Capítulo 22: Trágedias

203 17 67
                                    


–¿Tu hermano menor? – cuestionó repentinamente, tomando toda su atención en él.

La brisa nocturna, notablemente helada le desordenó levemente los cabellos plateados que le caían por lo hombros en una coleta alta.

Asintió –Desapareció cuando tenía ocho años.

–Me dijiste que había muerto– susurró impresionada ante su confesión, agrandando sus orbes avellanas y apretando su mano contra su pecho.

Arthur estaba intranquilo, sus dedos tamborileaban al borde del banquillo donde estaban sentados y en un duro trago de saliva desvió la mirada de la cara pecosa que lo estaba observando.

–Es lo que todos dicen, pero yo sé que está vivo.

Probablemente no comprendía mucho de lo que significaba realmente aquella oración, pero no dudó ni un segundo de sus palabras. No había siquiera una mínima prueba de que fuese cierto, pero algo en su voz le hizo entenderle.

–Te creo– pronunció sin rastros de incertidumbre, y de inmediato los ojos grises y filosos como el acero voltearon a verla sorprendidos.

Záthura siempre era de esa manera, sus palabras tan sinceras, sus sentimientos tan dulces, normalmente eran características que le aborrecían, pero ella tenía algo especial, algo distinto que le calentaba el pecho.

Esa niña de once años frente a él siempre lograba sorprenderlo de alguna manera.

–El motivo por el qué llegué a esta escuela es porque planeo encontrarlo– dijo con mucha seguridad mientras su ceño se fruncía. A pesar de ser joven y bien parecido, su rostro desprendía un aura de seriedad y dureza.

–¿Por eso huiste de casa? – la pregunta lo hizo apretar los dientes, esta era la conversación que había querido tener con la pelirroja desde que la re-encontró en el programa Omega, pero a la vez, la conversación que tanto había querido evitar.

–Mis padres solo eran un impedimento para lograr mi objetivo– soltó sin una pizca de remordimiento –además, nunca les importé realmente, así que no les interesó en lo más mínimo cuando me fui.

Iguales, esa era la palabra que los describía, ellos eran muy parecidos en tantos aspectos que encontraban cierto apoyo el uno del otro, por eso es que a pesar de las duras palabras que salían de la boca de Arthur, de alguna manera, Záthura se sintió refugiada.

–¡Entonces cuenta conmigo! – le sonrió ampliamente –me haré muy fuerte para ayudarte a conseguir a tu hermano.

Y así bajo el cielo estrellado se había pactado una promesa.

–Záthura-san despierta– escuchó en la lejanía –Záthura-san– repitió la voz, aunque no parecía demasiado insistente.

Destapó sus párpados lentamente, esfumando el rostro del peliplateado de su mente, volviendo a la realidad. Su cabeza estaba recostada del hombro de alguien, el cual despedía una sensación fría, ideal para un día caluroso de verano como aquel.

Levantó la mirada de manera atolondrada aun por el sueño, para encontrarse con el rostro de un Todoroki sonrojado y tenso. Uno de sus audífonos estaba aún en su oído derecho y el otro extremo se encontraba en el oído izquierdo de Shoto.

Le costó unos segundos recordar en donde estaba.

El autobús de camino al campamento de verano. Se había sentado junto con el bicolor y le ofreció escuchar algo de música juntos, pero el cansancio al final terminó derrumbándola.

Gracias [Aizawa Shouta x OC]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora