le monde ne finit pas ici

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en francés gracias al resentimiento que llevo encima porque no me concedieron la beca para ir un tiempo a francia.

el mundo no se acaba aquí.

   Pasos rápidos, un corazón acelerado.

   No puede llegar tarde de nuevo, no era su culpa tener que ser dueño de un teléfono tan antiguo que no hiciera bien su trabajo, no era su culpa que lloviera y hubiera un tráfico inmenso, ¡no era su jodida culpa!

   Maldice en su mente y baja del taxi porque llegará antes al trabajo andando que en un vehículo aunque para eso tenga que calarse hasta los huesos de agua. Ignora al conductor quien amenaza con ir detrás suyo para cobrarle lo que le debe, y es que no tiene sentido pagarle si apenas se han movido del lugar donde lo recogió.

Corre a toda prisa esperando no resbalarse y para su mala suerte ensuciar su vestimenta, no quiere tener que lavar aún más ropa ya que el clima no está a su favor y sus prendas no se secarían ni en sus sueños con la lluvia que lleva azotándolos desde hacía días (una preocupación un tanto estúpida si considera que la lluvia ya lo ha empapado y aunque no se ensucie, la ropa no se secará). Ese es uno de los motivos de su odio hacia los días lluviosos. Otro es porque le recuerda a alguien.

Pisa algún que otro charco, un coche pasa al lado suyo con velocidad y lo empapa aún más, se choca con un par de personas y después de casi perder el aliento logra llegar a su puesto de trabajo.

Mira la hora.

Media hora tarde. No sabe lo que le espera, teme porque tiene la advertencia de su jefe bien grabada en la cabeza. "Vuelve a llegar tarde y te quedas en la calle", las amenazas no dejan de resonar en su mente y tiene esperanza en que Yoo lo comprenderá, en que le dará una nueva oportunidad porque lo de hoy no había sido su culpa y no perdería su trabajo. De lo contrario... tendría que volver a casa, ¡y no! eso no está en sus planes, no desea ver cómo sus padres se ríen de él porque es un fracasado.

Traga saliva fuerte antes de entrar a la panadería y nada más ver el rostro de su jefe sabe que todo se ha acabado ahí. Que lo ha perdido todo y que si no encuentra un trabajo nuevo pronto, no tendría otra opción que decirle a sus padres que iba a volver a ocupar la habitación que había dejado hacía menos de un año. Las prisas por independizarse y su mala suerte le han jugado una muy, muy mala pasada.

Siente su vida hecha cenizas gracias a un fuego lleno de sueños que se hizo demasiado grande como para aguantarlo.

—Te lo advertí, Jaehyun —le recuerda sin una chispa de pesar, su jefe y supuesto amigo Yoo Youngjae, seguidamente dándole un sobre con lo que supone que es el dinero por los días del mes que ha trabajado.

Se fija en que parte de los clientes han puesto sus ojos en él y han sido testigos de la patética situación que le ha tocado vivir. Aprieta su mandíbula con fuerza ante la vergüenza de ser despedido frente a un grupo de personas y toma el sobre con lentitud, quizás intentando ganar unos segundos extras para que Youngjae pensara bien su decisión y le dijera que podía quedarse.

No obstante, la vida no es un cuento de hadas. Es más bien un juego difícil, contadas veces fácil, caro y exhaustivo a los ojos de Jaehyun por lo que le ha tocado vivir, que no es lo peor, pero sí algo como por lo que sentirse un total fracasado. Fracasado, fracasado, fracasado. Por supuesto. Lleva escuchando esa palabra por mucho tiempo de la boca de las personas que más dijeron quererlo alguna vez.

Se dirige hacia la cocina para devolver el uniforme, cabizbajo, y por un momento piensa en rogarle a Yoo una oportunidad. Pensamiento que descarta al instante porque no quiere rebajarse más de lo que debe, sabe que Youngjae no cederá ni una vez más, ya ha hecho la vista gorda ante sus faltas y retrasos demasiadas ocasiones.

sur des rêves et des bisousDonde viven las historias. Descúbrelo ahora