Parte 18

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El almacén 3F era un área de depósito en el interior de un vasto pabellón en la planta más baja del sector C. La planta más baja para Ben, naturalmente. En efecto, en el nivel inferior de cada bloque se encontraban las salas de máquinas, las unidades eléctricas, la cabina de pilotaje y los alojamientos de los timoneles, o sea, de toda la tripulación responsable de la navegación. Pero ni Ben ni Sara habían puesto nunca un pie allá abajo.

Cuando llegó al almacén, Alan lo acogió con la mirada baja y seria, como de costumbre. El muchachote de treinta y ocho años, casi del todo calvo, obeso y de gafas gruesas, quebrantaba a menudo las reglas. Alan sufría de autismo. En ciertos aspectos era muy poco fiable, pero en la gestión del almacén sabía cumplir con su deber. Era capaz de desarrollar su cometido de la mejor manera, y sobre todo de no discutir. Llamaba a todos «capitán», hasta a los encargados de la limpieza. El programa preveía la inclusión de personas como él en la máquina productiva, sin tareas de decisión, sino de gestión. No se abandonaba a un muchacho en apuros, se lo convertía en un diligente trabajador. Se le daba una oportunidad. O, al menos, esto era lo que se comunicaba a la gente para mostrar una fachada siempre loable.

—Capitán, ¿necesitas medicinas? —empezó el muchachote sin levantar la mirada, mientras

desenroscaba el tapón de una botellita de agua Frey.

—¿Dónde ha ido a parar tu panel?

—No funcionaba, capitán. Se lo he dado a los de asistencia. Me traerán uno nuevo.

—Entiendo. Por tanto, si te pregunto dónde están las probetas de 12 de la Synthesis no puedes acceder al archivo para responderme.

Ben sabía que le acababa de hacer una pregunta de respuesta previsible, pero era un juego que le agradaba repetir cada vez con el encargado del almacén, como una tradición que respetar. No existía ningún archivo en el panel. O, mejor, existía. Pero no podía competir con la base de datos encerrada en la cabeza de Alan.

—Capitán, las probetas que buscas están en la fila 38, estante 6. Paquete azul con borde color amarillo oro. Código de producto X3... espera... X3-48-AG9. Sí.

Ben estiró los labios en una carcajada mientras miraba a Alan, que tosió.

—Eres el mejor —concluyó; luego se volvió y desapareció por uno de los pasillos.

La solicitud era naturalmente una distracción.

El único interés de Ben era hacerle creer al muchacho que lo necesitaba para algo. Estaba seguro de que Sara habría hecho lo mismo. Entrar sin un motivo preciso habría despertado las sospechas incluso de un empleado especial como Alan, bien adiestrado para denunciar anomalías. Para muchos, el Gobierno era benévolo y magnánimo al ofrecer puestos de trabajo a personas con distintos tipos de minusvalía. A los ojos de Ben, en cambio, gente como Alan trabajaba porque seguía esquemas de comportamiento lineales, fáciles de modelar y dirigir. Si hubiera visto algo extraño, diferente de lo que le habían enseñado y vendido como justo, lo habría denunciado sin perder el tiempo ni experimentar escrúpulos morales. Un peón perfecto.

Sara no se hizo esperar. Apareció de detrás de una fila de estantes y cruzó la mirada con Ben. Los dos se acercaron y permanecieron uno junto al otro, fingiendo que hurgaban entre los estantes.

Hablaron en voz baja sin mirarse.

—¿Qué demonios te pasa? —susurró Sara.

—Me la llevaré. Tienes que cubrirme. Solo puedo fiarme de ti. La mujer abrió desmesuradamente los ojos mientras cogía una caja, simulando leer la composición de un medicamento.

—¿Te llevarás a quién? ¿A la chica? ¿Acaso te has vuelto loco?

Ben suspiró, con los ojos cerrados y las manos apoyadas en el estante.

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⏰ Last updated: Mar 24, 2019 ⏰

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Memoria (Adaptación Norminah)Where stories live. Discover now