CAPÍTULO 14

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Le cubrió la boca con una de sus manos, mientras la hacía llegar una vez más, y con ella, él también alcanzaba su liberación.

La sujetó de la mandíbula, y probó su boca nuevamente, intentando recuperar ambos el aliento, mientras continuaba meciéndose lentamente dentro de ella, sin querer salir.

Ya no sabía cuantas veces lo habían hecho, cuantas veces se había corrido en su interior, sólo que no quería detenerse. Era una sensación extraña, pero no podía conformarse, saciar la sed que sentía por ella.

—Y-Ya no puedo —le dijo abrazándolo a su cuerpo—. Estoy c-cansada.

—Sólo un poco más —respiró pesado en su oído, hundiéndose profundamente en su interior, sintiendo como clavaba sus uñas en su espalda.

—S-Sí seguimos... Me voy a d-desmayar, lo juro.

Humana, humana tenía que ser, pensó de cierto modo frustrado. Él quería más, aún no estaba satisfecho.

—Te dejaré dormir un poco —susurró saliendo lentamente de su interior, escuchándola jadear.

—¿Un poco? —sonrió con los ojos cerrados, sintiendo todo su cuerpo laxo.

—Sí, aún no tengo suficiente de ti.

Asintió levemente con la cabeza, y no tardó nada en dormirse. Dariem la observó, y la abrazó a él, besando su hombro, su cuello, cerrando los ojos.

Debía dormir también, aunque su cuerpo aún quisiera más.

-o-o-o-o-o-

Se refregó uno de sus ojos, mientras movía sus orejitas, y se sentaba en el sofá. Observó curiosa donde se encontraba, y al recordar que era la sala de la casa de Narel, sonrió ampliamente.

Se había quedado a dormir en su casa ¿Pero dónde estaba ella? ¿Y Dariem?

Bajó con cuidado del sofá, y caminó hasta la cocina, observando que allí no estaban, y su panza comenzaba a hacer ruido.

Corrió una de las sillas, y al subirse, vio que sobre la mesa habían frutas. No eran sus favoritas, pero dudaba que Narel se enojara con ella si tomaba una o dos.

Tomó una manzana y una banana, y volvió a la sala, encendiendo la televisión como ella le había enseñado. Bajó el volumen lo suficiente para poder escucharla, y esperó a que Narel se levantara, mientras miraba las caricaturas.

Lo más seguro es que Dariem hubiera vuelto al asentamiento, y fuera luego a buscarla. Y Luna prefería eso, a que la dejara con Rubí.

-o-o-o-o-

Arañó la pared del baño, mientras la embestía con fuerza, y el agua de la ducha los mojaba a ambos. Apoyó su rostro contra los azulejos, y se mordió el labio inferior, para no gritar.

Lo escuchó gruñir, apretando sus dedos en sus caderas, llenádola nuevamente en su interior, y como sus piernas temblaban.

—S-Será mejor que me vaya —pronunció ronco, agitado—. No voy a poder... D-Dejarte sino.

Asintió con la cabeza, acariciando sus antebrazos, sus manos que la sostenían firmemente, y sintió como comenzaba a besarle el cuello, morderlo, chuparlo.

—L-Luna —jadeó ella.

Asintió con la cabeza, imaginando a que se refería. La niña ya habría despertado lo más seguro.

—Es que no quiero dejarte —le confesó apretándola contra su entrepierna, escuchándola gemir—. Me haz vuelto loco, Narel. No sé que tienes.

DariemWhere stories live. Discover now