Capítulo V

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-Si no cooperas lo único que lograrás es perjudicarte a ti. No queremos hacerte daño- miente la doctora sin ninguna clase de problema, con su típico gesto de frialdad.

Intento zafarme del agarre de los guardias pero de nada sirve. El rubio había llamado a un compañero para manejar la situación de una manera prolija y así evitar un escándalo. Me tapan la boca para que no pueda gritar; los disturbios en el centro están totalmente prohibidos. Hay una reputación que mantener y eso es inquebrantable.

Mezzra siempre ha debido ser el perfecto ejemplo de orden, justamente para que el resto de las ciudades imiten el comportamiento y no se creen levantamientos. Córtale una mano en público a quien robó y nadie que valore su mano volverá a hacerlo de nuevo. Sin embargo el temor no puede reemplazar el respeto, la admiración, ni la sujeción voluntaria. Todas esas cosas provienen de una libre elección, cosa que ninguno de los líderes permite a los ciudadanos.

Estoy prácticamente segura de que Recuperación será mi próximo destino. Un lugar en el que ya nunca más volveré a ser la misma.

Rabia enardecida me recorre por las venas, me sacudo y revuelvo entre sus brazos con todas mis fuerzas sin obtener resultado alguno. Estoy cansada, ruego para que algo inesperado pase, por ver a Moran atravesando la sala en mi auxilio, pero la decepción se apodera de mí cuando entiendo que él se pondría de su lado. Tienes que calmarte Olive, diría con esa firmeza que lo caracteriza y yo lo llamaría traidor de los labios para adentro.

Por un momento la realidad me golpea sin piedad: estoy sola en el mundo. Nadie echaría de menos a mi verdadero yo, no. Se conformarían fácilmente con el ser sedado y pasivo en el que me convertiría la S.O. Me obligarían a tomar la medicación, a colocarme las inyecciones y a cumplir con cada uno de los protocolos. Porque lo único que les importa a todos estos jodidos, es el supuesto bien mayor. Un bien que al final de cuentas no termina siendo nada bueno.

Lloro, pero no por debilidad, lloro por la bronca que invade cada poro de mi cuerpo. Lloro porque son intocables y mientras viven en su burbuja perfecta, yo estoy rota, de formas que aún no puedo comprender. De formas que no logro sanar.

-Esto no va a dolerte, solo va a relajarte. Sabemos que son momentos de cambios y no siempre es fácil aceptarlos. Pero tranquila, en unos minutos comenzarás a sentirte mejor-agrega la Doctora mientras sonríe como una falsa muñeca de plástico. Juro que voy a borrarle esa maldita sonrisa de un plumazo, juro que....

La droga entra en mi sistema y quema mis venas.

<<Diablos, diablos>> el cuerpo comienza a ceder, la boca se siente pastosa, la lengua no me responde y siento ganas de reír.

Todavía no me sueltan pero retiran la cinta que me cubría la boca. El tirón me deja ardiendo la piel; si no estuviera tan débil le hubiese dedicado una mirada fulminadora al guardia. La habitación comienza a girar y los objetos pierden su forma, se mezclan entre sí fusionándose en nuevas figuras. Los bordes se estiran y se ensanchan rápidamente. Es asqueroso admitirlo pero por un instante me siento aliviada, la manera en la que esa espesa bruma se instala en mi cerebro se siente agradable. Como ese momento en el que uno se queda dormido después de tanto llorar y el sueño arrasa con todos los problemas.

La doctora hace un gesto y los escoltas me acuestan en la camilla. Quiero decirles que tengo frío, que no soporto estar recostada sin una frazada que me cubra, pero muy a mi pesar no puedo más que balbucear torpemente.

Intento.

Porque lo necesito, porque no me gusta estar desprotegida sin un abrigo con el que pueda ocultarme... Sé lo que pasará, mis pesadillas... mis sueños...

Los ojos me pesan tanto que no los puedo detener y ya no forcejeo contra la sensación que me invade, más bien me dejo llevar.

-Por aquí, por aquí- indica el hombre con el hacha.

Puedo verlo desde la pequeña rendija que se forma entre el cúmulo de chatarra. Es monstruosamente alto y su barba tupida le enmarca el rostro haciéndolo lucir más terrorífico.

-Por mucho que te escondas voy a llegar a ti. Y prometo que vas a gritar.

Se le tuerce la boca en un gesto repulsivo. Soy una tonta niña ante un vil depredador.

Tiemblo tanto que casi me olvido de respirar, veo como se acercan cada vez más, dando carcajadas, saboreando de ante mano su pronta recompensa.

El lodo se me pega a la piel y huele de una forma espantosa.. ¿O es el cadáver lleno de moscas que se pudre muy cerca mío? Tiene los ojos cerrados pero su boca está abierta en lo que fue su último grito.

Pronto seré una réplica exacta. Quiero llorar..

Para mi fortuna una cálida brisa azota mi espalda y giro para descubrir de dónde proviene. Un enorme cielo lleno de hermosas estrellas se alza a lo lejos. Extiendo mis manos para tocarlo, intentando transportarme lejos. Creo que estoy muerta pero aún no puedo sentir paz, aún me duele todo el cuerpo y el hambre me consume.

Las voces de los hombres se escuchan más cercanas, ríen, porque saben que pronto tendrán a su presa.

Ahora veo más nítido el paisaje que tengo frente a mí y puedo distinguirlo con claridad.

Su rostro me da calma aunque sé que se acerca mi final.

—Nunca me fui. Nunca me fui...— se desfigura su voz en el viento.

*Las estrellas brillan hasta en la noche más oscura*Deja tu comentario si te está gustando la historia.

Olvidarte (Trilogía)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora