CAPÍTULO 10 "CAYENDO SIN RED"

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"A ti. Te quiero a ti"

Carlos escuchaba como eco aquellas palabras. Resonaban una y otra vez en su mente. Te quiero a ti. ¿Qué se suponía que significaba eso? Agachó un poco la cabeza y llevó la mano a su rostro. ¿Gabriel estaba intentando burlarse de él? Porque decir te quiero, no era cualquier cosa, al menos no lo era para Carlos, pero... ¿Por qué Gabriel se veía tan seguro de lo que decía? ¿Por qué sus ojos reflejaban sinceridad?

—No juegues conmigo, Gabriel. —Quería separarse de él, de verdad quería salir de ahí. Y estaba seguro de que no estaba escapando. Porque él no era ningún cobarde. ¡Por supuesto que no lo era! Pero tampoco quería exponerse de esa manera. Su vida universitaria ya tenía el suficiente drama, no necesitaba nada más. ¿Un corazón roto? No mientras pudiera evitarlo.

—No estoy jugando, creo que nunca había hablado más en serio en mi vida. No sé qué hiciste conmigo, solo sé que te necesito cerca.

¿Por qué? ¿Por qué parecía estar diciendo la verdad? Tantas malditas preguntas y ni una sola respuesta. Gabriel lo tenía acorralado, obligándolo a quedarse donde estaba. Encerrado con sus dudas. ¿No sé qué hiciste conmigo? Carlos no recordaba haber hecho nada particularmente especial... o quizá sí. Estaba temblando y no sabía si tenía frío o la cercanía de Gabriel lo perturbaba tanto que le dolía el pecho y los huesos y lo hacía estremecerse completo. Ni siquiera se atrevía a mirarlo a los ojos. Temía que su mirada lo descubriera, que esa inquebrantable voluntad que luchaba por no ceder, se rompiera.

Carlos jamás había sido cobarde. Esas excusas baratas de "no quiero enamorarme para no sufrir", no iban con él. Siempre había creído que la vida era demasiado corta para vivir con miedo.

Pero jamás había sentido algo así de intenso.

Carlos estaba tan asustado, que incluso con el dolor que sabía que le causaría, casi estaba deseando que todo aquello fuera una broma. Estaba esperando las carcajadas. Las burlas.

—¿Qué es lo que quieres de mí? —había preguntado, y la respuesta era todo lo que no hubiese querido escuchar.

—Lo quiero todo.

Carlos se apartó rápidamente. Prácticamente sacó a Gabriel de su lugar de un empujón. El chico tuvo que dar un par de pasos atrás, antes de recuperar por completo el equilibrio.

La expresión descompuesta en el rostro de Gabriel, revelaba la sorpresa por aquella reacción tan repentina. Carlos permaneció unos segundos mirando al piso, tratando de reunir el valor para hablar sin arrepentirse de sus palabras. Intentaba recuperar su respiración serena. No quería mostrar cuan vulnerable se sentía.

—No sé a qué estás jugando, pero quiero que te detengas. —Carlos intentó que su voz saliera autoritaria. Y Gabriel dejó ver una mueca al escucharlo. Abrió la boca dispuesto a decir, cualquier cosa, pero fue interrumpido—. Ya te divertiste lo suficiente conmigo. Y vaya que fue suficiente para ambos. Así que olvida ya este juego extraño, porque yo no soy de esas personas a las que les gusta perder el tiempo. —Gabriel dio un par de pasos atrás, recorriéndolo con la mirada.

—¿Por qué piensas que esto es un juego para mí?

—¿Y qué se supone que quieres que piense? ¿Que esto dejó de ser un jueguito sexual entre el maricón y el tipo que no sabe qué mierda es lo que quiere? ¿Quieres que piense que esto de pronto se convirtió en algo romántico? ¿En algo real? ¿Esperas que crea que ahora me quieres?

—¿Y qué pasa si eso es verdad?

—¡Pasa que eres un maldito mentiroso! ¡Tú no puedes quererme!

MACHOS ALFANơi câu chuyện tồn tại. Hãy khám phá bây giờ