin, vives bajo mi techo, sigues mis reglas —sentenció para luego darse la vuelta, esquivando el tema que su hijo había sacado a relucir.

—¡Oh! ¿Entonces es eso? —gritó con rabia- ¡Pues ese problema se soluciona ahora mismo! —subió corriendo las escaleras, ignorando los gritos de su madre.

"No me hables así", "Ven ahora mismo, ChangBin", "No me dejes hablando sola".

Odiaba cada palabra que salía de los labios de aquella mujer quien destacaba que era un defecto de Felix haber perdido a sus padres. Él mismo, Seo ChangBin, estaba en la misma situación. Había perdido a su padre a los once años de edad y su madre prácticamente le había abandonado por estar sumida en su trabajo.

Lanzó una maleta y una mochila sobre la cama mientras que, con rabia, limpiaba sus lágrimas. Ya no era solo por el hecho de que ésta había hablado mal del australiano, ChangBin había cargado muchas cosas desde muchísimo tiempo atrás y esa había sido la gota que derramó el vaso.

Sin siquiera mirar tomó la mayor cantidad de ropa y zapatillas que podía. Tomó todo lo que sería indispensable para la escuela y las llaves del auto.

—Por favor —soltó una carcajada—, deja de decir y hacer estupideces, ChangBin. Estás haciendo el ridículo —hablo en tono burlón la mujer al verle bajar el último escalón.

—No son estupideces, madre. Tal vez para usted todo lo que diga o haga sean estupideces, pero al menos trato de convivir —habló sin detener el llanto—. Pero da lo mismo después de todo —acomodó bien la mochila sobre sus hombros—. Así estamos acostumbrados... usted no tiene hijo y yo no tengo madre

[...]

Condujo lo más rápido que pudo, cosa que no era lo más inteligente en esos momentos. No paraba de llover y ChangBin de llorar. Frenó de golpe, casi derrapando, mas no le importó. Eran pasadas las diez de la noche y estaba parado a un costado de la carretera.

Puso sus brazos sobre el volante y recargó su rostro en este tratando de controlar su incesable llanto.

Eran lágrimas de tristeza al darse cuenta de que estaba completamente solo. No en el auto, no en la carretera. Siempre estuvo solo.

No podía llamar a MinHo o éste le llevaría hasta arrastrando de regreso a casa y Felix seguramente le regañaría por haberse escapado.

[...]

The Game [ChangLix] Where stories live. Discover now