CAPÍTULO 14 "COMO ESTAR EN CASA"

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Realmente no sabía cómo se había atrevido a decirlo. Las palabras se habían formado en sus labios y las había soltado sin más. No se arrepentía, sin embargo. No había sido un simple arranque producto del momento. Lo había dicho porque quería decirlo, porque el sentimiento le estaba quemando el pecho desde hacía un buen rato.

El simple hecho de pensar en la palabra novio seguía sonándole absolutamente lejano y ajeno. Pero pensar en una chica, en una novia, tampoco le sonaba para nada familiar. Tenía claro que Carlos le gustaba de todas las formas en las que una persona podía gustarle. Le gustaba su cara, su voz, su cuerpo, su forma de ser. Le gustaba sentirlo cerca y no se arrepentía de nada de lo que había vivido con él. Lo que sentía por Carlos había dejado de ser algo superficial. Había abandonado lo sexual y lo físico para convertirse en algo que iba más allá. Deseaba verlo sonreír todo el tiempo... deseaba verlo feliz. El simple hecho de escuchar su voz se le había convertido en una necesidad.

Carlos no le gustaba.

Gabriel se había enamorado.

Y le había costado demasiado tiempo admitirlo, pero estaba seguro de que eso era lo que sentía.

—¿Qué dijiste? —preguntó Carlos. Su voz estaba completamente arruinada. Frágil. Avergonzada. Temerosa. Casi parecía estar esperando que de pronto Gabriel empezara a reír y le dijera que todo había sido una broma.

Gabriel no le respondió, se inclinó para levantar la fotografía del suelo. La agitó unas cuantas veces y observó como la imagen se volvía cada vez más clara.

Era perfecta. Carlos era perfecto a sus ojos, con su rostro sorprendido y adorablemente ruborizado. Gabriel no pudo sentirse más seguro de lo que acababa de preguntar. Necesitaba que fuera solo suyo.

—¿Qué fue lo que dijiste? —preguntó una vez más. Su voz casi sonaba desesperada. Y aunque Gabriel estaba muy seguro de la pregunta que acababa de hacer, pocas veces había estado tan nervioso en toda su vida y las palabras se negaban a abandonar su garganta—. ¡Responde! —exigió, y no solo sus mejillas estaban acaloradas. Todo el rostro de Carlos estaba rojo.

—Estoy seguro que me escuchaste bien —Gabriel respondió por fin. Suspiró profundo, intentando serenarse—. Tú sabes bien lo que dije.

Carlos se alejó de inmediato de él y se hincó en la hierba, mirándolo fijamente.

—No juegues con algo como esto —espetó en tono molesto—. No es gracioso.

Fue el turno de Gabriel de levantarse de su posición.

—¿Después de todo sigues dudando de mí? —preguntó. Se puso de pie y Carlos lo siguió, plantándose enfrente de él. Su actitud era completamente defensiva—. No sé qué es lo que debo hacer para que me creas. Incluso dejé que tú...

No pudo evitar el tono de frustración en sus palabras. Gabriel estaba sintiendo demasiadas cosas por Carlos desde hacía mucho tiempo. Se lo había dicho varias veces y él insistía en no creerlo. La situación se volvía desesperante y al parecer, Carlos se dio cuenta de que Gabriel estaba a punto de dejar de insistir. Estaba a muy poco de darse por vencido con él.

—Lo siento —se disculpó en voz baja—. No es tan fácil, ¿sabes? Tu mentalidad era muy diferente antes de mí. Yo nunca esperé cambiar tu opinión acerca de personas como yo. Nunca esperé que nada de esto sucediera y...

—¿Te arrepientes? —Gabriel preguntó. El temor se filtraba en sus palabras. Casi estaba aguantando la respiración en espera de una respuesta. Volvió a respirar con normalidad cuando lo vio negar con la cabeza—. ¿Entonces cuál es el problema?

MACHOS ALFAWhere stories live. Discover now