Capítulo IX

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Intento arrastrarme fuera de su alcance, mientras veo sus ojos brillar entre la oscuridad. Los ojos de una fiera enardecida que tiene en sus afiladas garras una tonta presa.

Una mano tira de mi cabello suavemente, dejándome sin aliento por un momento. Haciéndome tiritar un poco más. Su respiración en mi nuca me desespera todavía un poco más.

-No la toques- Ordena Malco -Esta es mía, consigue otra por ahí. Y no le quites el ojo al buitre, sabes bien que el jefe lo quiere con vida.

Tiemblo por inercia mientras giro mi cabeza en dirección a donde el hombre señaló. Un poco más al fondo orientado a mi derecha, un joven se encuentra prisionero en el árbol más cercano a nosotros. Tiene los brazos atados a su espalda y una tela raída amordazando su boca. Hasta ese momento había ignorado por completo su presencia, absorta en mi propio peligro; parece mal herido, la sangre le tiñe la musculosa a la altura del abdomen por lo que desde aquí puedo ver, mientras la lluvia lo inunda de frío como al resto. De pronto su mirada se clava en la mía, como si tuviese más lástima por mí que por él mismo.

Mientras yo también lo observo, descubro un destello de peligro bailándole sobre el rostro, aún en la situación en la que se encuentra, emana un aura de completa seguridad y control a diferencia del resto. Apostaría toda la ciudad a que tiene un plan para huir. Lo dice su postura al asecho, que más que desesperación, denota hastío y un enorme fastidio.

Malco se acerca con una sonrisa rompiendo así el breve contacto, entre tanto el otro hombre se ubica frente al joven custodiándolo. Si no estuviese atado, el captor no tendría ninguna clase de oportunidad. Un hombre de elevada edad, extremadamente delgado y desgarbado, no podría vencer cuerpo a cuerpo a un muchacho tan fuerte como ese.

La lluvia hace que el suelo esté más resbaloso, que los olores se mezclen y me revuelvan el estómago como tantas otras veces. Estoy dolorida, el cuerpo no me responde como quisiera, pero debo intentarlo, aunque sea una mala idea, aunque sea la última de todas. Solo es cuestión de tiempo para que la bestia decida eliminarme o mucho peor... torturarme hasta obtener lo que desea. Tomando en cuenta la distancia, los salvajes cercanos y las armas blancas que portan, doy forma a mi plan para escapar. Si no tuviese tanto miedo pensaría con mejor claridad, si no....la pelirroja que vi en el centro escapa veloz como un rayo en nuestra dirección. Quiero advertirle, gritarle que busque otro camino, que aquí la atraparían. Sin embargo ya es muy tarde. Se topa de frente con el hombre más delgado, el que se encontraba vigilando al muchacho, y su desgracia se vuelve mi mayor bendición. Escucho las cosas sucias que le dice mientras la arrastra de vuelta por el camino y un escalofrío me sacude todo el cuerpo. Sin pensarlo dos veces, me abalanzo en busca de mi salvación. Tengo una fracción de segundo para intentar conservar mi vida aprovechando el hueco que se creó.

-No tienes a dónde huir desgraciada- gime mi captor a mis espaldas.

y yo solo ruego para que la lluvia y el follaje no oculten el retazo de vidrio que le suelto al pasar. Ese que había guardado del vaso antes que me llevaran.

El corazón bombea como loco casi saliéndose de mi pecho. Entre tanto las dudas me atacan y esa vocecita en mi interior no deja de volverme locamente desdichada. ¿Qué hice? acabo de poner mi única salida en manos de un completo desconocido. Tal vez el riesgo no me permite analizar con mayor cordura mis acciones. Tal vez, sea que no confío en que mi desgracia me abandone por un instante y logre así, por mi propia cuenta, provocar la herida necesaria para librarme de las garras de mi captor.

Corro con desesperación cuando un dolor insoportable estalla en mi cabeza, luego caigo sin opción en medio del lodo por el impacto.

Una piedra.

Líquido tibio comienza a esparcirse sobre mi frente... es sangre, puedo sentir su sabor metálico cuando se derrama sobre mis labios, tras el segundo impacto.

-Mientras más difíciles se ponen más me gustan-escupe Malco y me arrastra por los tobillos cerca de la fogata. Mis manos intentan aferrarse a las rocas, el pasto y las ramas que se interponen en el camino, sin embargo sólo logro lastimarme e incrustarme mugre en las pequeñas heridas. Pienso que cada minuto que le regale al joven de distracción, es crucial para que logre liberarse. Por eso y por instinto propio, pataleo y sacudo mi cuerpo con violencia, mientras le asesto algún que otro golpe en el torso y el abdomen. Cuando Malco logra poner sus inmundas manos encima mío, las esperanzas me abandonan por completo. Golpea mi mejilla con mucha fuerza mientras me ordena que me quede quieta. Su repugnante aliento rebota sobre mi cuello, causándome una repulsión asfixiante .

Deseo morir pronto, ya no me importa tener que abandonar este mundo, solo quiero terminar con el sufrimiento.

-¡Me das asco!-le suelto para hacerlo enfurecer.

Tal vez así se deshaga más rápido de mi miserable existencia.

La visión de Moran me asalta de repente; cuánto quisiera pedirle perdón, decirle que fui una ingrata. Hubiera sido lindo plantar jazmines en el patio, si no hubiese estado tan jodidamente rota, si su comportamiento no se asemejase tanto al de un patán. Si tan solo lo hubiera amado como él quería... Al menos tendría un futuro, al menos no dejaría de existir sola en medio de la nada misma.

Pongo mis pensamientos lejos, ignoro los golpes que Malco me propina para que vuelva. No le daré la satisfacción de torturar también mi mente.

Cuando aprieto los ojos creo ver la noche con cientos de estrellas imantadas en el ancho cielo.

Nunca me fui, susurra su voz como en mis sueños, dulce, hermosamente tranquila. Y el fantasmal eco de su voz, fusiona toda esta angustia con una extraña paz. Las lágrimas se mezclan con las gotas de lluvia que arremeten sin descanso sobre mi rostro.

Abro los ojos creyendo que llega el final, hasta que diviso su silueta agazapada detrás del monstruo: la visión de un ángel manchado con sangre.

Leo lo que sus labios articulan sin sonido alguno: Corre.

*Las estrellas brillan hasta en la noche más oscura*Deja tu comentario si te está gustando la historia.

Olvidarte (Trilogía)Wo Geschichten leben. Entdecke jetzt