25. Miedos e ilusiones

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Miedos e ilusiones

La siguiente semana hubo exámenes y Penélope siguió sin aparecer

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La siguiente semana hubo exámenes y Penélope siguió sin aparecer. Yo no era la única que no podía concentrarse. La escuela entera estaba sumergida en una vigilia llena de angustia y se hicieron marchas en el barrio pidiendo por la aparición con vida de nuestra compañera. Pero no hubo noticias, más que las replicas de la marcha que salieron por la televisión.

Aun así, los exámenes finales continuaron y estudié lo que pude mientras salía todas las noches a peinar kilómetros en su búsqueda. Cuando la profesora de Química me puso el examen en la mesa y me di cuenta de que no sabía absolutamente nada, también me rendí por dentro con la idea de encontrarla con vida de una vez por toda.

Para el viernes, el último día de todos los exámenes, estaba segura de que había desaprobado al menos la mitad y que, como esa nota representaba casi uno 40% de la nota anual y final, ponía en riesgo muchas materias. Me las llevaría a diciembre y mis padres me iban a matar.

—Oye —me dijo Luc, en su casa, a eso de la una de la mañana, mientras me quitaba la blusa de mangas cortas—. Pasaste por muchas cosas este año, no puedes pretender se la chica nerd por siempre.

—No soy nerd —me quejé, pero cuando empezó a besarme los hombros, me derretí—. Quizás un poco —admití, entre suspiros.

—Vamos —susurró contra mi cuello—. Ya terminaron todos los exámenes, ya solo quedan clases aburridas. Ya nos graduamos, prácticamente.

Tenía razón y la idea hubiera sido genial de festejar si él no estuviera mordiéndome la oreja y mi única idea de festejo no hubiera sido revolcarme con él toda la noche.

—Vacaciones —admití, cuando me quitó el sostén. Eso significaba que quedaban dos semanas de clases sin sentido y luego podríamos vernos casi todos los días y tener sexo cuando quisiéramos. Era genial. Además, no vería más a Norita. Todo era perfecto.

Él era perfecto, también.

Me quitó el resto de la ropa y me apretó contra él, acariciándome desde la curva de mi trasero hasta la base del cuello. Suspiré, ya ida y embriagada por su tacto, su aroma y el deseo que me provocaba.

Lo rodeé con los brazos y busqué su boca. Quería besarlo hasta quedarme sin aire y morderlo donde pudiera. Luca no perdió el tiempo y me besó con urgencia. Enterró sus dedos en la maraña de mi cabello y profundizó nuestro encuentro de una manera que me volvió loca.

Siempre que nos tocábamos había algo así, como algo que vibraba entre nuestros cuerpos, una electricidad que nada tenía que ver con su vitalidad que pasaba a mí con cada instante. Todo ya iba más allá de su energía creciente. Alimentarme no importaba, lo de sobrevivir ya ni servía de excusa. Entre nosotros existía una necesidad más apremiante, más humana y primitiva. Todas las veces que estábamos juntos sentía que me deseaba, que yo le gustaba, pero en ese momento creí que era mucho más, que se asemejaba a lo que yo sentía por él.

Suspiros Robados (Libro 1) [Disponible en librerías]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora