CAPÍTULO 44

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Los vio bajar a los cuatro del auto, Dariem cargando al bebé, y Narel sonriendo, tomando de la mano a Luna, caminando hacia su casa.

Apretó los puños con rabia, afilando sus pupilas peligrosamente. Como la odiaba, odiaba a esa mujer, le había sacado lo único que realmente amaba en su vida.

Y cuando estaba por dar un primer paso para acercarse a ellos, un gran mano la sujetó del antebrazo, impidiéndoselo. Levantó la cabeza, y miró molesta al oficial que la había tomado.

—¿Qué crees que haces? Suéltame —le exigió librándose de él.

—Intento evitarte un mal momento, o mejor dicho, que cometas una estupidez —pronunció con calma el moreno—. Ven conmigo.

—No.

—Actúa como la mujer que eres, Venus, ven conmigo.

De muy mala gana, miró por última vez como la familia de Dariem entraba a su casa, y luego siguió al muchacho.

Caminaron en silencio hasta una cafetería, y se sentaron en una de las mesas de afuera.

—¿Para qué demonios me trajiste aquí?

—Amaste mucho a Dariem ¿verdad?

—No, no lo amé, lo amo que es diferente.

—Por favor, no te sigas mintiendo —pronunció con cinismo—. Eso ya ni tú te lo crees. Dime la verdad ¿por qué estás encaprichada con él? ¿Por qué volviste, Venus?

—Volví por mi pareja —masculló de rabia—. Volví por él, Dariem es mío.

—Dariem no es un objeto para que lo trates como algo de tu posesión. Además, él eligió una humana, una mujer con quien ya ha formado a su familia, y la ama. Tú deberías aceptar su decisión, y desistir a ésta locura.

—No me fui por gusto.

—¿No? ¿Y entonces por qué te fuiste? Ayúdame a entenderte.

Bajó la cabeza en el momento en que llegó la moza para tomar su pedido, y que Galo lo hiciera por ambos, pidiendo un café para él, y un batido de cerezas para Venus.

—Quería cambiar mi vida, ya estaba harta de oler a mugre —recordó con odio—. Estar rodeada de basura, de ratas... Quería algo mejor para mí, y Dariem.

—Pues pensaste sólo en ti, porque él se quedó con nosotros.

—Él jamás habría aceptado mi trabajo. Pero gracias a eso, conocí mi propia independencia, poder comprarme lo que quisiera, con mi dinero.

—¿A dónde te fuiste, Venus? ¿Que hiciste?

—Fui bailarina exótica.

Arqueó una ceja, y luego sonrió divertido.

—¿La verdad cuál es? ¿Prostituta?

—Eso no te interesa, lo importante, es que volví por Dariem. En estos casi cuatro años, he juntando el suficiente dinero para irnos juntos, comprar una casita en alguna parte. O incluso hacerla aquí mismo si quiere.

—Venus, lo que tú no quieres entender, es que él ya eligió una mujer, una familia. Él sufrió por ti mucho tiempo, no quería estar  con ninguna mujer, hasta que apareció ella. Es la clara muestra, que Narel fue la indicada.

***

—Él es tan lindo —pronunció con ensoñación, observando a su hijo, que cargaba Narel en sus brazos.

—Nuestro hijo es hermoso —sonrió la joven castaña, mirando como su bebé se alimentaba de su pecho.

Dariem se acercó a ella, y se sentó a su lado, abrazándola.

—No tienes idea de cuanto te amo —le dijo apoyando su mejilla contra el hombro de ella—. De lo agradecido que estoy.

—Hmm, no se si creerlo —sonrió divertida.

La tomó del rostro, y la besó, sorprendiéndola.

—Te amo —le dijo antes de volver a besarla.

Y no mentía, se sentía enamorado una vez más, y todo gracias a Narel.

—Ya, despacio —sonrió agitada, acariciándole el rostro.

—Tengo muchas ganas de besarte, de hacerte el amor.

—D-Dariem —murmuró apenada.

—Pero me contendré —sonrió besándola una vez—. O al menos eso intentaré.

—Tendrás que hacerlo, estoy, mejor dicho, estamos en cuarentena, y ya sabes lo que nos explicó la doctora. Debemos ser cuidadosos.

—Lo sé.

—Sin sexo por ahora.

—Es que estás tan linda —le dijo hundiendo su rostro en el cuello de ella, dándole suaves besos, haciéndola reír.

—¿Linda? Si aumenté casi veinte kilos.

—Estás preciosa, hermosa.

—Creo que tenemos una percepción muy diferente de la belleza.

—Narel, si no tuvieras a nuestro hijo en brazos, y en la cuarentena, ahora mismo estaría follándote... Duro como tanto nos gusta.

—No digas esas cosas tan a la ligera, podría escucharnos Luna.

—Ella está durmiendo —rio bajo—. Y él también, ¿En serio debemos esperar tantos días? Comienzo a creer que no podré aguantarlo.

—Dariem, tienes dos manos.

—¿Y? No entiendo porqué me dices eso.

—Ve y úsalas para quitarte las ganas.

—No es lo mismo.

—Lo siento, pero sin sexo durante éstas semanas.

—Que difícil será...

***

Estaba arreglando el jardín que estaba junto al edificio donde vivía. Habían traído flores nuevas, y ella se había ofrecido para sembrarlas. Si algo le gustaba a la joven pelirroja, eran las flores.

—Bonitas.

No se giró al escuchar aquella voz, pero se detuvo por un instante, antes de continuar con su labor.

Él también era una de las "cosas" que más le gustaba.

—¿Son las qué trajeron hoy?

—Sí —le dijo tomando uno de los plantines, luego de hacer un hueco en la tierra.

—Va a ser una linda noche parece, incluso la tarde está cálida.

—Sí, así parece —pronunció en un tono desinteresado.

—Te... ¿Te gustaría ir por un batido? Tengo la noche libre.

—No creo que eso le agrade a tu novia, Onías.

—No estaríamos haciendo nada malo.

—No, pero ella no lo vería de esa forma. Además, si tienes la noche libre, deberías salir con ella, y no conmigo.

—Siempre que salgo con ella, me cegan los flashes de las cámaras. Lo único que quiero, es tener una salida tranquila, una buena charla... Sentirme tranquilo y relajado.

—Puedes decirle que venga entonces aquí.

—Sí, podría hacerlo, pero prefiero ir contigo, Zury.

—Onías, te pediré por favor que te vayas, y que ya mejor no vuelvas. No eres un hombre libre, y sé que sabes muy bien lo que siento por ti.

—Yo-

—No quiero que te disculpes, no es un reclamo, es sólo un pedido. Jamás buscaría interferir en su relación, sé cuanto la amas, y por eso mismo, te pido que ya no me busques... Sin verte, estoy mejor.

...

DariemWhere stories live. Discover now