V e i n t i t r e s .

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Me haces sentir tanto
cuando rozas mi mejilla
Con el dorso de tu mano.

Cuando trazas en mi cuerpo
Una línea con tus dedos,
Y la recorres de nuevo
Con tus labios y mil besos.

—¿Has cenado? —me preguntó Zoe. Negué con la cabeza—. Entonces vamos a la cocina. Creo que John tiene de esos platos congelados que se lleva al trabajo. No creo que le importe que cojamos uno.

Antes de que pudiese decir nada se levantó de la cama y salió de la habitación. La seguí, cuando llegamos a la cocina comenzó a rebuscar entre las cosas que había en el congelador.

—Hay un congelado de espaguetis a la boloñesa y otro de schnitzel con patatas fritas. ¿Cuál prefieres?

—El de espaguetis —dije. Ella asintió y lo metió en el microondas —¿Dónde están tus padres? Pensé que estarían en casa.

—Justo después de que me llamaras se fueron a dar una vuelta. Edith está en plan "vida sana, mente sana" y Josh y Louise hacen ejercicio con ella para mostrarle su apoyo —puso los ojos en blanco y yo fruncí el ceño, confusa.

—¿No es eso bueno?

—Para nada. Edith ha prohibido comprar chuches y chocolatinas. —Hizo un puchero y yo tuve que reprimir una carcajada—. Y lo peor es que soy la única a la que le molesta, así que nadie me apoya para quitar esa regla.

—Es normal, a Ethan no le gusta tanto el chocolate como a ti.

—Claro, ese es el problema.

—No estoy segura de que sea un problema. —Reí.

—Ríete lo que quieras, pero necesito que seas mi camello de chocolatinas.

—Ahora entiendo lo de los m&m's —dije. Ella asintió con la cabeza.

El microondas sonó, indicando que la comida estaba lista. Lo saqué, procurando no quemarme con el cartón que hacía de plato. Salía un montón de humo de los espaguetis, por lo que tendría que esperar a que se enfriara un poco antes de empezar a comer.

El estómago me rugió. Normalmente solíamos comer sobre las siete, y ahora eran ya las ocho. Aunque había comido algo en la cafetería, tenía hambre.

Zoe abrió uno de los cajones de la cocina y sacó un tenedor. Me lo dio y se sentó en la silla al otro lado de la mesa, quedando enfrente mía.

—Estoy pensando en dejar el fútbol —confesó. No me sorprendió demasiado: Zoe había probado mil deportes diferentes y siempre había acabado dejándolos todos.

—¿Por qué? El fútbol te gusta.

—Me gusta jugar, no los entrenamientos. Los partidos se vuelven cada vez más serios y ya no es tan divertido. —Suspiró—. Además, necesito centrarme en los estudios. Últimamente me va bastante mal.

—Ciencias es una rama bastante difícil. Ya no estamos en secundaria, lo que damos ahora es más complicado, es normal que te cueste.

—A ti no te cuesta. —Frunció el ceño.

—Me cuesta más que antes.

—Claro. Ahora tienes que leer los ejercicios dos veces para entenderlo todo en vez de una —ironizó—. Ojalá tuviese tu cerebro. —Apoyó sus brazos en la mesa y dejó su cabeza descansar sobre ellos.

—Tienes otros talentos.

—Ajá —asintió con obvio sarcasmo. Decidí no insistir en el tema, estaba claro que, en su cabezonería actual, lo iba a ver todo negativo.

Kate & Ethan ✔️ | YA EN FÍSICODonde viven las historias. Descúbrelo ahora