CAPÍTULO 41

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Estaban los tres acostados en la cama, y a pedido de Luna, Dariem había llevado la televisión a la habitación, para poder ver una película, mientras comían helado.

El moreno estaba en medio de ambas, abrazando con cada brazo a cada una, y en su vientre, el pote de helado. Se había convertido en la mesa de las dos.

Escuchó que Narel se quejaba suavemente, y giró su rostro para mirarla curioso.

—¿Estás bien?

—Sí, sólo es una molestia.

—¿Segura? ¿Dónde te duele?

—Am... abajo.

Movió su mano hasta su vientre, y lo tocó, sintiéndolo rígido.

—Está muy tieso —le dijo preocupado—. Deberíamos ir a la clínica.

—Pero no es nada, ha estado así desde el comienzo de la película. Y lo sentí moverse, así que está bien.

Dariem miró la panza de Narel, y negó con la cabeza.

—No, no puedo quedarme tranquilo. Vayamos a la clínica.

—Pero sólo faltan unos minutos para que termine.

—No importa, Narel, iremos a la clínica. Lu, ve a cambiarte hija.

—¡¿Ya viene mi hermanito?! —preguntó con una gran sonrisa.

—No lo sabemos, pero ante la duda, es mejor ir para que le hagan un control a Narel.

—Ya me cambio —le dijo saliendo rápidamente, corriendo hacia su habitación.

—Dariem, haces que la niña se ilusione en vano.

—Sólo quiero la certeza de que el bebé está bien. ¿Quieres que te ayude a levantarte?

—Sí, con ésta panza, es casi imposible. Me siento una tortuga dada vuelta.

Sonrió divertido, y con cuidado pasó uno de sus brazos por detrás de la espalda de ella, ayudándola a sentarse en la cama.

—Creo que tomaré una ducha rápida, y luego podemos ir —pronunció pensativa.

—Por supuesto que no, no hay tiempo para eso. Te ayudaré a cambiarte, y luego nos vamos a la clínica.

—Dariem, no me iré sin bañarme —le dijo en un tono molesto—. Quince minutos más, no harán la diferencia.

***

Si algo había aprendido Dariem durante los meses que había vivido junto a Narel, cuando ella se había mudado al asentamiento, era aprender a manejar. Especialmente, porqué él tendría que  conducir cuando llegara la tan anhelada llegada.

—¿Cómo te sientes?

—D-Dariem, no q-quiero asustarte, pero... C-Creo que estoy con contracciones —le dijo con algo de dificultad.

—¡¿Qué?! ¿Contracciones? ¿Ya llega el bebé?

Asintió con la cabeza, apretando los dientes. Los dolores habían comenzando, desde su espalda baja, hasta su pelvis.

—Cinco minutos, sólo eso te pido aguantes —le dijo desesperado, conduciendo.

Narel volvió a asentir, respirando profundo, intentando tranquilizarse. Su bebé parecía que finalmente venía en camino. Al fin podrían conocerlo.

***

"—¡Eso es fantástico! —exclamó sorprendiendo a ambos—. Es más, si tienen un hijo, mi imagen como gobernador mejorará mucho más.

—¿H-Hablas en serio? —pronunció aturdida Camille.

—Sí, apruebo ésta relación. Nuestra próxima salida oficial, será con tu novio."

Onías observó con pesar el anillo sobre su mesa de noche, aquel que representaba el compromiso que tenía con Camille. La amaba, ella era su primer amor, pero no quería ser una imagen para la campaña política de su suegro.

Y Camille se encontraba feliz, emocionada con la aceptación de su padre. Pero Onías no. Se sentía usado.

—Dariem ¿Qué ocurre? —preguntó atendiendo la llamada de su amigo.

"—Necesito que vengas ya a la clínica del centro. Narel está por dar a luz, y no puedo dejar a Luna sola."

—¿Viene el bebé? —preguntó con una gran sonrisa, saliendo de la cama—. Ya voy para allá.

Se cambió lo más rápido que pudo, y salió de su casa, dirigiéndose directo hacia la central de seguridad, para pedir que alguien lo llevara a la clínica, ya que él no tenía auto.

***

—Estoy contigo —sonrió emocionado, tomándola de una de sus manos—. Lo harás bien, pronto podremos conocer a nuestro hijo.

Narel sólo asintió con la cabeza, apretando los dientes del dolor. Intentando respirar como la médica le había dicho, pero cada minuto que pasaba, los dolores más se intensificaban.

La doctora que la había atendido durante todo el embarazo, se acercó a ella con una suave sonrisa.

—Lo harás bien, hermosa. Ahora debo ver cuanto has dilatado, deben ser pacientes, en madres primerizas, suele tardar un poco más.

La médica controló a Narel, y les aseguró que aún le faltaba bastante para el nacimiento, ya que sólo tenía cinco de dilatación.

—¿Recuerdas cuándo nos conocimos? —sonrió acariciando suavemente su mano, besándola—. Pensé que eras una estúpida por haber interferido en aquella golpiza. Pensé que luego querrías favores sexuales, que sólo me usarías. Y que estúpido fui.

Tocó suavemente su cabello, acariciándolo, mientras buscaba distraerla al hablarle.

—Y quien iba a pensar que esa hermosa mujer con agallas, hoy me convertiría en padre, que sería mi mujer.

—M-Me... D-Duele —se quejó la joven castaña, derramando varias lágrimas.

—Me imagino, hermosa —le dijo afligido—. No debe ser para nada fácil esto para ti, y es por eso que te estoy agradecido, Narel. Estás por traer al mundo a nuestro hijo, piensa en él, que pronto podrás cargarlo en tus brazos, besarlo, abrazarlo. Podremos decirle cuanto lo amamos, y que su hermanita también lo está esperando afuera, ansiosa por conocerlo.

***

—Vaya, me habían dicho que habías vuelto, pero me negué a creerlo —sonrió con diversión.

La muchacha se giró al escuchar aquella voz, y observó con asco al tipo frente a ella.

—¿Qué demonios quieres aquí, Saul?

—Nada, ¿Qué podría querer de una prostituta?

—Cierra la boca —masculló con rabia.

—¿Volviste por la bastarda? La está cuidando el imbécil de tu ex, y la verdad no me sorprende, él jamás te superó.

—Pues debería darte vergüenza de que Dariem cuidará a TU hija.

—¿Mi hija? —rio con burla—. Por favor, tú sola te buscaste esto. Si no hubieras estado de zorra por ahí, ni hubieras quedado embarazada. Aún recuerdo como me suplicabas que te follara.

La mujer frunció el ceño.

—Por tu bien, te recomiendo jamás hablar de esto con Dariem.

—¿Me estás amenzando, Venus?

—Tómalo como quieras. De vivir con humanos, he aprendido muchas cosas.

...

A muy poquitos capítulos del final (esta vez si jajaja 🙈❤💞)

DariemWhere stories live. Discover now