Parte 7

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A veces, la envuelven aullidos siniestros e inquietantes. Llegan de las profundidades, son arrastrados por las corrientes y a medida que avanzan toman cuerpo, se agigantan, resuenan en torno. Cuando la embisten, silban y retumban como la suma de mil gritos desgarradores. Dura poco, por suerte. Se alejan pronto. Es la voz de los abismos, rompe el silencio algunos instantes, pasa y se va. Ella puede oír, pero no entender, ni puede ver.

Los párpados están aún cerrados, como muros insuperables más allá de los cuales se yergue una ciudad desconocida. Alrededor, el hielo ha paralizado todo movimiento.

Solo se puede ser, sin existir.

Se puede vagar por otra parte, se puede pensar. ¿Aún se podrá vivir?

—Entonces, Normani, ¿desde cuándo ninguneas a tus amigos del alma? —preguntó Lily con tono sarcástico, mientras Sean reía con los otros varones sentados a su derecha. Ella alzó los ojos hacia el techo del local, sopló y se volvió hacia su compañera de clase:

—Yo no ninguneo a nadie. No sabía que estaban aquí.

—Pero si hemos venido juntos —intervino Gerard, sentado en el lado opuesto de la mesa, con el denso pelo rizado que caía sobre una chaqueta de piel tachonada—. ¿Has bebido?

Normani no consiguió responder. Sacudió la cabeza, luego observó a Sean, a su lado. Sabía que durante la excursión lo intentaría con ella y lo recordaba perfectamente en aquel momento. La mirada del surfer era seductora, su sonrisa era más explícita que una declaración. Con aquella actitud estaba anticipando lo que a continuación se traduciría en hechos. Pero al menos habría podido defenderla, en aquella situación. Frente a las ocurrencias de Gerard y las mofas de Lily habría podido intervenir, si ella le interesaba de veras. Dinah lo habría hecho, estaba segura.

— ¿Me pasas el menú, por favor? —le preguntó, mientras alguien junto a Gerard reía sarcásticamente.

Sean se lo tendió sin apartar la mirada de sus ojos.

Señorita...

—Gracias —respondió Normani, con una sonrisa de circunstancias impresa en el rostro.

En el interior del Hard Rock Café había mucha confusión, y su grupo no hacía más que contribuir a alimentarla. Las mesas estaban todas ocupadas, mientras que los camareros saltaban como chispas enloquecidas para servir a los clientes. En la mega pantalla estaban pasando un vídeo de Rock the night de los Europe, en el cual la banda entraba en un fast food e improvisaba un concierto entre las mesas.

Normani continuaba mirando a su alrededor, desorientada. Se sentía fuera de lugar, como una alienígena caída en una realidad extraña y hostil, mientras sus amigos hacían bromas vulgares sobre las chicas de detrás de la barra y Lily seguía estando en el centro de la atención. Pero no de la suya.

—Voy un momento al lavabo —dijo Normani en un momento dado, después de haber pedido una hamburguesa.

— ¿Te acompaño? —preguntó Camila Cabello, mientras se acomodaba la diadema deportiva sobre la frente para sujetar su densa cabellera rizada. La última imagen que recordaba de Camila formaba parte de uno de los numerosos viajes en que Normani había sido succionada, acabando enfrentada a una realidad distorsionada. Había sido su amiga quien la había socorrido el día en que se había desvanecido en los baños de la escuela, después de un control que le había ido mal, cuando aún creía que sufría alucinaciones.

—No, gracias, voy sola —respondió ella, apartó la silla y se alejó. Un chico detrás de la barra en el centro del local le señaló los servicios, con un gesto que apuntaba hacia la planta inferior, farfullando algo en catalán.

Memoria (Adaptación Norminah)Where stories live. Discover now