Capítulo 8: Te estoy diciendo adiós

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Miedo.

El miedo es algo con lo que se puede aprender a vivir, y eso Záthura lo sabía muy bien. Desde esa noche, los traumas que intentaba reprimir estaban demasiado presentes, el miedo la mantenía alterada y la carcomía por dentro cada segundo, pero lo más doloroso de todo, era fingir que todo estaba bien. La expresión de preocupación en el rostro de Shouta esa noche era algo que no se podía borrar de su mente, y así de fácil fue como otra preocupación se añadió a su larga lista. Fingir, eso era algo en lo que era experta, aunque desde hace mucho que había perdido sus motivaciones para hacerlo, nuevamente había encontrado una, no podía permitirse simplemente asustar a Shouta otra vez, así que a pesar de que las pesadillas eran más constantes, procuraba ocultarlo, a sus ojos ónix todo debía estar bien.

-¿De verdad piensas ir así a la fiesta?- interrogó en tono de reproche, pues, el azabache vestía casi igual que siempre, con su acostumbrado cabello desalineado y su barba descuidada, no es como que a ella le molestara pero pensó que por la ocasión al menos se esforzaría un poco más.

-¿Qué tiene de malo?- ella suspiró resignada.

-Nada ¿Nos vamos?- el hombre asintió.

Ambos salieron por la puerta, aquella noche era particularmente fría, el invierno estaba en pleno apogeo. La fiesta de navidad a la que el pelinegro la había invitado, ella había aceptado animadamente, pero luego de meditarlo con detenimiento, realmente se sentía nerviosa por ello, en aquel lugar habría no más que pro-héroes, y eso la colocaba intranquila, como si pudieran juzgarla.

Záthura llevaba puesto un vestido tejido de mangas largas, que caía limpiamente a escasos centímetros de sus rodillas, mientras que sus piernas se cubrían de un par de medias largas y botas de tacón, también llevaba un abrigo y una bufanda, se había apartado en flequillo hacía atrás dejando expuesta su frente y su cabello caía en ondas hasta su cintura. Caminaban juntos hasta la academia, donde se realizaría la reunión, a pesar de ir muy juntos el uno del otro no había contacto alguno; una semana había pasado desde aquel incidente y desde entonces Shouta había sido muy cauteloso con la chica. No quería presionarla a hablar sobre lo ocurrido, así que su trato había continuado como hasta entonces, simplemente que no había habido ningún tipo de tacto entre ellos, para evitar alterarla.

-¿Es aquí?- cuestionó la chica al ver la entrada -nunca había venido, es genial.

El hombre continuó su camino, mientras ella se apegaba a él intentando seguirle el paso. Ambos avanzaron por la locación, un par de ojos avellanas no podían parar de ver en todas direcciones, pensando que aquel lugar era demasiado interesante, el sonido de la música hizo que su atención se centrara en su dirección, parecía ser música en vivo. El azabache la guio hasta unas grandes puertas, de lo que parecía ser un gimnasio y de dónde venía la música, abriéndolas con pereza, apenas lo hizo un ambiente animado llegó a ella.

La decoración del lugar lo hacía ver como un sueño de navidad a sus ojos, las ventanas y puertas estaban decoradas con guirnaldas y en el fondo del salón un árbol de navidad y una tarima con la banda tocando daban el toque final. Los invitados reían alegres, mientras bebían champaña o cualquier otra sustancia alcohólica, la buena vibra la hizo animarse un poco. Una vez dentro, habiéndose quitado los abrigos, Aizawa se acercó a un grupo de pro-héroes que estaban reunidos en círculo, riendo por un chiste contado por un hombre de cabello rubio y en punta.

-¡Aizawaaaaa, Merry Christmas!- gritó desde su posición, a pesar de que el nombrado estaba a un escaso metro y medio, haciendo que todos sus acompañantes voltearan en su dirección -oh, Merry Christmas para ti también, Záthura-chan.

Gracias [Aizawa Shouta x OC]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora