Marvel One-Shoots

Imagina Tom Hiddleston

Imagina que Tom llega a casa luego haber filmando por un largo tiempo y tu lo extrañaste mucho.

Esperaba que William llegará a casa luego de tres meses en los que se fue a grabar para Marvel. Mientras, para hacer tiempo, me puse a cocinar algo escuchando música a todo volumen, empecé a cantar a los gritos la canción. Luego de meter la carne al horno fui a darme una dicha para sacar el olor a comida de mí. Cuando bajé, tan solo con una vieja camiseta que le había robado a Tom hacía años, mi ropa interior y unas abrigadas medias en mis pies para no sentir tanto frío, fui a la cocina a apagar el horno y en ese preciso instante escuché la puerta.

—¡Amor!

El grito de mi prometido hizo que saliera corriendo a él.

Cuando lo vi allí parado corrí a abrazarlo, quedando con mis piernas en su cintura y apretándolo fuertemente contra mí cuerpo. Lo había extrañado. Él enrolló sus brazos por mi cintura, abrazándome también.

—Hola, nena —susurró divertido.

—Te amo, no vuelvas a irte.

Me besó la mejilla y yo me separé un poco para poder besar su boca, desesperada.

—También te extrañé —dijo riendo.

Pasé mis brazos por su cuello y él se sentó en el sofá conmigo encima, bajó sus manos a mis muslos para acariciarlos y rio al ver su camiseta en mi cuerpo.

—Esperaba algo formal —dijo mirándome como si estuviera enojado, cosa que no resultó porque se le escapó una sonrisa.

—No queremos estar mucho tiempo para sacar un vestido ¿No? Además no mientas... Te encanta verme así por más que parezca salida de la basura.

Empezó a reír fuertemente y yo me deleité con su risa.

—Es que me encanta que seas así de natural, no puedo negar que amo que uses mis remeras, te ves tan sexy.

Mordió el lóbulo de mi oreja para después besar mi cuello.

—Necesito hacerte mía... Tengo que hacerte el amor ya o voy a morir.

Reí levemente, sus caricias me desconcentraban.

—William... —susurré sabiendo que amaba que lo llamara por su segundo nombre.

—Se acabó, voy a hacerte mía, pero ya.

Me cargó hasta la habitación entre besos y un poco de risas de mi parte.

Me pegué a él con algo de sueño, estaba agotada. Él también se veía cansado.

—Te amo ¿Ya lo sabías? —dijo mientras acariciaba mi cabello.

—Cariño, me dices eso todo el tiempo, es imposible no saberlo.

Sonrió algo sonrojado.

Besó mi frente con amor, me acarició la mejilla mirándome como si fuera la octava maravilla del mundo, y admito que yo lo miraba igual. Tomó mi mano para besar mis nudillos. No podía aguantar tango amor por este hombre. Era todo un caballero.

—Deberías parar a menos que quieras que me de un ataque de amor, siempre eres tan perfecto que un día tu perfección hará que muera de amor.

Sonrió para luego abrazarme fuertemente, yo hice lo mismo.

—Quiero que llegue el día, quiero casarme contigo, ya no aguanto.

—Serás mi rey —susurré alzando mis cejas y acariciando su cabello con suavidad, haciéndole mimos, y dándole amor, besé sus labios cortamente

—Serás mi reina... —dijo y una sonrisa increíble apareció en su rostro. —¿Me dejas besarte mucho? Por favor, lo necesito... Es que es de extrema urgencia que lo haga.

—Deberás convencerme, ¿Qué me das a cambio?

—¿Qué no te alcanza con mis besos? Yo beso muy bien.

—No te creo, además no creo que cuente como recompensa algo... Mal hecho —dije con maldad.

—Te lo voy a demostrar.

Encarné una ceja y lo miré burlona.

—Bien, muéstrame.

Se puso sobre mi para besarme lentamente y con amor. Estuvo así por unos dos minutos para luego dejar pequeños picos en mis labios repetidas veces.

—¿Qué te parece? —dijo con la voz agitada.

Sonreí con malicia.

—No está ni cerca de gustarme, para ser rey ni ha logrado convencerme.

—Deberé seguir intentando entonces —dijo sonriente.

—Creo que sí.

Y así siguió nuestra cesión de besos hasta que ambos ya no pudimos seguir, nuestros labios estaban hinchados y adoloridos.

—¿Y? —preguntó.

—Acabo de cambiar de pensamiento, mi rey.

Me agarró de la cintura con una sonrisa.

—En serio te amo mucho... Mucho —me dijo.

—Lo sé mi amor, yo también te amo mucho.

Me pegué a él y él a mi para finalmente quedarnos dormidos.