tres

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Toqué la puerta tres veces ya que el timbre no funcionaba, esperé un poco más hasta que el ruido de la llave girándose me llamó la atención.

Segundos después apareció mi abuelo con una gran sonrisa y los ojos cristalinos, hacia ocho años que lo veía justamente después de mi cumpleaños de quince.

El abrió los brazos y me acerqué a él para abrazarlo, sentí mi hombro un poco húmedo a causa de sus lágrimas.

—Estas enorme Ro—susurró mi abuelo, Óscar y me apretó un poco más, pude ver como mi abuela se acercaba con una sonrisa hasta nosotros a lo que yo le sonreí—Y re linda, obvio.

—Gracias abu—sonreí y le saqué las lágrimas, era muy sensible y cuando viví con ellos, éramos muy apegados—Hola Lela.

—Hola Lolita—habló, sonreí al ver por como me había llamado, me había puesto ese apodo porque cuando era chiquita tenía una muñeca que se llamaba Lola y era idéntica a mí.

Sus manos rodearon mi cintura y empezaron a sobar mi espalda, aspiré su perfume dulce y me separé de ella para poder mirarla con una sonrisa.

—Vení que te acompaño a tu pieza—ordenó, asentí y agarré mi valija.

—¿Y esta Romi?—preguntó mi abuelo señalando la otra valija, solté un suspiro y rodé los ojos.

—Un pelotudo me la tiró y se rompió la manilla—contesté recordando al ojiverde que me había tirado la valija.

Mi abuelo se empezó a reír y negó con la cabeza, para después cargar la valija y empezar a llevarlas a mi habitación.

Me dejaron un rato ahí para poder acomodar mi ropa en el placard, sacar los libros y ponerlos en las estanterías y demás, en sí acomodarme.

Agarré una pila de ropa y me dirigí al baño para pegarme una ducha rápida, estaba cansada y necesitaba relajarme un poco.

Abrí la canilla y esperé a que se calentará el agua mientras tanto me iba desvistiendo y buscando la playlist de música.

Una vez ya dentro de la bañera, me pasé los productos para mi cabello y el gel de ducha, me quedé un rato más y a lo último puse agua fría para pasarme en las piernas así mejoraba un poco la circulación de estas.

Salí con una toalla enrroscada en mi cabeza y cambiada, agarré la ropa sucia y bajé para llevarla al lavadero, escuché unas risas provenir del patio pero no le di ni bola.

Pasé por el living nuevamente y justo me crucé con mi abuela quién estaba con una sonrisa y negando al mismo tiempo.

—Ro vení, te tengo que presentar a nuestro a alguien—me agarro de la mano y me arrastró, antes de entrar en la cocina de donde había salido ella, me frene.

—Bancame que dejó la toalla y me peino—informé y ella asintió con una sonrisa para después entrar en la cocina.

Subí rápido las escaleras y me saqué la toalla para colgarla en un ganchito que había detrás de la puerta del baño, agarré el peine y empecé a pasarmelo por el pelo para sacar los nudos y que se quedará completamente liso.

Pasé mis dedos por el para darle un poco de volumen y no parecer una monja. Salí del baño y volví a bajar las escaleras.

Ya eran las ocho de la noche y oscurecía, el olor a pizza que venía de la cocina me hizo apurarme un poco más de lo normal.

Pasé la puerta y ví a mi abuela con unos vasos en la mano y pasando la otra puerta que tenía la cocina, está daba al patio.

Volví a escuchar risas y ella también rió, fruncí el ceño sin entender y me acerqué a la heladera para sacar la gaseosa.

—Lola dale. Hay fernet acá—avisó mi abuela mirandome, giré la cabeza y vi a mi abuelo con la camiseta de un club de fútbol, negra y blanca y a otro chico con otra igual.

—¿Qué?—me animé a preguntar y ella rodó los ojos.

—Dale Lo, vení—me llamó esta vez mi abuelo, hice una mueca y agarré un vaso para empezar a caminar hasta ellos.

Una vez salí por la puerta, el acompañante de mi abuelo se giró y me miró.

Abrí mis ojos de par en par el reconocerlo, el chico de la valija estaba delante mío con una sonrisa divertida al ver mi reacción.

Me esperaba una larga noche por delante...

heal ; paulo dybalaWhere stories live. Discover now