Capítulo II

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 Su sonrisa no pierde el toque aunque pasen los años. Moran... Tiene un rostro hermoso debo admitir, si bien sus rasgos son comunes, el conjunto denota una perfecta armonía. ¿Qué mujer en el mundo no quedaría prendada de un hombre así? Los músculos se le marcan debajo de la sudadera gris y su cabello castaño permanece inmóvil aún con el viento de este día.

Somos amigos desde pequeños, conozco todo sobre él y en defecto él conoce todo sobre mí. Es un buen chico y nadie podría negarlo, sin embargo le teme muchísimo a la humillación, lo que lo ha orillado a salirse completamente de sus cabales este último tiempo. Un partido como él haría sentirse halagada a cualquier mujer, por eso comprendo que mi rechazo, y más aún siendo tan cercanos, sea como un puñal clavado directo a su orgullo. Tuve que soportar las miradas envidiosas de quienes hubiesen dado un riñón por estar en mi lugar, y muy a mi pesar, podía comprender su tonto desdeño. Alguien que tiene lo que no quiere, pero que a otros haría muy feliz, puede confundirse con un ser altivo o en su defecto, estúpido.

De igual manera todos los seres humano tenemos defectos y Moran no queda exento de ello; la belleza o el gran atractivo con el que tiene la ventaja de existir, no lo es todo. Y para su desgracia tampoco le otorga la felicidad que tanto desea.

«Como si alguien pudiese ser feliz en este mundo de cartón. Como si alguno de nosotros pudiera evitar convertirse en una bestia»

La respiración se me acompasa un poco cuando vira en mi dirección y me lanza una de sus miradas predilectas, esas donde siento que él me dice vas a ser mía. Le respondo con un leve movimiento de cabeza y me cubro con los brazos el cuerpo para ahuyentar el frío que me invade. Observo los borcegos negros en mis pies y me percato de lo sencilla que me vestí para la ocasión. Elegí una camisa blanca con flores bordadas cubriendo las partes cercanas a los hombros, y un jean azul elastizado que me permite estar más cómoda. Sin lugar a dudas la chaqueta verde no podía faltar; su capucha revestida en corderito es perfecta para éste día. Por suerte o por desgracia, no debo impresionar a nadie, todo lo tendré resuelto por la S.O, mi vida, mi futuro...

Un soplido de resignación me atraviesa.

Llega el tren y todos entramos en orden, sin apresurarnos a tomar un asiento, debido a que cada detalle está fríamente calculado, hay espacio para los que estamos y aún más. Me distraigo por un momento observando que todos los guardias están armados con pistolas eléctricas, en mi parecer, con la finalidad de frenar cualquier disturbio. El aire, a su vez, está cargado de nerviosismo y una gota de alegría que se me antoja casi insoportable. Así que agradezco que el trayecto fuera corto y terminara mucho antes de lo que esperaba.

Bajamos en fila cual condenados a un destino incorregible de agonía y quietud, mientras se me cruzan miles de ideas locas por la mente. ¿Acaso necesitaré de verdad que me lleven a Recuperación? ¿Tendré rota alguna parte de mí que no me permite funcionar con normalidad? En un abrir y cerrar de ojos me sacude la imponente presencia del Centro, enorme un edificio que ocupa más de una manzana. Se encuentra espejado de arriba a abajo con un diseño peculiar, muy diferente al resto del tétrico paisaje. Un jardín lleno de árboles y flores lo asalta en la entrada, guiándonos hacia la puerta principal por un camino de hermosas piedras pulidas. Se podría creer que desvarío pero hasta el aire que se respira parece más puro, como si la construcción tuviera una burbuja invisible que la aislara del resto del mundo. A menudo me pregunto si las otras ciudades serán iguales a ésta.

Son seis en total, con medidas desproporcionales, se elevan a lo largo del territorio, conectadas entre sí y amuralladas hasta los dientes para protegernos de un enemigo hasta ahora invisible. Dicen que la situación es igual donde quiera que uno vaya: las mismas ridículas leyes, los mismos roles y un solo líder que las comanda desde la S.O: Ryden. Un hombre astuto que domina nuestras vidas con tan solo un movimiento de sus manos, al igual que lo hicieron sus antecesores.

Las puertas corredizas se abren y entramos al lugar más pulcro que haya visitado alguna vez. Su interior es blanco por donde se lo mire, pisos relucientes, paredes impolutas erguidas alrededor de cientos de columnas cilíndricas. El mobiliario y los empleados están a juego con el resto de la decoración. No puedo evitar preguntarme cómo hacen para que todo se mantenga así de impecable. Sin duda el esfuerzo que deben de aplicar todos para conseguir tal resultado, debe ser agotador.

Los escoltas nos van colocando en fila frente a un pequeño mostrador que al costado cuenta con un escáner. La asistente sonríe tan amablemente que siento el impulso de golpearla. Sé que tengo que tranquilizarme porque solo está haciendo su trabajo, pero el mal humor se acrecienta cada minuto nuevo que transcurre. Todo mi cuerpo parece apagado, como si lo hubieran desconectado de la energía vital que lo mantenía en movimiento. Todo menos mi cabeza, que no consigue dejarme en paz. << ¿Será que nunca vas a hacer silencio? >> mi voz hace eco en mi interior burlándose de mí.

El guardia pálido me mira con gesto de disgusto, como si supiera que mi ser entero se revuelve en búsqueda de una escapatoria.

-¡¡Señorita!! Avance por favor- susurra impaciente la recepcionista.

Me acerco tambaleante al escritorio

-Diga nombre completo- anuncia mientras escruta cada movimiento de mi parte.

-Olive Dasenville- dejo caer de mala gana.

El guardia mayor me guía hasta el escáner y siento ganas de soltarme de su molesto agarre. Una vez confirmada mi identidad, proceden a marcar mis huellas en un procesador digital, tan pero tan delgado que temo se quiebre con un simple contacto.

La primer parte del trámite se da por concluida y mientras me arrastran hacia el elevador, intento divisar a Moran entre los demás; porque a estas alturas me hace mucha falta ver un rostro conocido.

Sin embargo las puertas se cierran y mis esperanzas desaparecen.


*Las estrellas brillan hasta en la noche más oscura* Deja tu comentario si te está gustando la historia. Me encantará leerte!

Olvidarte (Trilogía)Where stories live. Discover now