El pequeño secreto de Coco

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Las cosas  que ponga con esta letra medio inclinada significa que están en inglés.

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El día del invierno había comenzado bastante nevado. Y la verdad, yo solo esperaba no enfermarme. Así que hice lo que toda niña de mi edad haría.

Quedarme hecha bolita entre las sábanas y las almohadas aferrándome al calor que habia conseguido en la posición que tenía.

Cuando me dijeron que vendríamos a San Fransokyo en invierno para visitar a mi hermano, me supuse que sería mucho mas frío que Santa Cecilia. Pero no me imagine que llegaría a tanto.

Aunque había una ventaja, ¡veríamos a Miguel luego de muchos meses! Tengo tanto que quiero contarle. Como el que ya mis dientes del frente volvieron a nacer. O que Pepita engordo 2 kilos.

-¡Coco, alístate nena que ya casi salimos!- Pude escuchar a mi mamá decirme desde la sala del cuarto de hotel.

-¡Voy!-

La verdad no me gustaba la idea de salir del pequeño capullo de calidez que me había formado, pero mi deseo de ver a Miguel lo superaba. Así que hice lo mejor que pensé.

Salí de la cama de un salto y a toda velocidad tomé una toalla con mi ropa y me encerré en el baño lo mas rápido posible. Por suerte en esas duchas el agua caliente salía rápido así que fue soportable. Luego de secarme me puse la ropa que compramos al llegar a San Fransokyo.

Aunque eso fue otro gran reto.

Pues ni mami ni papi saben nada de como se debería de vestir en invierno, así que tuvimos que guiarnos por las recomendaciones de las chicas de la tienda. Aunque eran muy lindas y me cayeron bien, no me gustaba tener tanta ropa encima, con solo mi vestido y sandalias estaría bien. Pero el frío no dejaba que me diera ese capricho.

Realmente me siento gringa.

Aunque debo admitir que me gustaba la ropa, así que solo me dejé vestir. Además quería estar bonita para ver a Miguel, ya verá lo mucho que crecí en el tiempo que no nos vimos.

4 centímetros para ser exactos.

Mas le vale no haber crecido mas.

Salí del baño camino a la cocina donde ya mi mamá y mi papá estaban desayunando. Sabía que estábamos en suelo estadounidense, pero aún así seguía apreciando los huevos revueltos con tomate de mi mamá. Luego de que el par de tortugas se fueran a vestir, salímos camino a donde trabajaba Miguel.

Quizás te preguntes, ¿Por qué él no va a recogernos? Bueno, es muy simple. Él no sabe que estamos aquí, mis papás quisieron visitarlo de sorpresa. Aunque mamá Elena y los demás no pudieron venir, nos dieron varias cosas para darle. Incluídos tamales.

-Enrique te estoy diciendo que es por la otra calle- Dijo mi mamá.

-Que no mujer, confía en mi, yo sé lo que hago-

Él no tiene idea de lo que hace.

Y ella sabe que él no tiene idea de lo que hace.

Y esto es lo que pasa cuando tus padres no saben usar Google Maps. Que problema. Aburrida de escucharlos discutir decidí irme a pasear por las cercanías, pues por suerte estábamos en un pequeño parque.

-Iré a caminar un poco- Avisé.

No sé si me escucharon, pero yo cumplí.

Todo era muy extraño en esa ciudad. Había colores por doquier aunque al mismo tiempo había muchísimo blanco por la nevada. También habían muchas personas pálidas, y otras con los ojos un poco rasgados. Como chinos. Estuve merodeando por un rato en los alrededores sin alejarme demasiado de mamá y papá cuando de repente sentí que mi bota se atascó en algo y caí sobre la fría nieve.

One-Shots Kuban, Hiroguel / Higuel Y Hijack / FrostcupDonde viven las historias. Descúbrelo ahora