Chris Evans

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Pateé una piedra frustrada, en el cielo solo había nubes grises, así que iba a llover.

Me senté en una banca, intentando calmarme y pensar.
Estaba lejos de casa, sin un centavo, iba a llover, y aparte estaba enojada. Perfecto.

Suspiré para empezar a barajar opciones... No había opciones. Rodé los ojos y reí sarcástica. Me habían robado, así que tampoco tenía el celular, y nadie iba a llevarme de Capital Federal a Provincia gratis.

'Un pete' pensé, pero inmediatamente reí negando.

Se escucharon un par de truenos y lo único que se me vino a la mente fue que iba a tener que caminar o hacer dedo, y ahí con suerte alguien me llevaría a casa.

—Hola.

Pegué un salto ante la voz de un chico que se había sentado a mi lado, no le presté atención hasta que habló, estaba ocupada pensando.

—Soy Chris —dijo con una sonrisa y extendió su mano.

Lo miré algo asustada y no tomé su mano, quien sabe si me derogaría y secuestraría.

—Perdón sí te asusté, no fue mi intención, es que te vi sola y creí que tal vez necesitabas ayuda o te sientes mal —explicó.

Lo observé por un momento, era alto, su cabello corto y algo rubio,  su cara era muy tierna. No creo que sea malo.

—Soy Carla —me presenté —. Y sí, acertaste en todo —reí triste.

—Uh —hizo una mueca que me hizo sonreír un poco —. Sabés, está por llover, por qué no vamos a un café que está aquí cerca y tomamos algo, y me cuentas que pasó —propuso.

Y ahora sí volví a dudar. ¿Por qué haría eso sí no me conoce?
Pero por otro lado... No hablamos el mismo idioma, lo que me lleva a pensar que no conoce mucho la ciudad, así que sí iba a pensar y expresar todas mis dudas y posibilidades, esta historia sería larga.

Acepté, pero primero mencionando que me habían robado, aunque dijo que no le importaba, que quería que me sienta mejor.

En la cafetería, nos sentamos al lado de la ventana, pronto las primeras gotas se hicieron visibles, sonreí ante el lindo panorama de la ciudad y la lluvia juntas.

Nos trajeron los café con medialunas, noté como el rubio miraba curioso la masa, dándome cuenta de que no las había probado todavía.

Me lo quedé mirando con una sonrisita cuando tomó una para probarla, y reí un poco ante su cara, le había gustado.

—Entonces, ¿Por qué estabas tan mal? —preguntó después de tragar.

—Primero, mi jefe le dio un trabajo que me tocaba a mí a otra chica, el problema con eso es que era uno muy importante y me lo había prometido a mí, incluso soy mejor que ella, y eso es notorio —reí.

—¿De qué trabajas?

—Soy traductora, y también estudio periodismo, pero quisiera poder trabajar en otro lugar, ahí solo les importan las caras bonitas, y como ella es morena, ojos hermosos y cabello de envidia, era obvio que daría igual lo que me haya prometido.

—Eso es injusto, tu inglés es perfecto, me encanta —alagó, sacándome una sonrisa de oreja a oreja. Le agradecí.

—Segundo, salí enojada y a dos calles de donde me encontraste me robaron el dinero, el celular y la tarjeta del colectivo, dejándome tirada a kilómetros de casa. Y finalmente, llueve.

—Tuviste un horrible día —dijo, sonaba apenado.

Asentí mientras bebía el café.

Entre charla y charla me contó que estaba vacacionando, sus amigos habían venido una vez, y al ver las fotos le gustó mucho el lugar, eso sacó mi ego argentino a flote pero me contuve de decir algo.

Finalmente terminamos de merendar, pero la lluvia no había cesado, las personas que había en el lugar no parecían querer irse hasta que pase la tormenta, y nosotros decidimos hacer lo mismo por un rato.

Pero pasó media hora y el agua golpeaba igual de fuerte.

—El hotel donde me estoy quedando está cerca, creo que a dos calles, podemos correr —propuso mirando por el cristal.

¿Ir a su hotel? Eso era otra cosa. Ah pero mi mente es la mejor recordándome que hacer locuras es lo mejor del mundo. Y eso quiere decir que acepté.

Salimos del local cubriéndonos con su campera, que no sirvió de mucho, al llegar estábamos empapados.
Subimos entre risas hasta su habitación, ya dentro me dio una toalla y me ofreció si quería una remera o campera.

—Por favor —dije sonriendo.

Se fue unos segundos y volvió con una campera negra, me indicó donde estaba el baño y me metí.
Me saqué la remera empapada y me quedé con el brasier y su campera, me saqué las zapatillas y medias pero no pude hacer nada con el pantalón.

—Listo, gracias —le dije a Chris al salir.

—No hay de qué... Dime, ¿Hice tu día mejor? —preguntó.

—Definitivamente, gracias —sonreí sincera y lo abracé.

—Voy a pedirte un taxi, pero me gustaría que nos volvamos a ver —sonrió.

Me sonrojé un poco y acomodé mi cabello.

—Claro.

Minutos después el auto llegó, me despedí del rubio con una sonrisa y claro, su número celular.

Marvel One-ShootsWhere stories live. Discover now