Parte 9

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He visto los proyectos, todo es verdad...

¿Cómo puedes saberlo?

Todo acabará... nosotros sobreviviremos.

He visto los proyectos...

¿Cómo puedes saberlo?

Este es su plan...

He visto...

Ally abrió desmesuradamente los ojos.

El confuso enredo de palabras continuaba rebotando contra las paredes de su cráneo, mientras trataba de enfocar la habitación en que se encontraba. Ya no estaba recostada en el dormitorio de su pequeño apartamento en Viale Gran Sasso.

Estaba sentada, con los codos apoyados en los brazos de un sillón de piel blanca, las piernas extendidas una sobre la otra y los pies sobre una mesita. Sentía el peso de las articulaciones inferiores, lo sentía perfectamente. Como en Barcelona cuando se había levantado de la silla de ruedas para demostrar a Dinah y Normani que en aquella realidad estaba en condiciones de caminar, también en el lugar donde se hallaba podía ponerse en pie, estaba segura. Y lo hizo.

La amplia sala en que se había despertado estaba amueblada con un estilo moderno, minimalista. Aparte de algunas repisas y una mesa de oficina, negras, el color predominante era el blanco. A su derecha había un diván semicircular, mientras que una altísima pared-armario frente a ella alojaba un televisor de pantalla plana y una fila de decodificadores en el espacio más bajo.

«Si es mi casa, en esta realidad paralela tenemos mucho dinero...» Ally se volvió y encontró la puerta corredera que daba al exterior. Se acercó, la hizo deslizar y salió. Conocía bien aquella terraza. Era exactamente el sitio que buscaba. El fragmento que había tenido la suerte de vivir durante pocos minutos, antes del fin del mundo. Ahora estaba allí, y quizá tenía todo el tiempo que quisiera. Volvió a la sala y llamó a voces a su madre y a su padre, pero evidentemente no estaban en casa. Sobre las repisas había algunas fotos enmarcadas, la prueba de que por allí no había habido accidentes mortales. Aquellas imágenes eran momentos gozosos de una vida que hasta poco tiempo antes creía que había sido negada a sus padres. Una vida que habían vivido solo hasta que el jeep se precipitó por el barranco, llevándoselos para siempre.

«Pero no hay un solo sendero que recorrer», pensó Ally mientras observaba las imágenes y una lágrima descendía bañándole el rostro. «Vivimos todos los destinos posibles.» Miró hacia el lado opuesto de la sala. Había una puerta.

Intentó llamar de nuevo a su padre, y al hacerlo recordó las extrañas sensaciones experimentadas durante el paso entre una dimensión y otra. Aquellas frases... aquella sonrisa en el rostro sereno.

Dio algunos pasos hacia la puerta, titubeante, la abrió y se encontró en un largo pasillo. Recorrió la mitad y llegó a un tramo de escaleras que descendía a la planta de abajo, pero continuó adelante y alcanzó la ventana al fondo del pasillo. Ally permaneció algunos instantes observando el campo más allá del vidrio, luego dio marcha atrás y empezó a curiosear; abrió cada puerta.

Descubrió un par de dormitorios, ordenados e impersonales, probablemente habitaciones para los huéspedes, y dos grandes baños, uno de los cuales alojaba una bañera de hidromasaje circular. Era posible reflejarse en los sanitarios de tan resplandecientes que estaban. Exactamente lo contrario de su casa. Pero también aquella era su casa, pensó, sin duda tenían una o varias mujeres de la limpieza.

He visto los proyectos... todo es verdad.

Ally trató de expulsar las voces en su cabeza. De nuevo en las proximidades de las escaleras, decidió descender. Se encontró en un amplio vestíbulo. En las paredes había colgados cuadros modernos sobre tela y plexiglás. Un par estaban divididos en trípticos que acababan componiendo un ocaso sobre una playa de arena blanca, y un horizonte nocturno de una ciudad que se asomaba al mar.

Memoria (Adaptación Norminah)Where stories live. Discover now