D i e c i n u e v e .

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He escrito mil poemas sobre ti,
Sobre cuánto te quiero
Y cuánto me haces sentir.

16 de octubre de 2018

Desde el beso había estado evitando a Ethan a toda costa. Dejé de tomar el mismo autobús que él por las mañanas y, si sabía que él vendría a casa, me iba yo a estudiar a algún sitio.

Tan solo había estado así unos cinco días, pero me iba bastante bien. Lo evitaba en el instituto sin problemas y comenzaba a ser cliente habitual en aquella cafetería a la que Jensen me había llevado una vez.

Estaba terminando un trabajo de inglés cuando el camarero trajo mi zumo de fresa y kiwi.

—Aquí tienes tu zumo —dijo—, que lo disfrutes.

—Gracias —contesté.

Él era un chico alto, incluso más que Jake. Su pelo era rubio oscuro y sus ojos castaños. La estructura de su rostro recordaba un poco a la de los protagonistas de los libros adolescentes, dónde el chico es descrito como una belleza de otro mundo. Sí, parecía un maldito cliché, el atractivo del camarero estaba al nivel del de Ethan. Y no hay mucha gente que pueda llegar a ese nivel.

Sin embargo, carecía de expresividad. Sus facciones eran preciosas, pero estaba serio la mayor parte del tiempo y sus sonrisas eran rígidas y meramente corteses. Le daba un aire misterioso muy atractivo, pero, sinceramente, prefería mil veces a Ethan y sus sonrisas abrumadoras.

Basta, Kate, deja de comparar a todo el mundo con Ethan. ¡Deja de pensar en Ethan!

Suspiré antes de volver a concentrarme en lo que estaba escribiendo. Tan solo me quedaba cerrar la redacción con una conclusión que resumiera los párrafos anteriores. No tardé en retomar mi concentración. Releí cada letra escrita y comencé a escribir el último párrafo. Estaba tan centrada en el trabajo que no me percaté de que alguien se sentó en la silla vacía que había frente a mí.

—Vaya, sí que se te da bien ignorar a la gente hasta el punto de obviar que existen, ¿eh? —señaló una voz que reconocí al instante. Me sobresalté y aparté rápidamente los ojos del portátil.

—¿Ethan? ¿Qué haces aquí? —Tragué saliva.

—Últimamente apenas estás en casa. Pasas mucho tiempo aquí, ¿no? —Me dedicó una sonrisa burlona—. Aunque según Jake, solo visitas esta cafetería cuando él queda conmigo. Qué coincidencia, ¿no crees?

—Ah, sí —respondí nerviosa—. Estoy intentando adelantar trabajos para poder centrarme en los ensayos de la banda.

—Hace tiempo que no te veo por los pasillos del instituto tampoco. Desde el miércoles pasado, para ser exactos. Ah, es verdad, tampoco has ido a la escuela en el mismo autobús que nosotros desde el miércoles. ¿Es también una coincidencia?

—Puede ser —sonreí con inocencia, como si eso hiciera mi respuesta más convincente.

—Zoe está preocupada, piensa que estás rara.

—¿Cree que la estoy evitando? —pregunté sintiendo una chispa de culpa. Sin embargo, Ethan negó con la cabeza.

—No, no es tonta. Sabe que me estás evitando a mí. De hecho, me estuvo interrogando porque piensa que te he hecho algo —su sonrisa se ensanchó. Estaba claro que esto le estaba divirtiendo, y que mis mejillas se estuviesen volviendo rojas parecía divertirle aún más—. Claro, que no le he podido decir que la pobre víctima aquí soy yo.

Mi rostro comenzó a calentarse de la vergüenza.

—¿Le has contado lo que pasó el miércoles? —pregunté.

Kate & Ethan ✔️ | YA EN FÍSICODonde viven las historias. Descúbrelo ahora