CAPÍTULO 39

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Narel estaba de camino a la tienda. Era domingo por la mañana, y había dejado que Dariem y Luna durmieran un poco más, hasta que ella comprara para el desayuno.

Al moreno no le gustaba mucho que ella saliera a tan poco tiempo de dar a luz, pero la castaña ya estaba harta de estar encerrada en la casa.

—Ya estás para parir ¿verdad?

Se giró al escuchar aquella voz, y observó curiosa a Rubí. Muy pocas veces habían intercambiado palabras, especialmente luego de que Narel comenzara su "relación" con Dariem.

—Sí, estoy de casi treinta y ocho semanas. Mi médica me dijo que el bebé ya puede nacer si lo desea.

Miró la panza de la futura madre, y se sintió celosa. Dariem la había elegido a ella, Narel era quien llevaba el primer y único hijo biológico de él. Con todas las mujeres de su especie, él había elegido una humana.

—Bueno, que estés bien —le dijo en un tono incómodo, al ver que Rubí no dejaba de observarla.

Con pasos lentos, y algo cansada, caminó hasta su nuevo hogar, hambrienta. Si de algo estaba segura, es que su hijo sería de buen comer. No entendía porqué tenía hambre todo el día, si era un síntoma de las embarazadas, o sólo a ella le había pasado. Jamás había subido tanto de peso en su vida, y no era sólo por el bebé.

Entró a su casa, y aquel silencio al abrir la puerta, le aseguró que aún dormían, por lo que tendría algo de tiempo para preparar el desayuno.

Desde que Narel le había contado a Luna que el bebé dormía en su habitación con Dariem, y que ella también podría hacerlo, la niña había comenzando a pasarse por las noches a su cama, para dormir junto a ellos.

Se sirvió un vaso un leche, y mientras lo tomaba, comenzó a cortar las frutas. A Dariem y a Luna les gustaba demasiado la carne, si fuera por ellos dos, sería lo único que consumirían en cada comida. Pero Narel sabía la importancia de llevar una dieta balanceada, es por eso que solía cocinarles verduras muy seguido.

Y la castaña no hizo más que servir un tazón con yogur, que escuchó unos pasos detrás de ella.

—¿Qué haces despierta tan temprano un domingo? Ven a la cama —pronunció la voz ronca de Dariem, rodeándola con sus fuertes brazos por detrás, hacia su abultado vientre.

—A diferencia tuya, ésta enorme panza no me deja dormir. Apenas puedo respirar.

—Ya falta poco para que nazca —sonrió besando su cuello, su hombro—. Y te ves preciosa te dije.

—Soy una vaca.

—Sólo te daré la razón porque das leche... Deliciosa —sonrió travieso.

—¡D-Dariem! —lo regañó avergonzada, haciéndolo reír bajo—. Luna podría escuchar, y no quiero tener que inventar una excusa.

—Si no quieres inventar una excusa ¿Cómo le explicarás entonces que conozco el sabor de tu leche? ¿Qué la he probado?

—Ya basta. Siéntate a desayunar, o ve a llamar a Luna.

—Hace mucho que no hacemos algo solos —Sonrió alejándose de ella, para tomar asiento.

—Y pasara mucho para volver a estar solos cuando llegue el bebé —le dijo ella sirviéndole el desayuno.

—Sí —suspiró—. Supongo que... Ya no podremos tener sexo como antes.

—No.

La observó detenidamente, como ella preparaba todo para ambos.

—Narel ¿Aún sigues molesta conmigo?

—No estoy molesta contigo, no sé porqué dices eso.

—No lo sé, a veces creo que tienes ciertas actitudes distantes, frías.

—Dariem, nosotros no somos una pareja, no sé como pretendes que te trate.

—¿No somos una pareja? ¿En serio me dirás eso ahora? Vivimos juntos desde hace meses. Estamos formando una familia, tendremos dos hijos ¿Y no somos una pareja? ¿Qué somos entonces, Narel? —le preguntó con cierta molestia en su voz.

—Los padres de Luna y el bebé.

—¿Entonces esto quieres?

—Lo que quiero es desayunar, tranquila.

—No, quiero que me des una respuesta ahora. Me equivoqué cuando me contaste lo del bebé, actué y reaccioné como un completo imbécil, lo acepto. Fui un cobarde al tardar dos meses en volver a ti, pero Luna me necesitaba más en ese momento, y no supe como dividir mis tiempo para estar con ambas. ¿Pero a caso no lo he intentando? Llevo meses queriendo arreglar mis errores contigo, Narel. ¿Qué más debo hacer? ¿Qué más quieres que te demuestre?

—Tú no debes demostrarme nada. No quiero discutir, tengamos el domingo en paz.

—Me enamoré de ti ¿Y ni eso te importa? —le inquirió en un tono dolido—. Comprendí que un amor real, maduro, es el que siento por ti. Es el que siento cuando te veo, cuando te oigo hablar, cuando veo como tratas a Luna, a las demás personas. Eres una mujer fuerte, inteligente, valiente. Nadie ha tenido tantas agallas como tú, te enfrentaste a todos, incluso a tu familia por nosotros.

Narel lo observó en silencio, y luego miró hacia abajo, sin saber que decirle. Fue entonces que Dariem se levantó, y se fue de la cocina, provocando que ella se sintiera una estúpida.

Se había enamorado de Dariem, pero luego de lo que él había hecho, y confesado, cuando le contó lo de su hijo, no podía perdonarlo. Por más que quisiera, aún seguía resentida.

Acarició suavemente su vientre, y le pidió disculpas a su hijo. Le había prometido que intentaría lo mejor para él, para que su padre estuviese presente en su vida. Y parecía que estaba consiguiendo todo lo contrario.

Quería a Dariem, pero aún tenía dudas de sus sentimientos.

—Le pedí a Onías que comprara esto para mi —pronunció el moreno volviendo, sorprendiéndola.

—¿Qué cosa?

—Él entiende más de esto que yo, y creí que sería una... Buena demostración física, visible, de lo que quiero a tu lado.

Narel siguió observándolo con confusión, sin saber a que se refería, hasta que Dariem le mostró lo que tenía en su mano izquierda.

—Sé que hay más bonitos, con piedras preciosas y esas cosas, pero a mí no me alcanzó para tanto. Y supongo que a ti lo que más te importa, no es la imagen, sino el significado —le dijo tomando una alianza de oro, lisa—. Sé que mereces más, Narel, que yo no puedo darte una buena vida económica como un hombre de tu especie, y de tu misma clase social. Yo... Yo sólo puedo darte lo que soy, mi respeto, mi admiración, mi lealtad, mi amor. ¿Eso significa algo para ti para que me aceptes?

Los ojos de la muchacha se aguaron al escuchar aquello, sintiendo como las lágrimas no tardaban en mojar sus mejillas.

—¿Es muy pronto para pedirte que seas mi compañera? ¿Mi pareja? ¿Mi mujer?

Negó con la cabeza, sin poder pronunciar palabra alguna de la emoción.

Sonrió cálidamente, y tomó la mano izquierda de ella, colocando con cuidado el anillo en su dedo anular. La miró a los ojos, y la besó. No importaba cuantas veces dijera ella que estaba gorda, hinchada o inflada, ella se veía hermosa para él.

—¿Crees que sea el momento adecuado para decir que te amo? —susurró contra sus labios, antes de volver a besarla.

...

Lamento la demora amores, pero con el trabajo, ya ni tiempo tengo 💔😢
Les cuento, abrimos una cafetería con mi familia, y entonces debo estar gran parte del día allí adentro, es por eso que no puedo actualizar más seguido 💔😔
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DariemМесто, где живут истории. Откройте их для себя