Les presento a la casa

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Todo estaba en gran calma en aquel amplio y acogedor hogae para recibir el domingo por la mañana, silencio pacífico solo interrumpido por el canto de las aves y el viento danzando entre las hojas de los árboles...

...Si tan solo fuera posible...

Y camino a mi cuarto muy lentamente... Con la esperanza de verlo...

Se escuchaba a todo volumen la voz del joven de origen latino a veces simulando que el palo de la escoba era su micrófono, y en otras, su pareja de baile mientras daba un giro sacando una oleada de polvo por la puerta al ritmo de la música.

La radio resonaba por una buena parte del edificio mientras una figura con pantuflas, escoba en mano y delantal rosado cantaba con alegría mañanera mientras limpiaba.

Y cuando sale a caminar... Me saluda con una sonrisa... ¡Que de veras me conquista!

Exclamó con un ligero rubor en la cara y una sonrisa de oreja a oreja que mostraba el coqueto hoyuelo de su rostro y la pequeña division en su colmillo.

El chino del apartamento 512, el que hace a mi pobre corazón saltar

Cantaba Miguel Rivera con una gran alegría característica de su precioso México y sus inigualables pasos de baile además de poca timidez moviendo la cadera.

"¿Como diablos está de ese humor mientras limpia un domingo por la mañana?" Puede que se pregunten. Bueno, la casa Rivera siempre esta trabajando incluso los domingos por la mañana así que si no querías sufrir la ira del chanclazo de Mama Elena tenías que ayudar, y esa costumbre se le quedó a Miguel incluso ahora que no vivía con ellos.

Aunque su burbuja de alegría de limpieza se rompió al escuchar una puerta abrirse de un fuerte golpe que resonó en toda la casa, incluso tirando a cierto canoso de su cama por el susto.

Un furioso japonés de muy inusuales grandes ojos con largas pestañas y de mirada tan penetrante como sus ojeras de mapache llegó con el joven Rivera con una expresión que delataba su sed de sangre como un asesino en serie.

El mexicano solo empezaba a rezar a sus adentros, se había olvidado por completo de que su esposo estaba en época de entrega de trabajos para la empresa, osea, dormía menos que un universitario en exámenes.

"Avemaríallenaeresdegraciaelseñorestacontigo..." Iba recitando a toda velocidad en su mente de solo ver a su amado ir acercándose con su aura asesina y con sus pasos resonando en la sala.

-MIGUEL- Llamó Hiro Hamada erizando la piel morena empezando a sudar frio.

-¿S... Si chinito?- Tartamudeo el mas alto aunque menor.

Al ver como Hiro levantaba los brazos estaba listo para su fin, ya su yo interno estaba preparando el testamento de lo poco que tenía en el que le dejaba su amada guitarra a su hermana menor.

¡Cuídala mucho Coco!

Sin embargo el chingazo nunca llegó, en cambio sintio dos palmadas no muy fuertes en sus mejillas provocando una trompita de pescado con sus labios.

Nigga what?

Ok... Eso no era lo que esperaba.

-Te amo, en serio, te amo, eres el tamalito de mi corazón y a quien mas amo en este mundo...- Comenzó a decir el nipón de cabello alborotado provocando que un sonrojo se apareciera en la piel acaramelada del mas alto.

Kheztaphazanda, Hiro normalmente no... Mejor dicho... ¡NUNCA era así! ¿Será que algún proyecto salió mal y le hizo un cambio de personalidad?

One-Shots Kuban, Hiroguel / Higuel Y Hijack / FrostcupWhere stories live. Discover now