Capítulo VIII

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Los ojos se me cierran, pero el pánico lucha contra los efectos del tranquilizante.

No puedo distinguir por dónde me lleva o en qué parte del centro nos encontramos. Pareciese un lugar prohibido en el que no deberíamos estar. Mientras avanzamos el frío se cuela entre mis huesos cada vez más y más.

A mi alrededor otras mujeres gritan, son arrastradas del cabello, golpeadas con brutalidad. <<No puede ser real>> titilo para mis adentros. Sin embargo lo es, de la forma más espantosa posible, como si todo lo que tanto temía hubiese venido a llevarme.

El lugar donde entramos es húmedo y huele a desechos, hay cables de electricidad haciendo chispas por todos lados, iluminando pequeños sectores llenos de agua, lo que podría convertirse en una trampa letal en cualquier momento. Podría ser un depósito o un garaje...

El hombre que me carga en sus hombros empieza a correr junto a los demás, mientras lanza improperios en todas direcciones. Me sujeta con tanta fuerza que mis muslos comienzan a dolerme.

Algunos de sus compañeros llevan bolsos desvencijados con elementos que fueron tomando a lo largo del camino, objetos por los cuales muchos empleados dieron su vida para protegerlos. ¿Están robando? ¿Quiénes son? ¿Por qué me llevan? Las preguntas atacan mi cabeza como una avalancha difícil de abordar. Por más que preguntase nadie me respondería; ni siquiera tengo por seguro que sobreviviré hasta poder descubrirlo. Solo sé que estoy temblando frenéticamente, maldiciendo el momento en el que quise estar fuera del centro a cualquier costo. Pareciese que el destino envió una respuesta burlona a mis plegarias dándome una medicina peor que la enfermedad. Tal vez lo merecía...

Las puertas se cierran- anuncia una voz al frente. Una luz de esperanza me late en lo profundo del alma. No obstante, bastó una sola frase para que comenzara el descontrol sin freno y la violencia aumentara.

La S.O controla todo, no es posible que esto termine sin su intervención, me repito tratando de tranquilizarme; perder los estribos sería lo peor por hacer. ¿Donde diablos están los guardias? Lamento al instante haberme hecho la pregunta y aunque aprieto los párpados lo más fuerte que puedo, la imagen del cuerpo sin cabeza me sigue a donde voy. Cuerpos rotos con un salvajismo que nunca había visto, excepto en mis pesadillas. Pensaba que eran inventos de mi mente dañada... hasta hoy, donde el perturbador paisaje confirma su existencia.

Una muerte rápida sería el mejor de los finales que puedo aguardar. Una piedad difícil de imaginar en personas tan crueles.

Detrás, un hombre arrastra a una chica de cabello rojo como el fuego, que intentó escapar. Tiene el rostro lleno de moretones y la boca demasiado hinchada, pero no se detiene, sigue sacudiéndose con fuerza y asestando manotazos por doquier.

Vuelvo a concentrarme en la única posibilidad que tenemos, unos pocos metros y las puertas se cerrarán. Respiro con cierto alivio hasta que unas manos mugrosas forcejean y las compuertas comienzan a ceder.

No, no, no...

Colocan en la base de la misma, diferentes objetos metálicos que detienen su avance, dándoles tiempo extra para su huida. ¿Dónde carajos está el gran ejército de la S.O? ¿Cómo puede ser que suceda algo así bajo sus propias narices? ¿Acaso nos dieron por perdidos? ¿ O seremos un leve sacrificio por proteger un bien mayor? Pero... ¿Qué hay de todo lo que se están llevando? ¿Tampoco les interesa?

-Ahora, ahora- dan la orden desde el otro lado.

Golpeo su espalda para intentar zafarme y recibo a cambio una amenaza; no insisto después de observar cómo le quebraban el cuello a un muchacho que llevaban cerca mío. Tengo que ser inteligente si quiero seguir con vida. Apretar los puños, soportar un poco más.

Un tramo más de concreto y luego hierbas enredándose en nuestros cuerpos, entonces .... lluvia, cayendo como torrente sobre nosotros, lodo por todos lados, basura y árboles alzándose impetuosos a nuestro alrededor. Todo mi cuerpo se estremece al descubrir la verdad: el lugar de mis pesadillas existe, es real. O al menos esta es una copia muy fidedigna de todo aquello que tanto me atemoriza.

Los gritos hacen una sinfonía insoportable en mis oídos y me doy cuenta de que estoy recuperando poco a poco mis sentidos. <<Dios>> suplico en lo bajo, mientras el hombre avanza con suma velocidad, como un león astuto y rapaz en su propia selva.

No puedo distinguir otra cosa que no sea pasto, tierra y hojas. Verde, negro y marrón. Pronto va deteniendo el paso y entiendo que lo peor está por llegar; se escuchan disparos a lo lejos, mezclados con interminables sollozos y gemidos. El hedor se intensifica y mi estómago envía señales a mi cabeza, nada bueno puede provenir de allí. No puedo disimular más el terror que me inunda, mucho menos al descubrir los restos del cuerpo desconocido, asechado por cientos de moscas en busca de su alimento. Una escena grotesca que me hace desesperar, rompiendo los límites de mi cordura y control. Quiero pedir clemencia, quiero rogar, pero no sé a dónde fue mi voz. Solo queda el terror invadiendo mis extremidades, congelando mis sentidos y mis pensamientos.

Las risas se mezclan con los llantos y los pedidos desesperados de auxilio. Mire por donde mire hay muerte y sufrimiento, desesperación y tristeza. Llegamos a una zona pedregosa y plana donde me arroja al piso como si fuera un objeto inservible y a la luz del fuego puedo observarlo con mayor detalle. Sus dientes corroídos por los años se ven siniestros desde donde estoy.

La pequeña fogata alumbra el horror en el que me encuentro sumergida.

-Nos vamos a divertir perra.

*Las estrellas brillan hasta en la noche más oscura*Deja tu comentario si te está gustando la historia.

Olvidarte (Trilogía)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora