O n c e .

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Tu me miras,
Yo te miro.
Es un juego de miradas.
Sin embargo, no hay final.
No hay quien pierda,
Nadie gana.

Mi cabeza comenzó a calentarse cuando entramos al edificio. No estaba borracha, pero sí me sentía algo... contenta.

Había sido una fiesta demasiado tranquila por nuestra parte. Ni siquiera habíamos participado en los juegos como verdad o atrevimiento porque sabía que a Zoe le habría resultado incómodo.

La casa entera estaba a oscuras, aunque era obvio que nos iba a recibir así teniendo en cuenta la hora.
Caminamos silenciosamente hasta la habitación de Zoe y nos quitamos las zapatillas. Ni siquiera había traído pijama, dormiría con la ropa que llevaba puesta.

Fuimos al baño a lavarnos los dientes en silencio y después nos acostamos. Yo me tumbé al lado de Zoe y cerré los ojos, pero no logré conciliar el sueño por mucho que los minutos pasaron.

Zoe se quedó dormida en seguida, lo sabía por la respiración pesada que tanto caracterizaba su sueño. A veces podía llegar a ser incluso más molesta que los ronquidos. Empezó a moverse tanto como de costumbre, dándome patadas de vez en cuando y pegándome alguno que otro manotazo, así que cada vez que estaba por quedarme dormida, ella terminaba despertándome.

Suspiré con pesadez y me levanté de la cama para ir al aseo. Eran más o menos las cuatro de la madrugada y el efecto del alcohol ya se había ido casi por completo, dejándome tan solo con el cansancio post-fiesta.

La luz del baño me cegó al encenderla, haciendo también que el dolor de mi cabeza aumentase.
Me lavé la cara rápidamente y volví a la habitación.

Me tumbé de nuevo en la cama y Zoe se revolvió.

—¿Zoe? —murmuró una voz ronca a mi lado. Un momento...

Mis sospechas fueron confirmadas al instante. Esta no era la habitación de Zoe. Ni su cama. Estaba tan despistada que había acabado en la de Ethan.

—Ah, mierda —susurré para mí. Ethan se giró y emitió algún tipo de gruñido. Al menos no parecía totalmente despierto.

Sin embargo, no podía volver a la cama de Zoe. Si me levantaba, Ethan se despertaría por completo.
Acababa de cavar mi propia tumba. ¿Cómo cojones había confundido sus habitaciones? Había estado en esa casa millones de veces.

Me quedé inmóvil a su lado, muy consciente de su presencia. Podía escuchar su respiración e incluso sentía su aliento contra mi nuca. Respiré hondo, llenándome de su olor, el cual conseguía tanto relajarme como revolucionar mis hormonas.

Cada vez me costaba más mantener mis ojos abiertos. Decidí que me encargaría más tarde de explicar qué hacía en la habitación de Ethan a esas horas y me centré en descansar.

Me revolví un poco antes de abrir los ojos. Mi sueño había sido profundo y tranquilo, había dormido mejor que nunca y no quería despertarme aún.

Finalmente, y poco a poco, dejé que la luz me despejase.

—¿Despierta, princesa?

Kate & Ethan ✔️ | YA EN FÍSICODonde viven las historias. Descúbrelo ahora