C a t o r c e .

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No era mi intención pensar
Que cualquier mundo contigo
Es más bonito que la realidad.

Bebí hasta la última gota de tequila de mi vaso y me tumbé en mi cama de nuevo. ¿En qué momento me había convertido en una alcohólica deprimida?

Porque estaba ahogando mis penas con alcohol y yo nunca hacía eso, yo llamaba a Zoe o a Heather, y me quedaba desahogándome y llorando con ellas hasta las tantas de la mañana; no robaba una de las botellas de alcohol de la fiesta de mi hermano y me encerraba en mi habitación para beberla mientras leía poemas en un blog de Internet.

Lancé el vaso de plástico vacío a la papelera, pero fallé. El vaso se estrelló contra el suelo de mi habitación y yo suspiré. Todo mal.

Había pasado aproximadamente una hora y media desde que decidí abandonar el juego y subir a mi habitación. Había conseguido aguantar un par de rondas más con una sonrisa en la cara, pero al final estaba tan cansada, y tan dolida, que no pude más.

Me sentía fatal por estar montando un numerito simplemente por haber visto al chico que me gusta besar a otra. Esas cosas le pasan a todo el mundo, no les vas a gustar a todas las personas que te gusten a ti. Es ley de vida.

Sin embargo, cuando llevas enamorada de alguien tanto tiempo... es mucho más jodido. No sabía ni cómo era no estar enamorada de él. Me gustaba desde que tenía memoria.

Y me sentía fatal, sobretodo, porque no era culpa de Ethan. Él podía besar a quién quisiese. Debería poder enamorarse de quien quisiera sin tener que soportar que una niñata como yo montase un drama por ello y; sin embargo, allí estaba yo, tirada en la cama después de haber bebido demasiado y hecha una mierda.

Alguien tocó a la puerta. No me levanté a abrir. Entonces tocaron otra vez. Y otra más.

Suspiré y me levanté sin ganas. Esperaba que fuese un desconocido. No quería dar explicaciones a Jake sobre por qué estaba encerrada en mi cuarto con una botella medio vacía de tequila. Probablemente le diría que la viese medio llena y volvería a cerrar la puerta en sus narices. No tenía ganas de discutir.

Obviamente tampoco quería que fuese Ethan. Él era la última persona que quería ver en esos momentos.

Pero claro, la suerte no estaba de mi parte ese día.

—¿Puedo pasar? —preguntó Ethan.

—Es mi habitación.

—Sé que es tu habitación —aseguró él—. Déjame pasar, por favor. Solo hoy.

Mantuve el contacto visual durante unos minutos. O quizás fueron segundos, qué sé yo. Finalmente solté un suspiro. Qué rabia me daba no poder decirle que no incluso en momentos como este.

—Está bien. Pasa. Pero no toques nada.

Ethan asintió y entró en mi habitación.

—Ha cambiado un poco —comentó.

—Sí, bueno, cambié un par de muebles y la redecoré un poco. —Intenté sonar lo más normal posible—. ¿Qué tal la fiesta?

—No está mal.

—¿Siguen jugando a atrevimiento o verdad?

—No lo sé, hace más o menos una hora que dejé de jugar.

Me quedé callada.

—¿Por qué está la botella de tequila en tu habitación? —preguntó. Me encogí de hombros. No tenía ninguna excusa que dar. Él no preguntó de nuevo.

Kate & Ethan ✔️ | YA EN FÍSICODonde viven las historias. Descúbrelo ahora