quel est, ton rêve?

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¿cuál es, tu sueño?

   Jaehyun tiene el corazón hecho trizas mientras camina hacia la casa de sus padres con dos pequeñas maletas y la guitarra colgándole de la espalda. No se ha molestado en recoger el desorden que ha dejado tras de sí en su antiguo apartamento, tampoco se ha despedido de Seulgi ni de nadie en especial porque duda que lo echen de menos.

   Es triste. Sí, lo es ya que ese apartamento era de las pocas cosas que le quedaban de Doyoung, como la guitarra, un dolor en el pecho que iba y venía, recuerdos fríos, blancos y vívidos. Aunque lo hubiera abandonado no le tenía especial rencor, prefería echarse la culpa antes que cargársela al chico. Era más fácil así, aunque un poco más doloroso también.

   Llama al timbre y la puerta se abre enseguida. Quiere reírse entonces: lo han estado esperando con ansias, desean más que nada poder restregarle un sucio "te lo dije" y Jaehyun ya no sabe definir el tipo de amor que ellos, supuestamente, sienten por él. Si es que era amor. Y no era otra cosa. Ya no lo sabía.

   El que es un viaje de un par de segundos en el ascensor se le hace eterno, y eso es tan bueno como malo. Bueno porque quiere prepararse antes de enfrentar a sus padres y malo porque no puede seguir posponiendo su ridícula vuelta a casa. Quizás en el fondo sabía que su lugar siempre había estado allí, preso de las costumbres y acatando reglas absurdas.

   —¡Aquí estás! —la voz aguda que tanto odia provoca un dolor intenso en su cabeza al instante. Insoportable. Totalmente tóxica.

   No dice nada. Solo entra al piso de decoración austera de las dos personas que lo criaron y se sienta a esperar una charla.

   —Jaehyun, sabía que ibas a acabar volviendo. Sí, siempre lo supe, eres inteligente. Sabes lo que te conviene más —bla, bla, bla. No quiere seguir escuchando—, ¡me alegra tanto!

   —No estoy aquí porque quiera. No he cambiado de opinión.

   Cabizbajo, se imagina la cara de sus progenitores. Las fosas nasales de su padre haciéndose más grandes debido a la furia que siempre carga encima esperando a ser detonada y la sonrisa incómoda en la cara de su madre que siempre pone cuando las cosas se tornan tensas. Los conoce bien, tanto que sabe que ellos tampoco se darían por vencidos con lo que quieren para él.

   —Pero estás aquí, ¿no? Sabes que eso significa dejar de pensar en tonterías y aplicarte, estudiar algo de provecho, ser alguien grande en la vida.

   Han tenido esta conversación miles de veces antes de que Jaehyun decidiera irse para perseguir un lejano sueño por su cuenta. Sin ningún tipo de apoyo, sin poder llevarse nada de lo que tenía en el hogar infernal al cual ha tenido que volver. Por supuesto que quería ser alguien grande, quería que la gente pudiera disfrutar de lo que él hacía. Nadie parecía comprenderlo.

   —Hay un problema. Tu hermano se quedará aquí un tiempo porque tiene asuntos pendientes cerca, así que no puedes volver —le informa su padre y es la primera vez que habla desde que han entrado a la habitación—, pero sabes del piso que nos dejó tu abuela, ¿verdad? Será tuyo si prometes no desviarte y estudiar algo importante. Una carrera que te sirva de algo.

   Jaehyun lo piensa. No será tan malo como tener que aguantarlos alrededor todo el día. —¿Acaso no le alquilaron el piso a un joven?

   —Es igual. Lo echaremos.

   No puede esperar más de los señores Jung. Siempre tan fríos, calculadores, rectos, sin pudor alguno en su interior. Se limita a asentir sintiendo algo de pena por el chico del piso al que, por su culpa, le será concedido un tiempo límite para abandonar su hogar.

sur des rêves et des bisousDonde viven las historias. Descúbrelo ahora