2 . Tormenta para Lobos

759 95 18
                                    

Con pisadas suaves, sus patas se hundían en la nieve. Sus ojos de un intenso verde brillaban entre el pelaje de un pulcro blanco. Frente a él estaba un conejo adulto, hurgando en la nieve buscando alimento, cubierto por un grueso pelaje.

Kotine bajó su cuerpo mientras se acercaba, moviendo sus orejas para estar atento a cualquier señal de su ambiente.

No estaba del todo concentrado, ¿sus ropas las habría olvidado? Volteó ligeramente hacia atrás, viendo el pequeño costal donde las guardaba, oculto bajo un montoncito de nieve.

El joven lobo dirigió su atención inmediatamente al conejo, que parecía más descuido que él ese día.

La caza para un lobo, o al menos así funcionaba en su manada, era como una de las tareas más importantes, y los roles en estas estaban bien claros: los adultos buscaban presas grandes, y más peligrosas; el líder definía si él podía lidiar con la presa, o bien cuantos Betas necesitaría para asegurar el éxito.

En general, la caza en grupo era una de las más usadas por los Betas; de un Alfa se esperaba que pudiera conseguir su alimento, y más. En la manada existían cuatro Alfas incluyéndose: la pareja Alfa, y su cachorro—un chico de la misma edad—eran los otros.

A veces, cuando se cruzaba con el hijo del líder—Matya—, éste le lanzaba una mirada curiosa, no esperaban en la manada que los Alfas fueran juguetones cachorros, y mucho menos blandos entre ellos.

Konstantine quería ser amigo de él, al ser similares, pensaba que eso sería interesante. Algunos en la manada eran críticos con el carácter dulce de Kotine; pero él quería ser cercano con los otros miembros; cuando no estaban los adultos, y había terminado de cazar antes, jugaba un rato en su forma lobo con los otros jóvenes cuando se cruzaba con ellos—los cachorros en edad, estaban obligados a aprender a cazar por sus medios, generalmente solos.

Kotine vio los nubarrones oscuros a lo lejos, sobre el comienzo del bosque de altísimos árboles de coníferas. Y para que la tormenta no lo atrapara, se lanzó de una vez sobre su presa. Una bruma de nieve desperdigada los rodeo, cuando el lobo aterrizó sobre el conejo, encajando sus colmillos.

Cuando capturaba algo pensaba un poco melancólico: ¿Cómo habría sido cazar con su padre?

El blanco—que aún tenía pelaje marrón, vestigio de la niñez—lobo sintió el peso de la presa, y con sus ojos en el comienzo de una ladera bastante escarpada que conocía, decidió ocultarlo para su madre; optó por buscar otra presa para presentar algo.

Tenía que regresar pronto, aunque hubiese cazado poco. No sólo la tormenta lo apresuraba: su madre había estado extraño, y febril, su esencia incluso le parecía inusualmente notable.

Kotine había buscado las hierbas de siempre, tarea imposible en esos días, al parecer la vegetación resintió el frío de ese año; encontró unas pocas, y recordaba que no era ni la mitad de lo que su madre necesitaba.

La tormenta de la montaña cubierta por nieve se acercaba; Konstantine toma el montón de su ropa con su hocico, para volver corriendo con las patas sorteando la nieve blanda.

____________

Las cosas parecían estar fuera de lugar con su manada, la misma naturaleza se mostraba reacia a seguir las dictadas directrices normales de siempre.

En una manada, no se suponía debía existir más que un par de Alfas, y su cachorro; claro que existían excepciones, como la de ese lobo hacia tanto tiempo, y la de ese cachorro Alfa, producto de la poco probable unión de un Beta con un Omega.

Podía decir que su hijo era más fuerte, y ellos sin duda eran la cabeza de la manada; sin embargo, era evidente que el lobo llamado Konstantine iba a desarrollarse como un Alfa prolijo, algo que podría ser desastre para su posición.

Canción para lobos solitarios [Omegaverse]Where stories live. Discover now