Capítulo 28| Ser mala es bueno

1.3K 142 7
                                    

A I L E E N⚡️⚡️⚡️

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

A I L E E N
⚡️⚡️⚡️

Solo quería ser feliz, toda mi vida he sido el blanco de las venganzas en contra de mis padres y ahora que soy una adulta que quiere tomar las riendas de su vida, llega alguien y me arrebata lo que en mi cabeza era el sueño perfecto. Las personas que creía que eran mis amigos me traicionaron, tengo enemigas que solo me quieren ver muerta por algo que no tengo nada que ver y mi novio murió por mi causa. Ahora comprendo porque mi padre es tan gruñón y firme con sus mandatos y porque mi abuelo es un paranoico con que lo vayan a traicionar, al final del día están solos y eso los destruye. Intente ser diferente para que todos puedan ser felices, pero resultó ser que a nadie le importo ver por mis sentimientos, si sufría o me moría por dentro. Todos veían por ellos y nadie más, tan solo mis primos más cercanos me cuidaron cuando necesité que me ayudaran a mantenerme en pie. Cuando los cimientos de mi ser estaban amenazando con caerse, mis primos estuvieron allí dándome ánimos, cuidándome y soportando mi tristeza. Ellos me vieron en mi punto más bajo y aun así decidieron estar conmigo, sentarse en ese agujero hasta que me decidiera a sacar la cabeza y ver más allá. Me gustaría decir lo mismo de muchos de mis amigos, pero parecía que eso sería imposible, nadie piensa en los sentimientos de los demás.

En mi oficina no paraba de pensar en las palabras de mi abuelo, Artemis hizo todo esto, pero no terminaba de entender ¿por qué querría hacer todo esto? Sin perder tiempo le pedí a una de las ninfas que le dijera a Artemis que viniera inmediatamente a mi oficina y pedí que me hicieran un té para calmar mis nervios. Ada apareció quince minutos después con una bandeja con un té de tilo y galletitas de vainilla con chispas de chocolate, mis favoritas.

—Muchas gracias Ada, ¿le diste mi mensaje a Artemis? —consultó agregando azúcar a mi infusión de hierbas.

—Si princesa, dijo que vendría enseguida, está terminando sus tareas. Con su permiso —respondió la ninfa saliendo de mi oficina, hoy no tenía paciencia o ánimos para hablar con nadie. Lo que me acababa de enterar pone en jaque todo lo "bueno" que hizo Artemis por mí. Tomando un par de sorbos del té traté de mantener la mente fría, enojada, lo único que conseguiría es estropearlo todo. Tengo que analizar la situación y mantener la compostura.

—Me llamabas Aileen —por la puerta ingresó finalmente Artemis, me giré con un rostro serio, no podía fingir que estaba feliz, cuando lo único quería era golpear a Artemis.

—Siéntate. Recientemente, se me ha informado que ocurrió una visita sin autorización al tártaro, sitio al cual se le tiene prohibido el ingreso a todo aquel ajeno a la corona. ¿Quieres contarme qué hacías allí? —consultó tomando un sorbo de mi té, sin perder la calma, tal y como mi madre siempre me había enseñado que debo comportarme. De reojo noté como el castaño se ponía cada vez más nervioso, ya se dio cuenta que lo estoy por atrapar o que ya lo pillé.

—Ah... lo siento Aileen fui por curiosidad —se apresura a contestar, mi mirada gélida lo hizo estremecerse, note en sus ojos que tenía miedo y que sabía que conocía su mentira.

La hija de Zeus y Hera [1.2]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora