UNO

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12 de septiembre del 2010

A pesar de no tener cierto gusto por los bares, me animé un poco para celebrar nuestra fiesta de cumpleaños. Preferí eso a quedarme en casa, mientras miraba el techo una y otra vez, hasta que el sueño acabara conmigo o ver programas aburridos que solían pasar con frecuencia en la televisión.

No es agradable para un joven quedarse en su casa el día de su cumpleaños y menos si es una nueva etapa en su vida. Un estilo de vida que trae ciertos cambios hormonales y emocionales. Las hormonas empiezan a romper los esquemas, la atracción por el sexo opuesto y por el mismo se hace notable, la manera de ver la vida se torna un poco "crítica" y el carácter un poco inestable. Es un gran cambio, tanto físico como mental.

Ante todo, me presento, mi nombre es Harriet Anderson y tengo dos hermanos gemelos; ellos son Helen y Henry y somos la sensación de la escuela. No por ser populares, sino por nuestra rareza. Nos llaman Freaks, pero a nosotros nos vale una pila de excremento.

Nos llaman Freaks, porque saben que no somos trillizos, pero aún así compartimos rasgos genéticos idénticos. Parece como si nos hubiesen creado con las mismas características, con el mismo ADN. Tal vez tenemos algún vínculo del pasado, pero son solo hipótesis. Sin embargo, nacimos el mismo día y a la misma hora. No obstante, ellos son los gemelos perfectos y yo soy un resultado de los dos. Soy como una creación de su misma naturaleza.

Recuerdo que cuando estaba más pequeña, le pregunté a mamá con aquella inocencia que todo niño posee.

Mamá, ¿cómo es eso de que estuvimos los tres en tu barriga? ¿No te pesaba la panza?

Cariño, Helen y Henry no compartieron barriga contigo, ni tampoco estuvieron nueve meses en mi vientre.

¿Son extraterrestres o algo así?  Ya sé. ¿Es un embarazo como el de la Virgen María? ella soltó una carcajada, pero luego se aclaró.

—Cariño, diga lo que te diga, ellos seguirán siendo tus hermanos.

Si en aquel momento hubiese tenido 18 años, habría sufrido mucho.

Sí mamita, nada cambiará en absoluto.

Para la edad que tenía, ya había escalado un nivel de madurez, quería entender todo a pesar de lo que eso significara.

Pues bien. Papá y yo queríamos regalarte compañía, pero simplemente ya no se pudo más. Sin embargo, nos quedaba una opción; adoptar. Así que fuimos a un orfanato y nos quedamos prendados de una parejita de niños. Eran tan similares a ti. Me dió una leve impresión y papá se sintió del mismo modo. Fue como si hubiésemos prestado nuestro material genético para que otra pareja fecundara. Por alguna razón estaban a la espera de que una familia los llevará a su hogar. El deseo de muchos huérfanos y desprotegidos —hizo una pausa y continuó—. Pero, el grado de asombro fue más intenso, cuando supimos por boca de la madre superiora que nacieron el mismísimo día y a la misma hora que tu ¿Qué otra coincidencia podría existir? La verdad, no me causó escalofrío aquello, al contrario, me motivó mucho más. Y es ahí en donde Helen y Henry aparecen en nuestra familia.

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