agréable

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agradable.

   Youngho no fue a buscarlo ese día.

Estuvo a punto de salir tras él y preguntarle que qué sucedía, pero recordó que ni siquiera se habían conocido por más de un día. Habría sido extraño, sí. Igual que el haber tenido a su amor platónico llorando en su hombro nada más conocerlo.

   Era raro. Al menos así se sentía al respecto.

La noche en la que volvió con el cabello un poco más seco de lo que estaba cuando se marchó y había salido al encuentro nocturno con la concurrida plaza, Youngho le abrió la puerta cuando llamó al timbre ya que, por desgracia, no disponía de una copia de las llaves. Se sintió estúpido cuando vio la cara enrojecida y los ojos hinchaditos de Youngho y supo que lo había despertado, que había causado una molestia innecesaria a alguien que no tenía nada que ver con él.

"—¿Estás bien? —preguntó el más alto nada más notar el caído rostro de Jaehyun. Había una preocupación sincera en su voz y Jaehyun tan solo humedeció sus labios y asintió con la cabeza— ¿Seguro? ¿Necesitas un secador de pelo, un edredón, algo?

Le gustaría haber podido decir que sí, que seguramente cogería un resfriado por haber salido tan fresco y sin secarse el pelo, que por las noches, por alguna razón que desconocía sentía más frío de lo normal y que con la manta que tenía no le era suficiente, que el sofá estaba destrozando su cuello y su espalda cada día más y que por favor se fuera ya de la casa porque no iba a aguantar mucho más durmiendo así.

—No, descuida. Buenas noches, Youngho."

Después de la pequeña huida de Jaehyun, no han vuelto a dirigirse la palabra. Este come el desayuno que Youngho le prepara antes de irse y cuando él vuelve, finge dormir hasta que Youngho se encierra en su cuarto y se duerme. Entonces, se levanta y come algo, masajea un poco su cuello en la medida que soporta el dolor y vuelve a recostarse para intentar dormir, algunas veces teniendo más éxito que otras.

Han pasado unos días y sus padres han llamado varias veces para hablar con él. Tiene miedo de lo que puedan decirle y de las reglas que tendrá que acatar a partir del momento en el que les diga que está a su merced y que obedecerá las normas que le sean dadas. Sí, está muy asustado porque no quiere que su vida tome un rumbo totalmente distinto al que toma en sus sueños. Aún así... los sueños de Jaehyun son solo eso, sueños.

Se encuentra boca abajo en el sofá y suspira, la incertidumbre lo está matando. Decide levantarse y escribir algo porque se siente inspirado de repente y las palabras fluyen tal como un río en su cabeza y encajan a la perfección cuando empieza a marcarlas en la hoja de una libreta casi llena. Son canciones que probablemente nunca puedan ser escuchadas, que reflejan cómo se sintió en muchos de los días en los que extrañó a cierta persona o anheló ser del agrado de aquellos que lo trajeron al mundo.

Se sienta en una silla con las piernas encogidas, apoyando su peso en ellas, con la espalda ligeramente encorvada y un brazo entre la mesa y su cuerpo mientras el otro está sobre la mesa y escribe todo lo que pasa por su mente. Llega a apoyar la cabeza en la parte de la libreta que no ocupa y aunque su visión se distorsiona un poco, encuentra esa posición algo más cómoda. Y escribe hasta que siente que ha dejado salir todo lo que tenía para liberar, luego ordenaría las ideas e improvisaría alguna melodía.

Sin embargo, cuando tiene las intenciones de levantarse y tomar su guitarra, escucha la puerta abrirse y da un pequeño brinco porque esta no es la hora en la que se supone que Youngho debe volver. Después de una semana viéndolo ir y venir, ha tomado nota (en su cabeza) de los horarios de él.

sur des rêves et des bisousWhere stories live. Discover now