sincérité

923 154 36
                                    


sinceridad.

   Uno de abril.

   Jaehyun despierta recordando que su compañero podría ya no estar allí. Johnny podría haberse marchado igual que lo había hecho marzo.

   Se levanta sin muchas ganas de comprobar que está solo de nuevo, con algo parecido a un vacío que se expande más en su pecho con cada paso que da y lo ahoga mientras, con lentitud, se dirige a la habitación de John. Fija su mirada en la puerta y humedece sus labios antes de girar el pomo sin intención de ser descubierto, tan solo para asegurarse de si el hombre al que tanto había echado en falta al despertar sigue allí.

Y no está.

La cama se halla intacta, como si nadie hubiera dormido en ella o como si hubiera sido arreglada con sumo cuidado. Su mano cae y da un paso dentro, preguntándose si está bien invadir su espacio incluso si ha pasado semanas durmiendo abrazado al pelinegro en esa habitación. La frialdad con la que le dijo que no lo quería le ha hecho sentir que no lo conoce, porque sus ojos jamás habían mostrado tal grado de decepción y, tal vez, tristeza. Jaehyun ha sido tonto al pensar que entre la pureza de los sentimientos de Johnny no había cabida para tales.

Se siente como un completo estúpido. Él, supuestamente, estaba acostumbrado a estar solo antes de que Youngho llegase. No debería afectarle tanto y es que quizás, esa no fue más que una tapadera barata con la que ocultar la necesidad tan grande de una figura a la que aferrarse que tenía.

   Si no le hubiera permitido acercarse tanto, si no hubiera dejado caer la coraza que lo protegía de involucrarse con cualquier otra persona que no fueran las imprescindibles, si tan solo... hubiera podido resistir la tentación que le resultaba el mismo Johnny en sí. Su pelo negro, delicado, aquellos ojos que algunas veces eran marrones y otras adquirían un color avellana prístino; más allá de lo físico, su forma de amar y la gentileza con la que acaricia sus mejillas antes de besarlo, la simpleza de todas las acciones que lleva a cabo y que le demuestran a Jaehyun cuánto lo quiere.

   Es inevitable no pensar en todo lo que Johnny le provoca.

—Jaehyun.

Escucha su nombre y se da la vuelta, sobresaltado. No esperaba encontrar a Youngho allí, en el marco de la puerta, observándolo con profunda lástima. Conoce bien esa mirada, deseó jamás verla en los ojos de quien tenía enfrente, se dijo que se alejaría en cuanto alguien empezase a tenerle piedad y compasión sin conocerlo; sin embargo, muy a pesar de cualquier tipo de afirmación que pudiera haber hecho, se levanta y busca, como una cría buscaría el seno de su madre, los brazos de Johnny.

Esos brazos a los que puede llamar hogar, los que siempre estarían por encima de otros sitios a los que tuvo que considerar su hogar porque no tenía más.

Esos brazos que lo protegen de todo mal y siembran en él esperanza y cariño que florecen con un par de besos.

Esos, aquellos que lo envuelven con la fuerza justa, lo hacen sentir desnudo y totalmente transparente, dejando al descubierto aquella piel que nadie, aparte de Johnny, es capaz de ver. Piel teñida de pesadillas que alguna vez habían sido sueños, piel que fue forzada a aguantar adversidades que muchos no serían capaz de aguantar, donde la tristeza reinaba y a la cual la inocencia propia de la niñez había abandonado demasiado pronto. Piel... de un joven que no está orgulloso de sí mismo ni de lo que ha conseguido, piel que cuenta una historia poco bonita y que tiene que ser maquillada con mayor frecuencia de la que se debería, porque está al borde de la destrucción.

Johnny quiere salvarla. No puede borrar las cicatrices, ni reparar lo que él no rompió. Pero sí puede estar para Jaehyun cada vez que lo necesite.

sur des rêves et des bisousDonde viven las historias. Descúbrelo ahora