treinta y seis

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Félix entró a la sala y sólo vió la televisión encendida. Gruñó mientras cruzaba el lugar para apagarla, ¿les costaba tanto apagarla antes de subir? Al darse la vuelta vió por qué no estaba apagada. Los tres dormían en el mismo sillón. YangMi y TaeMin estaban cubiertos por un edredón celeste hasta el cuello y ChangBin abarazaba sus rodillas, probablemente muriendo de frío.

Luego de dos viajes, YangMi y TaeMin estaban en sus respectivas habitaciones.

Se sentó con cuidado en el sofá, no queriendo despertar al pelinegro. Sólo le gustaba admirarle mientras dormía, siempre ha dicho que parece un gatito indefenso.

Acarició con la yema de los dedos la suave piel del menor. Éste se estremeció un poco más siguió descansando como si nada. Se puso de pie y tomó al pelinegro entre sus brazos. Automáticamente, sus brazos se ajustaron al cuello contrario, balbuceando algo indescifrable luego de ocultar su rostro en el cuello del rubio.

Le recostó con cuidado pero los ojos de Seo se abrieron al momento de hacer contacto con el acolchado.

—Hola Lixie... —alargó entre dormido.

—Hola Binnie —le sonrió

—¿Cómo te fue? —preguntó moviéndose a un lado de la cama para dejarle espacio al rubio.

—Bien... creo, ¿y a ti?

—Muy bien —Félix estaba por recostarse al lado de su pareja cuando se escuchó el timbre. ChangBin volteó hacia la mesa de noche y vió el reloj. Nueve veinte de la noche.

—Ya vuelvo —anunció el más alto, dando un cálido beso sobre los labios del menor antes de salir de la habitación.

—Llama a ChangBin ahora mismo —ordenó la mujer apenas la puerta fue abierta.

—Señora Seo... él no-

—No te atreves a mentirme, Félix —amenazó entrando a la casa—. Sé que él está aquí, así que hazme el favor de llamarlo

—No quiero soñar grosero, pero no recuerdo haberla invitado a entrar. Tampoco tiene derecho a venir a dar órdenes aquí

—Oh, claro que lo tengo —su fuerte mirada se clavó en el chico—. Mi hijo es menor de edad —recalcó—. Está aquí... —insinuó—, no te metas en problemas y llámalo —dijo, dándose la vuelta para caminar hacia la puerta—. Con todo y maletas, claro...

—¿Por qué no regresa a su casa y mañana le digo a ChangBin que vino a buscarle? Él le llamará —respondió parándose a un lado de la puerta esperando a que la mujer saliera.

—Sé que hablo muy claramente y puedes procesar todo lo que te estoy diciendo, Lee —articuló como si el chico fuera un completo estúpido con el que hablaba—. Y no te conviene hacerme enojar, él es menor de edad, fácilmente irías a prisión —amenazó y fue inevitable no soltar una carcajada para Félix al oír semejante amenaza.

—Mire, yo no tengo aquí a nadie a la fuerza. ChangBin el día que él quiera puede tomar sus maletas e irse con usted, pero dudo que eso sucede —dijo burlón al notar como el rostro contrario se tornaba rojo debido a la furia.

—¡Escucha bien lo que te voy a decir! —dijo ya más que enojada, señalandole con el dedo índice.

—... Ten mucho cuidado con lo que vas a decir —la voz de ChangBin venía desde las escaleras.

—Hijo, ¡qué bueno que estás aquí! Trae tus maletas y vámonos —demandó.

—¿Quién le ha dicho que estaba aquí? —dijo Seo con una enorme frialdad.

The Game [ChangLix] Where stories live. Discover now