CAPÍTULO 33

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—¡Narel! ¡Narel! ¡Voy a tener un hermanito! —exclamó Luna con una gran sonrisa, al ver a la castaña entrar.

Narel observó sorprendida a la niña, y luego a Dariem ¿Ya se lo había hecho? Se suponía que debían decírselo ambos.

—¿Cómo lo sabes, cariño?

—Dar me lo dijo —sonrió—. Pero aún falta para que venga, porque está en la panza de su mamá.

—Sí, hablando de eso Lu —pronunció el muchacho acercándose a la niña—. No te he dicho quien es la mamá.

—¿Estás seguro de esto? —le preguntó Narel insegura por la reacción de la niña.

—Sí, además ella se pondrá muy feliz al saberlo.

—¿Quién es?

—Lu, la mamá de tu hermanito, será Narel.

La pequeña morena abrió sus ojos con asombro, y observó a la muchacha, especialmente su vientre.

—¿Tú tienes a mi hermanito en tu panza?

—Sí —sonrió, tomando una de las manos de la niña, llevándola a su vientre—. Aquí adentro está el bebé.

—¿Puedo verlo?

—No podrás verlo aún —sonrió con ternura—. Pero en la próxima ecografía pueden venir con Dariem, así ambos pueden verlo.

—¿Y cuándo nacerá?

—En cuatro meses ¿Estás feliz, hermosa?

—Sí, mira lo que Dar compró para el bebito —le dijo corriendo hasta la mesa de noche, para tomar una bolsita blanca—. Ábrelo.

Narel tomó la bolsa, y sacó de ella un body, sonriendo al verlo.

—Está hermoso, gracias.

—No debes agradecérmelo, es mi hijo también.

***

Arropó a la niña, y luego besó suavemente su frente, permitiéndose acariciar su cabello, y luego sus orejitas, viendo como ella aún dormida sonreía, y abrazaba al oso.

Había estado leyéndole por más de media hora, luego de cenar los tres juntos, y ver una película infantil de princesas. Hasta que Dariem dijo que ya era hora de dormir.

—Descansa, hermosa —susurró dándole un segundo beso, antes de ponerse de pie—. Ella es tan inteligente, tan despierta para su edad —sonrió.

—Luna es una gran niña —sonrió Dariem, observando a su hija—. Creo que ya es muy tarde.

—Sí, ya me estaba por ir.

—No me refería a eso, no quiero que te vayas, mucho menos que conduzcas de noche. Puedes quedarte a dormir aquí, la cama es muy grande.

—Gracias Dariem, pero ustedes estarán más cómodos solos. No te preocupes, estaré bien. Cuando llegue te envío un mensaje.

—Puedes dormir tú con Luna en la cama, y yo en el catre que está abajo. Me quedaré más tranquilo sabiendo que duermes aquí.

—Gracias, pero no me siento cómoda con esto.

—Entonces iré contigo.

—No puedes dejar sola a Luna.

—No la dejaré sola, le diré a Onías que la cuide.

—Dariem ¿Por qué debes ser tan terco? —preguntó frustrada.

—Porque me preocupas tú y mi hijo, y no estaré tranquilo, a menos que duermas aquí, o vaya contigo hasta tu casa.

Suspiró, y se quitó la cartera, colgándola en el respaldo de la cama.

—Okay, dormiré aquí.

—Gracias —sonrió—. Me prepararé un té, creo que la pizza no me ha hecho bien ¿quieres uno también? ¿Puedes tomar?

—Sí, un té está bien —le dijo acompañándolo a la cocina, sentándose en una silla.

Mientras Dariem ponía agua a calentar, observó por la ventana el asentamiento. Había cambiado mucho los últimos meses, cada día se expandía un poco más, y parecía más a un hotel. Las mismas personas que allí vivían, eran los que estaban trabajando para mejorarlo.

Los únicos que tenían una casa propia, eran Dariem y Luna. Incluso el moreno la había cercado con tablas de madera, y había comenzando a preparar un jardín con flores para la niña.

—¿En qué piensas? —le preguntó curioso.

—En que todo esto está muy bonito. Y me gustan las cercas de maderas que pusiste.

—Mañana plantaré un árbol, aún no sé de que especie, pero quiero que sea grande. Sé que llevará mucho tiempo hasta que crezca, pero Luna sueña con tener una hamaca colgada de una rama —sonrió divertido—. También, tengo que ver donde puedo poner las cosas para el bebé.

Lo miró desconcertada ¿para el bebé?

—¿A qué te refieres?

—Es obvio que quiero tenerlo conmigo también.

—Dariem, el bebé será muy pequeño. Y hasta que no tenga varios meses, no podrás tenerlo.

—Narel, he cuidado a Luna desde que tenía un mes, por supuesto que puedo traerlo y cuidarlo.

—No hasta que tenga mínimo seis meses.

—No quiero discutir contigo, pero a veces siento que crees que sólo es tuyo, que yo no puedo opinar ni decir nada. Y es mi hijo también, Narel, lo hicimos juntos.

—Siento que tengo más derecho que tú, porque yo no lo rechacé.

—¿Me recriminarás eso toda la vida? Estaba pasando por un mal momento con mi hija... Lamento no haberlo tomado tan natural como tú, pero el bebé, no es mi único hijo.

La castaña no dijo nada, sólo desvió la mirada, y continuó mirando por la ventana.

Dariem suspiró y se acercó a ella, parándose en frente para poder captar su atención.

—No quiero que te ofendas conmigo, no quiero discutir contigo, Narel. Quiero que nos llevemos bien, que... Que al menos intentemos ser amigos. Sólo quiero lo mejor para mis hijos.

—Ahora sólo son tus hijos.

—Nuestros hijos —pronunció en un tono cansado.

Parecía que cualquier cosa que él dijera, ella ya lo tomaba para mal.

—¿Podemos intentarlo?

—Sí, Dariem —suspiró—. Podemos intentarlo... Ayer vinieron mis padres —le contó en un tono bajo.

—¿Se lo contaste?

—No iba a hacerlo, no es algo que les interese realmente. Pero me dio tanta rabia lo que dijeron, que terminé por contarle lo del bebé, y que tú eras el padre.

—Hubiese querido estar contigo, no es algo que tendrías que haberles contado sola. Especialmente por las ideas de tus padres.

—Hubiera sido peor si estabas, te habrían dicho cosas muy hirientes.

—No me importa, los únicos que me interesan, son ustedes tres.

Narel miró hacia abajo, sintiendo sus ojos aguarse.

—¿Qué pasa?

—N-Nada, sólo que... a veces me siento tan sola —murmuró en un tono ahogado.

—Narel —le dijo abrazándola, en un tono bajo—. No estás sola. Sé que fui un cobarde, pero ahora estaré a tu lado si me lo permites. Cuidándote, apoyándote en todo lo que pueda.

...

No sé si habrá otro cap el día de hoy, Sayla está que se duerme 😪😪❤

DariemWhere stories live. Discover now