diecinueve

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Paulo

Despegue la vista de la prima de Roma, quien me hablaba de su carrera la cual no estaba prestando mucha atención, para ver como bajaba las escaleras cambiada ya que nos íbamos a ir a cenar por algún lujoso restaurante de Costa Amalfitana, la ojiverde sonrió al verme y me levanté para ir hasta ella y saludarla.

—Preciosa—acoté antes de plantar un beso en la comisura de sus labios, cuando me separé vi la gran sonrisa que estaba en su cara—¿Qué pasa?

—Nada, estas muy lindo—me elogió, no pude evitar comermela a besos haciéndola reír entre medio de estos—¡Basta!

Me separé y ví como sus cachetes estaban bastantes rosados, no le gustaba que hiciera eso en público pero era inevitable no hacerlo, me causaba ternura y me encantaba ponerla colorada.

—Ya nos vamos tía—informó mientras agarraba el bolso—Venimos tarde.

Nos acercamos hasta la tía de la cordobesa para despedirnos de ella al igual quede su prima, la ojiverde se quedó hablando un poco más con ella aclarandole que ibamos a estar bien y que no se preocupara que cualquier cosa la avisabamos. Una vez terminada la charla salimos de la casa y agarramos el auto para ir al restaurante acordado en Costa.

No tardamos mucho en llegar alrededor de unos diez minutos en auto, el restaurante era bastante grande tanto que tenia terrazas por delante y por detrás, más un segundo piso, era de ambiente antiguo pero estaba muy bien cuidado, la mayoría de los muebles eran de madera, las paredes de un color blanco casi crema, con muchas luces por todo el restaurante y algunas macetas tanto en el primer piso como en el segundo.

Decidimos ir al segundo piso ya teníamos una mejor vista del mar y del paseo el cual estaba lleno de gente con mercadillos, gente afuera de boliches, corriendo o haciendo otras actividades.

—Es hermoso este lugar, nunca había venido—comento mientras observaba atentamente el lugar, lo cual me alegraba pero más me iba a alegrar el motivo por el cual la había invitado a cenar—Pagamos a medias.

La mire divertido porque siempre se quejaba de que le pagaba todo y llego al punto en el que no me hablaba días por hacer eso. Alzó una ceja haciéndome entender de que esta vez lo decía en serio. Apoyé las manos sobre la mesa y me tire para delante dándole un corto beso.

—Te lo digo en serio.

No le di bola ya que había llegado el camarero para pedir la orden de ambos, la cual no tardó mucho en llegar. Roma se había pedido unos ravioles con gambas y nata para cocinar mientras que yo unos spaghetti al pesto.

La cena se basó en anécdotas por parte de los dos, mi carrera de fútbol, también cabe destacar que salió el tema de la madre de la ojiverde, la cual la había abandonado con apenas siete años y su padre, Alberto, se había encargado de ella por un tiempo hasta que cayó enfermo por la ausencia de la madre de su única hija con lo cual se hicieron cargo de ella sus abuelos.

Estire la mano de la ojiverde para que se levantará de su sitio y se sentará encima de mis piernas, pase mis manos por su cintura y la acurruqué  en mi pecho.

—¿Sabes por qué te invite a cenar?—pregunté después de unos minutos de silencio mirando las vistas de aquel lugar, la vi negar lentamente, le puse el pelo para un costado para que me mirase y vagamente lo hizo—Porque quiero que seamos novios ofialmente, ¿que decís?

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Oficializan o no?🤔

heal ; paulo dybalaWhere stories live. Discover now