Capítulo 3 Sophie, la bruja

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- ¡Bonito! - murmuró alargando sus pequeñas manos para tratar de alcanzar un farolillo de papel que colgaba de una cuerda a varios metros del suelo. Sintió algo cálido y húmedo en las manos, al mirarlas más de cerca, se percató de que era sangre. Un intenso festival de gritos y de dolor no tardó en saturar el ambiente.

- ¡AAAAAAAAHHHH atrás! - gritó antes de caerse de la cama despertándose de golpe - ¡¡Mierda, mierda!! - masculló aferrándose a las sábanas mientras las lágrimas inundaban sus mejillas.

Al día siguiente Eric se despertó desganado, con la pesadilla de la noche anterior zumbando en su cabeza, pero con la esperanza de que todo hubiera sido un sueño en lo que respecta a la mocosa. Este se desvaneció cuando la encontró allí, hincando los codos en el alféizar de la ventana, fascinada por el imponente paisaje montañoso salpicado de pequeñas arboledas que se divisaba en la lejanía. Aunque lo peor de esta situación no era ni de lejos que una bruja se estuviera paseando por su nuevo hogar, con total impunidad, sino que no contenta con eso, se había atrevido a sentarse por delante de él. Tras esperar un rato, la clase dio comienzo.

- ¡Buenos días, alumnos! - dijo un hombre alto, rubio y de ojos negros que llevaba una chaqueta algo anticuada y unas pequeñas gafas semejantes a las que empleaban los doctores de la vieja corte, al verlas más de cerca saltaba a la vista que solo era un adorno ya que además de que le quedaban ridículamente pequeñas el cristal derecho estaba totalmente agrietado. Portaba un maletín que colocó junto a su mesa.

Casi todos los profesores coincidían en que el señor Elbeth reunía todas las características para ser un mal profesor debido a su carácter excesivamente relajado y a su total indiferencia por los problemas que puedan acarrear sus acciones además de tener una forma un poco extraña de plantear los exámenes.Pero aún así, Eric lo admiraba, si no fuera por él hubiera acabado desmembrado por esa cosa o por las bestias que acechaban en los oscuros callejones tras el sangriento ataque, seres repulsivos atraídos por el olor a sangre que aún por la mañana saturaba el aire.

El hombre se quedó mirando a Sophie antes de preguntarle si necesitaba nuevos instrumentos de escrituras ya que los de la academia estaban hechos de plata. La joven negó jugando con la pluma entre los dedos. Al profesor le extrañó pero no tardó en comprender que se debía a los guantes.

- Recordad que esta semana empezamos los exámenes, así que ya podéis ir haciendo los grupos o no - el profesor se quedó mirando a la bruja antes de aclararle que podía estar tranquila ya que se lo haría en otro momento para que así pudiera estudiar.

- No hace falta, soy una bruja y aprendo deprisa - le contestó llena de confianza

El maestro titubeó un poco antes de asentir

- Bien, pues busca un grupo para trabajar y empecemos por cierto no olvidéis las señales de nivel a la salida o tendréis que comeros todo el examen...- comentó señalando con la mirada una pequeña montaña de fundas de cobre y cristales

La joven recorrió toda la clase preguntando a los alumnos pero,... o la ignoraban o hacían algún comentario cruel, finalmente uno de los futuros cazadores le puso la zancadilla haciendo que la muchacha se diera de bruces contra el suelo quedándose a unos milímetros de caerse rodando por las escaleras. Todos comenzaron a reírse

- ¿Necesitas ayuda? - le preguntó Lucía tendiéndole la mano para socorrerla. Todos se la quedaron mirando boquiabiertos. Incluido Eric. Lucía era una chica dulce que nunca dudaba en ayudar a quien lo necesitaba. Normalmente sus compañeros le hubieran aplaudido o al menos Eric lo hubiera hecho, pero en esa ocasión solo la miraban con cierto recelo sin mediar palabra o producir el más mínimo ruido. La joven bruja agarró la mano de Lucía agradeciendo su ayuda con una leve sonrisa que desapareció a los pocos segundos

EL Círculo ( Editando Y Corrigiendo)Where stories live. Discover now