Capitulo 2

3.3K 411 187
                                    

En aquella habitación iluminada levemente solo se podía escuchar golpes, golpes suaves hacia un cristal. Al otro lado de ese cristal hay agua, mucha, pero mucha agua. Esos golpes quieren llamar la atención de los peces que nadan en cardumen, haciendo una vista increíbles junto con las luces que se refleja en esos peces multicolores.

Ambos ojos mira con ansias los colores que se reflejan en el suelo, como si fueran muchos arcoíris.

El desconocido y borroso muchacho no paraba de golpear el cristal, cada vez más fuerte y más seguido. Lo iba a llamar, pero su nombre se queda en su garganta junto con un fuego que le quema internamente.

Y cuando los golpes parecían insoportables para sus oídos, el cristal se rompe, y por el miedo cierra los ojos, viendo como el agua fluye hacia él.

Abre los ojos de un salto, mira a su al rededor, esta en su fría y solitaria casa.

Levanta su cabeza de la mesa en la cocina, aún está oscuro pero la luz artifial de la ampolleta ilumina al hombre canoso. Se había quedado dormido con el revolver en la mano y la botella en la otra, pero la botella ya no está en su mano, mira hacia el suelo y ve la botella destrozada, los pedazos de cristal se esparce por todo la cocina. Maldice internamente.

Deja el revolver sobre la mesa y se levanta con dificultad, se había quedado dormido en un mala posición, su espalda lo esta torturando. Cuando se pone de pie se hace sonar la espalda mientras grita por el dolor que le provoca, cuando los huesos de la columna se acomodaron ya no sentía ese dolor insoportable.

Su mascota, un San Bernardo de siete años, entra a la cocina, preocupado por su dueño, nunca lo había escuchado quejarse de esa manera.

—Estoy bien, Sumo, solo... solo hago lo de siempre— dice el hombre mientras comienza a caminar arrastrando las pantuflas por el suelo, pasando a llevar pedazos de cristales .

Sumo, el San Bernardo, lo saluda con un ladrido y luego vuelve a la sala para volverse a acostar en donde estaba antes.

El hombre fue al baño, no sin antes tomar una toalla de su habitación. Se dio una larga y relajante ducha, casi se queda dormido, pero se despierta dándose pequeños golpes en la cara.

Sale del baño, se viste, se queda viendo el vacío, le da comida y agua limpia a su mascota y antes de que se sentara a ver televisión, su celular sonó.

No le hizo caso, ni siquiera lo vio, vio las noticias de la mañana. Las 08:30 de la mañana. Muy temprano para ir al trabajo, se dijo mientras busca en que distraerse.

El celular vuelve a sonar, lo toma y ve quien es. Número desconocido. Lo deja sonar, no tenía ganas de contestar a las típicas llamadas de las empresas ofreciéndole un "mejor" plan que el que tiene.

La televisión transmite las noticias, pero él no le presta atencion, esta más pendiente en hacerle cariño a su mascota, quien se deja acariciar el estómago mientras saca su lengua feliz.

Una palabra en el noticiero de la mañana hizo que levantará la vista a la televisión, “Acuario de Detroit”, no se entero de nada, ya que en seguida salieron los comerciales.

El celular vuelve a sonar. Ya le parecía irritable la música predeterminada de llamada que tenía. No iba a contestar, no le iba dar el lujo a quien lo molesta tan temprano.

Su estómago ruje.

Se da vuelta hacia la cocina, puede ver la montaña de loza sucia y las ganas de cocinarse el desayuno cayeron como él se hundió en el sofá. Tenía dos opciones, salir a comprar algo afuera o lavar la loza. Ni lo dudo.

En El Acuario [Hank x Connor]Where stories live. Discover now