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- ¿Es posible que sea tan lerda de poner el despertador el día que no toca?

          Alba había puesto el despertador para el día siguiente. No podía ser de otra forma. Si es que los domingos tenía tanto sueño por las noches que no ponía el despertador o lo ponía con la calculadora. Menos mal que se había despertado a tiempo, o eso pensaba. No estaba muy segura de poder coger el autobús a la universidad, pero era optimista. Se lavó la cara y se vistió con la ropa que había preparado la noche anterior. Ya se maquillaría un poco cuando llegara a la uni. Agarró una manzana del frutero y salió corriendo de su casa.

- Mierda, las llaves -paró la puerta antes de que se cerrara, alargó el brazo hasta el cuenco de las llaves y cerró.

          Pero a pesar de no haber empezado con muy bien pie la mañana, el autobús llegó a la parada justo a la vez que Alba y tuvo la suerte de encontrar un asiento donde tirarse la casi media hora que duraba el viaje. Conectó los auriculares al móvil y empezó a escuchar 'Need The Sun To Break', del disco que le había regalado Natalia. No era un single ni era de las canciones más conocidas, pero era la que más le llamaba la atención. Y la que quería incluir en su repertorio de los viernes, por lo que estaba decidida a aprenderla a tiempo para tocarla esta semana.

"Venga Alba, despierta. Sal de tu puto mundo que ya verás que se te pasa la parada".

- ¡Rubia! -exclamó Carlos cuando bajó y puso los pies frente a la facultad-. ¿Se te pegaron las sábanas o qué?

- Mira, Carlos, no me toques los ovarios hoy que no he tenido tiempo ni de maquillarme.

- Entonces eso es un sí -dijo reprimiendo una sonrisita.

- Cállate -le pegó en el brazo sin mucha fuerza-. ¿Qué tenemos a primera?

- Dibujo y anatomía.

- Genial, a dibujar más gente en pelotas

- Como si te molestara.

- No es lo que más me apetece un lunes a las diez de la mañana.

- Y te quejarás. Al menos no entras a las ocho.

- Calla, calla. No sé como soportaba eso en el instituto.

          Efectivamente, al entrar en la clase se encontró con que tenían que dibujar a una modelo completamente desnuda. Pasadas unas clases te acostumbras, pero el recibimiento del primer día siempre es algo shockeante. No es que a Alba le molestase, simplemente no era algo que entrara dentro de sus planes, aunque ella no se quejaba.


          Al salir de la clase corrió al baño a maquillarse. Como había llegado bastante ajustada a la primera hora, no había podido pasar, pero viendo las ojeras bajo sus ojos, se apresuró a taparlas.

- Vaya cuadro, de verdad. Si es que doy pena.

- No te fustigues, rubita, que todas por la mañana parecemos unas patatas -dijo una chica morena que también se retocaba el maquillaje en el espejo a la derecha del suyo-. Si no, mira a la Mari.

- ¿Qué pasa conmigo? -saltó otra chica con el pelo rubio casi por la cintura que estaba mirando su móvil.

- Nada, cari. Que eres un cuadro.

- Y tanto, joder. Como para no serlo. Todas lo somos.

- ¿Ves, rubita? No tienes que preocuparte por ser un cuadro.

- Ya veo, ya veo -murmuró Alba-. Vosotras también estáis en DTC*, ¿no?

- Si, cariño.

- Es que me ha parecido veros en clase, pero no estaba muy segura.

- Hoy seguro que no nos has visto porque a primera no hemos ido. La rubia esta -hizo un gesto hacia la Mari con la cabeza- se ha quedado sobando y es la encargada de despertarme, por lo que el resultado ha sido un desastre.

- No es culpa mía que tu decidieras quedarte anoche hablando hasta las cinco contándome tus penas, tía.

- Para la próxima no te digo nada y te jodes.

- Pues vale.

- Muy bien.

- De acuerdo.

- Okay.

          Se miraron unos segundos para luego estallar en carcajadas. Alba las miraba algo cohibida sin terminar de enterarse muy bien de la historia, pero terminó por unirse a las risas.

- ¿Vienes con nosotras a la siguiente clase? -dijo la morena.

- Eh... Si no os importa que venga un amigo, no hay problema.

- ¡Perfecto! Cuantos más mejor.

- Venga, Afri, termina ya que nos van a dar las uvas y nos cierran la puerta.

- ¡Dame un minuto, tía!


          Diversión. Esa era la única palabra que venía a la cabeza de Alba cuando pensaba en estar con María y África, a parte de que aquellas dos eran tan inseparables como culo y mierda. Cuando se las presentó a Carlos dio la casualidad de que ya se conocían, aunque de forma muy superficial: un día que las dos amigas habían llegado de milagro se habían sentado en la misma mesa y estuvieron de palique las dos horas que duró la clase. Total, que acabaron formando un buen grupo que Alba estaba segura de que duraría por bastante tiempo.

- Ostias -dijo María en un momento de iluminación súbita.

- ¿Qué pasa?

- Que tu eres la de El Gato Negro. Ya decía yo que te había visto en algún sitio fuera de clase.

- ¿Qué dices, Mari?

- Si tía, el sitio al que fuimos hace un par de viernes.

- ¿Eras tú la que cantaba? -casi gritó África girándose hacia Alba.

- Eh... Si, era yo.

- ¡Joder! Cantas de puta madre.

- Este viernes vuelvo a cantar.

- Canta todos los viernes ahí, es su noche -interrumpió Carlos. 

- Joder. Tiene hasta su propia noche en un bar, es artista, dibuja de puta madre... ¿hay algo que no sepas hacer?

- Y también compone -apuntó el chico, a lo que Alba le dio un golpe en la nuca murmurando un 'cállate' imperceptible para las otras chicas.

- Afri tía que esta tía ha conseguido más en su vida que nosotras dos juntas. Yo me bajo de la vida, de verdad.





DTC: grado en Diseño y Tecnologías Creativas.

El Gato Negro // AlbaliaWhere stories live. Discover now