Capítulo 21: Dolor asfixiante

254 25 62
                                    

La paranoia estaba consumiendo a Záthura poco a poco, las manos sudorosas, los ojos que recorrían cada esquina incesantemente, sus pies caminando velozmente en la calle de regreso a casa.

Las pesadillas que habían disminuido su frecuencia, aumentaron nuevamente, grabando en su subconsciente imágenes grotescas y perturbadoras, pero lo que más le mantenía alerta, era esa sensación de que alguien te observa cuando no hay nadie en aquel espacio vacío, la estaba carcomiendo.

Y aun así se las había arreglado para realizar sus primeros exámenes teóricos con éxito y ocultar su estado al resto del mundo, intentaba mantener sus prioridades en orden, aun cuando su cerebro se empeñaba en indicar que todo aquello era ajeno ante la paranoia.

Era como una lucha frecuente que la dejaba agotada al final del día, solo para no poder descansar por las pesadillas.

Y fue cuando realmente se dio cuenta de que la libertad que pretendía poseer no era más que una vaga ilusión de su egoísmo, porque el miedo era asfixiante.

Lo único que podía darle ese aire de seguridad era él.

Y a pesar de que lo había visto muy poco por sus constantes obligaciones con el trabajo, esas pequeñas dosis de medicina era lo que aun la mantenían un poco cuerda.

Justo como ese momento.

Suspiró aliviada cuando Shouta le dijo que volvería con ella a casa esa tarde luego de las clases, solo un día más para acabar las evaluaciones teóricas y llegar a la temible evaluación práctica. La compañía del hombre a su lado reducía considerablemente el temblor de sus manos, aunque no podía evitar lanzar miradas nerviosas a todas direcciones cuando él no se daba cuenta, con el fin de asegurarse de no toparse con la fuente de su ansiedad.

–¡Aizawa! – llamó al minino apenas abrió la puerta, de inmediato este saltó a ella.

Era tan pequeñito que apenas se veía entre sus brazos y se sentía muy cómodo allí, por su lado la gata parecía haberse apegado al azabache, puesto que siempre corría directo a él, adoraba estar en su regazo.

La pelirroja había conseguido culminar su examen más rápido que nadie, por lo que la habían dejado salir antes, era temprano para empezar a hacer la cena.

Se sentó en el sofá a acariciar al felino, sonriendo un poco de manera inconsciente, Shouta adoraba verla de aquella forma, tan feliz, tan ajena a sus problemas, en especial, luego de haberla notado tan extraña desde hace días.

Las ojeras más marcadas, el semblante decaído y sus ojos desenfocados, pero sobretodo, como se sobresaltaba tan fácilmente, parecía siempre inquieta, siempre alerta y no era común.

–Deberías de aprovechar de dormir un poco– ofreció sentándose a su lado, espantando al pequeño animal de sus piernas.

–¿No querrás decir que quieres una excusa para aprovechar tú de dormir un poco? – su tono sarcástico habitual sonó extraño para sus oídos, como si temiese aquella propuesta.

–Me atrapaste, quiero dormir un rato con mi novia ¿Es acaso un crimen? –esperó una respuesta ingeniosa de su parte, pero esta simplemente no llegó.

Záthura se incorporó, tomando su mano para indicarle que se levantara, guiándole hasta la habitación.

Retiró la corbata, tirándola en alguna parte del suelo, dejándose caer en la cama boca abajo, sin importarle que llevaba el resto del uniforme, en realidad, hace rato que poco le importaba lo suficiente como para esforzarse.

Pequeños detalles en su manera de actuar, que podían pasarse desapercibidos, pero no para Shouta, para él era muy claro que algo estaba sucediendo y le preocupaba.

Gracias [Aizawa Shouta x OC]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora