Capítulo 2.

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Elesis (cambié su nombre de Ainhoa a Elesis) avanzó a sabiendas hacia una zona en concreto, la cual estaba situada bajo un balcón superior de tierra. Con tan solo fijarse en la concentración que mostraba su mirada, fácilmente se deducía que la joven estaba buscando algo entre la maleza, lo cual ambas hermanas únicamente conocían. Dejó escapar un suave suspiro tras localizarlo, y le pidió a su hermana menor que se acercase con un sutil gesto realizado con la mano.

Aquel objeto no se encontraba ahí por mero azar. A simple vista podía pasar desapercibido a causa de la alta maleza que lo cubría, sin que nadie supiese que la entrada secreta al palacio estaba servida en bandeja de plata. Ese preciado objeto resultaba ser una gran tapa de hierro ubicada entre la maleza. Mantenía una gran similitud con las tapas dedicadas al alcantarillado, aunque no tenía esa función. Pensé exactamente lo mismo cuando la encontré por primera vez, pero era imposible que aquella galería fuese un antiguo sistema de aguas residuales ya que llevaba un gran trecho caminado.

Me puse de cuclillas ante la atenta mirada de mi hermana menor. Contuve la risa al verla tan absorta en mis movimientos, aunque dejo escapar una leve sonrisa. Desde el primer día en el que la traje al prado, le causa emoción caminar por aquellas galerías ubicadas bajo el castillo de Neromia. Nunca ha llegado a quejarse del gran trecho que solemos recorrer a diario para poder salir sin ser vistas, al contrario, siempre se muestra agradecida de que la saque de aquel frío e inhóspito lugar en el que vivimos. Sin lugar a dudas, el castillo no es un lugar en el cual pueda habitar felizmente una niña de diez años, incluso puedo asegurarlo. En él, sobran muchísimas cosas y sin ellas podría llegar a ser un precioso lugar en el que hospedarse. Entre esas cosas están... las injustas y exageradas normas que impone el Rey.

Con cuidado, dejo en sus delgados brazos el animalito que llevaba sosteniendo en todo momento. Posicionando ambas manos a los lados de aquella circunferencia de hierro, me dispongo a retirarla hacia un lado, dejando a la vista aquel agujero que contenía escaleras verticales, similares a las utilizadas en sistemas residuales. Antes de realizar cualquier movimiento en el interior del agujero, dejo caer al suelo la mochila que descansaba en mi espalda. De ella tomo una linterna y un mapa. Aunque mas o menos ambas nos sabemos de memoria el camino de regreso, por la de veces que hemos caminado por el lugar, no queremos perdernos en aquellas enormes galerías, sobre todo siendo casi la hora de la cena. La reina es demasiado estricta con los horarios.

— Cariño, deberías dejar descansar al conejito hasta que lleguemos a casa, no vaya a ser que por casualidad nos encontremos a los guardias, nos cuestionen sobre nuestra pequeña y secreta salida de palacio y se lleven consigo al pequeñín. Ya sabes la lealtad que los uniformados le tienen al Rey y, cuando se supone que hay algo peligroso para nosotras, suelen tomar medidas exageradas.

Con tranquilidad, Mel se cuestiona durante un instante sobre si aquella idea era la mas adecuada. Sé que ha encontrado en mi idea más ventajas que desventajas cuando acomoda con cuidado al pequeño conejo dentro de la mochila, no sin antes dejar la cremallera levemente abierta. Sin tener que decirle nada y, sabiendo ella misma lo que tenía que hacer, desciende por las escaleras con cuidado mientras las alumbro desde arriba. Aquellas escaleras son muy empinadas y resbaladizas, por lo cual en todo momento debemos tener cuidado.

Cuando llega a suelo firme, hace una señal con su linterna indicando que puedo bajar. Tomándola como luz verde desciendo varios escalones y, al llegar al cuarto, separo mis piernas hasta que tocan ambos extremos de la escalera, así logrando sostenerme. Al encontrarme totalmente apoyada y segura, tomo con cuidado la tapa de hierro y sello el agujero, para que nadie se cerciore de aquella entrada subterránea. Con la zona cubierta, desciendo los siguientes escalones. Le doy el mapa a Mel y seguimos sus indicaciones.

Proyecto princesaWhere stories live. Discover now