Prólogo

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Era el cielo de siempre. Eran los rostros de siempre. Era el refugio subterráneo, el túnel cavado en el muro para ver otra vez la luz, el silencio antes de la última pista escondida al final del disco. Un dónde, en un mundo en que ya no existía ningún lugar. Un cuándo, en una realidad sin futuro. Era el comodín aparecido en el mazo en el momento crítico de la partida. Pero por el momento no era más que una jaula. Una ilusión de la mente. Aunque realista, creíble y verdadera. Auténtica como el soplo de viento que se elevaba del paseo marítimo de Barcelona en aquella tarde de invierno, arrastrando por doquier octavillas rojas y azules en una danza sin coreografía. Sincera como el sentimiento que entrelazaba los destinos de Dinah y Normani y que las había llevado hasta allí. Fuera de la pesadilla. Dentro de una nueva prisión. El asteroide había borrado la vida sobre la Tierra, eso lo recordaban perfectamente. En cualquier posible dimensión paralela, en cualquier rincón del Multiverso. Pero ellas lo sabían, quizá siempre lo habían sabido. Nuestra mente es la clave. En el instante en que el Apocalipsis había decretado el fin de la carrera, sus ojos se habían apagado. Como los de cualquier otro habitante del planeta. Sin embargo, los ojos del cuerpo no son las únicas ventanas abiertas a la realidad. ¿El disco había terminado, o los segundos seguían corriendo en el silencio, a la espera de un nuevo inicio? Dinah y Normani ignoraban por completo dónde se encontraban. Estaban a salvo, pero al mismo tiempo estaban muertas. Por lo que sabían, vagaban en un lugar de recuerdos, prisioneras de un fragmento mental, de un eco de la catástrofe, mientras el mundo verdadero era un desierto de cenizas. Y entonces, ¿cuál era, en realidad, el mundo verdadero? Y ¿quiénes eran ellas? ¿Qué había sobrevivido y qué había terminado para siempre? La silla de ruedas de Ally había aparecido solo pocos segundos antes desde el fondo de la calle. Ella se había acercado y ante la mirada incrédula de Dinah y Normani había pronunciado una simple frase y abierto otra vez la partida.

—Ánimo, chicas. Salgamos de esta jaula. Luego se había puesto de pie. De pie sobre sus propias piernas. Y había sonreído.

Bienvenidos a Memoria. El lugar donde el único escenario posible es el recuerdo.
El interminable silencio entre el fin del disco y el inicio de la pista escondida.

Memoria (Adaptación Norminah)Where stories live. Discover now