final

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Paulo
14 de noviembre de 2018

Rodé la llave y abrí la puerta, había llegado de un gran día de entrenamiento y estaba muy cansado ya que nos habían hecho hacer de todo. Dejé la mochila a un costado del sillón y fui hasta la cocina donde se encontraba mi mama, nada más entrar ella se dio la vuelta y me miró con pena lo cual me preocupó bastante.

—¿Qué pasó?—fue lo primero que pregunté, bajé un poco la vista y vi que tenía el teléfono fijo en su mano—¡Mamá!

Se quedó callada sin mirarme haciéndome desesperar mas de lo que estaba, después de unos segundos reaccionó y se acerco a mi para darme un abrazo, al poco tiempo sentí mi remera empapada, estaba llorando. Me separé un poco de ella tratando de buscar alguna explicación por la cual ella estaba así.

—Roma está en el hospital—informó y volvió a abrazarme. Me quedé estático procesando palabra por palabra todo lo que había dicho mi madre, mi novia estaba en el hospital.

Me separé de ella y rápidamente volví al living para agarrar mi mochila e irme al hospital en el que estaba mi novia. 

—Está en el hospiten—comentó mi progenitora y le agradecí internamente por decirme en que centro se encontraba la cordobesa—Voy con vos.

Asentí y sin esperarla salí de mi casa a pasos apurados, saqué la llave del auto del bolsillo y apreté el botón para abrir el automático. Entre en el auto y lo arranqué mientras esperaba a mi mamá que no tardó más de dos minutos en venir y sentarse en el asiento del copiloto.

El trayecto era de unos treinta minutos pero a la velocidad con la que recorría la carretera tardé la mitad de lo acordado, estacioné en el parking del hospital y salí a las corridas a la entrada de este. Una vez entré y fui a la recepción para saber en qué habitación se encontraba mí novia.

Cuando recibí la información acordada, agarré el ascensor y me dirigí a la planta dos, pieza veintiuno. En el pasillo se encontraban los abuelos de mí novia, Cristina con un libro de hacer crucigramas y Óscar tomando café, cuando llegué hasta ambos dejaron de hacer sus cosas.

La primera en hacer algo fue su abuela quien se abalanzo a mis brazos para después empezar a llorar sobre mí pecho nuevamente, sobé su espalda y después de unos minutos se separó y fue Óscar el que se acercó para darme un apretón de manos.

—¿Que pasó?—me animé a preguntar cuando me senté en el medio de ambos, el mayor se giró y me miró.

—Tuvo un accidente con el auto—contó mientras una lágrima caía por su cachete derecho—No quiero que otro integrante de mí familia muera por un accidente de auto.

Y ahí fue donde me acordé que el progenitor de mí novia, había muerto por ese tipo de accidente.

—Esta en terapia intensiva, en un rato la traen—comentó ahora la señora mientras se sonaba con un pañuelo la nariz, asentí.

Escuché unos tacones y ví a mí mamá acercándose con dos tazas de café y una revista.

—Gracias—le agradecí cuando me extendió la taza, asintió y le comento a los dos familiares de mí novia si querían algo, los cuales les respondieron que no—¿Por qué no van a descansar un rato a casa? Yo me quedo acá, cualquier cosa les aviso.

—No...

—En serio, Cristina vaya y descanse. Yo les informo cualquier cosa—expliqué y ella un poco convencida termino aceptado—Ma, llama a Mariano, así los acompaña yo me quedo acá.

Asintió y se llevó a los dos mayores, me puse a esperar en los asientos que había allí mientras tomaba el café que me había traído mí mamá.

heal ; paulo dybalaTahanan ng mga kuwento. Tumuklas ngayon